Estábamos en el último turno, unos minutos más y se acabaría el día, podríamos ir a nuestras casas, nos habían mandando a responder una encuesta, ya había hecho la mía hacía mucho tiempo y había aprovechado para revisar mi WhatsApp ya que no estábamos dando clases. Eilean hizo lo mismo y como siempre comenzamos a chatear, desventajas de mantener una especie de relación en secreto, no poder decirnos todas las cosas delante de todos como una pareja normal, la ventaja es que había que admitir que eso de esconderse era emocionante a veces, la clandestinidad era fantástica, se supone que esta era la edad de hacer locuras, esta tal vez no era correcta, pero locura al fin era aceptable, solo éramos dos chicos enamorados.
Él: tengo unas ganas inmensas de levantarme de mi asiento, ir hacia el tuyo y besarte
Me escribe y mi corazón se detiene.
Yo: sabías que cuando dices cosas así automáticamente me muerdo los labios?
Le digo tratando de provocarlo aún más, pero era totalmente cierto, di media vuelta para ver su expresión.
Observé cómo esperaba que le llegara el mensaje, luego como lo leía atentamente y por último vi como levantó su mirada y la fijó rápidamente en mi, pero esta no era la mirada tierna que siempre había notado en él, sino una feroz, una de esas miradas de: "si estuviéramos solos ahora mismo te empotraría contra la pared y te mordería los labios yo mismo" bueno al menos así la intérprete yo, pero no creo que estuviera muy lejos de la realidad.
Nuestra conversación se acabó cuando él pidió permiso para ir al baño y obviamente tuvo que dejar el teléfono en su puesto. Pero entonces el timbre comienza a sonar avisándonos que ya era la hora de la salida, los chicos del grupo habían decidido salir a tomarnos un helado, pero desgraciadamente no tenía dinero, al parecer era de las pocas personas que no llevaban dinero para ir a la escuela, como sea, que no tuve otra opción que ponerme a ginetear para ver a quien me podía prestar cinco pesos para tomarme mi heladito y ser una niña feliz.
Afortunadamente Eilean no estaba en ese momento, me daba demasiada vergüenza que me prestara dinero, sobretodo porque algo me decía que nunca me dejaría devolvérselo.
—Porfiiiii—suplicaba como una niña pequeña—¿Quién me puede prestar cinco pesitos?Juro que se los devuelvo mañana—lloriqueaba, yo quería mi helado.
Por suerte las personas de mi salón no eran como las que estaban en mi salón en la secundaria, si hubiera sido por ellos me podría haber disecado con mis ganas de tomar helado y no hubieran hecho nada, sin embargo en este caso afortunadamente la gente de aquí era diferente, otra de las razones por las que prefería la preparatoria que la secundaria.
—Yo te regalo 10 pesos—me dice Tyler y extendiéndome el billete, lo miré extrañada.
—Pero si con cinco me conformo, además te los voy a devolver mañana—le afirmo, yo era una mujer de palabra.
—No te preocupes por eso, yo te los regalo—me dice poniendo el billete en la palma de mi mano.
Me avergonzaba que el chico me regalara el dinero, sin embargo su acto había sido sincero y desinteresado, además vi a Eilean pasar gracias a la ventana del salón y no tenía tiempo para rebatir el tema, porque éste se enteraría y querría pagarme el helado.
—Muchas gracias—le digo regalándole una sonrisa genuina y yendo a recoger mis cosas para salir.
Mientras cruzábamos el portón veíamos a todas las personas que estaban fuera, estábamos en una situación difícil debido al virus, la escuela había empezado de puro milagro la verdad, pero con las normas establecidas, los salones eran de menos personas, por lo tanto en vez de haber cinco grupos habían diez, y como no habían suficientes maestros para darle clases a diez grupos a la vez nos habían dividido en dos sesiones, los grupos del uno al seis tendrían que venir por la mañana y solo dos veces a la semana debían regresar por la tarde, sin embargo los grupos del siete al diez eran al revés, vendrían por la tarde y solo deberían ir dos veces a la semana por las mañanas, sin duda alguna el colegio estaba hecho un gran enredo, aunque si íbamos a quejarnos no podía faltar que teníamos que ponernos un nasobuco para evitar el contagio del virus, era algo tedioso sinceramente.
Cómo iba diciendo, salimos y yo miraba a los que nos rodeaban, conocía a la mayoría de las personas que estaban esperando para entrar cuando la escuela se vaciara porque era hora de dar sus clases, habían estado en mi primaria, me había pasado desde los cinco años hasta los once con ellos en la misma escuela, sin embargo como mis padres me obligaron a ir a otra secundaria que no era la que me correspondía por mi escuela y había perdido el contacto con ellos y la mayoría fingían que no me conocían.
Todos habíamos sacado nuestras bicicletas del parqueo e íbamos platicando por el camino y riéndonos de todo, pero como yo era una chica con mucha suerte dió la casualidad que en ese mismo instante iba pasando Marck, mi ex, caminaba como si el puto mundo temblara con cada paso que daba, era un chico súper alto, solo sabía que esa altura no era para nada normal, era rubio y tenía unos ojos color miel con una parte del iris verdosa, en sus tiempos sus ojos eran de las cosas que más me gustaban de él, sin embargo después de conocer a Eilean sus ojos ya no causaban ningún efecto en mi, definitivamente la magia se había ido por el retrete, él también me había visto, lo sabía por la forma en la que estaba actuando, evitando mirar al lugar donde yo estaba, en fin el orgullo de no querer saludarme, al parecer se había creído de verdad que había conseguido novio, aunque al paso que iba muy pronto se haría realidad, era curioso, lo que había comenzado como una broma entre
Eilean y yo se había vuelto realidad.
Fuimos todos hacia el kiosquito dónde vendían los helados, había una cola horrible, resulta que no éramos los únicos del colegio que tenían la idea de comprarse un helado a la hora de salir.
Editado: 14.08.2021