Cómulus

17. Pasado no vivido

A pesar de la enorme sorpresa, durante el silencio que causó la nueva información, a Alexa le dio tiempo de pensar en que, a pesar de no saber casi nada acerca de este nuevo aliado, esto era un tanto predecible  (no es que tuviera muchas fuentes con las cuales verificar).  La verdadera razón por la que toda la estancia se hallaba bajo un ambiente lúgubre, era la misma esencia que emanaba de aquel ente majestuoso, que aun estando en el piso con aura melancólica, se veía sublime.

El ente en cuestión, estaba renuente, en algún lugar de un pasado demasiado doloroso como para revivirlo, pero necesario para dar una explicación al tema tocado. Ambos tenían pensamientos volátiles que se desataban en sus conjeturas, una era la mente eternamente confundida de una joven extraña en una tierra que ya no era inexistente para la razón humana, y la otra, bueno… digamos que la otra estaba a punto de despilfarrar un montón de datos sin miramientos en sus fondos de cordura.

– ¿Podrías contarme? – Se aventuró a preguntar la joven, con la esperanza de no ser inoportuna ante aquella muestra tan pura de confianza. Al contrario de lo que se esperaba, Nicoláhe la miró con un rostro tan impasible, que hasta cierto punto resultaba intimidante, pues aquellos faroles azules brillaron de un modo tan antinatural para los humanos, que a Alexa le dieron ganas de llorar “Es… es como si en este momento, sintiera todo su interior fluyendo en mi mente”  Y así como de alguna manera el adalid le transfirió sus sentimientos de dolor y pena (recalcando la enigmática razón de aquel acto), Nicoláhe comenzó con un relato cuyo cuerpo fue precedido de un tono algo incómodo, como si fuera la primera vez que cuentas un secreto… uno muy oscuro.

– En los inicios de esta tierra, hace más tiempo del que se podría calcular – Comenzó el joven – Existían siete provincias: Lums, Mexus, Riskte, Corintáni, Ternalmas, Viutho y la última en crearse, en ese entonces, era Somnus, un subreino creado por los gobernantes primarios para albergar toda la oscuridad que emanara de las aglomeraciones circundantes a nuestros reinos.

“Mi padre… era Sedivad, el monarca gobernante del reino central Cómulus, en la provincia de Lums, mucho tiempo después de que esta repartición de tierras se hiciera y ordenara en lo que hoy en día conocemos como todo nuestro ambiente socio-político –

Alexa escuchaba atentamente con la boca entreabierta, imaginando cada una de las palabras del joven mientras subía y bajaba las cejas con leves respiraciones de suspenso. Lo hacía sin querer, pero no por eso dejaba de ser adorable. En eso, Nicoláhe aclaró su garganta luego de estar un tiempo en aquel lugar lejano de su memoria, sacudió su cabeza y con un chasquido de lengua, prosiguió emitiendo algo parecido a una risa de inicio.

– ¿Sabes?... él era un hombre valeroso pero no temible, justo cuando debía de serlo y misericordioso cuando llegaba la hora; era el mejor hombre para su cargo. “Ni un soldado, ni un rey, ni un tirano, ni benevolente”, este era su dicho, alegando que un líder no puede guiarse jamás por etiquetas tan calificativas y limitantes –

Una pequeña parte de Alexa comenzó a sentir un calor fraternal, el cual, le brindó una calidez inexplicable “No sé lo que ocurre, pero es como si pudiera entender cómo se siente… como si yo misma lo sintiera” y con este pensamiento en compañía de la hermosa elocuencia de Nicoláhe, la joven notó que nuevamente, el rostro del susodicho volvía a tornarse sombrío, y su cuerpo se tensaba.

– En una reunión de los encomendados, los siete gobernantes se juntaron con un acompañante como siervo. Esas reuniones eran muy raras, simplemente se daban en caso de alguna decisión que mi padre no pudiera dilucidar por sí mismo, pues a pesar de delegar más de lo que todos creían recomendable, siempre tenía él la palabra final… esa es la regla desde siempre…

“Como sea, el representante de Ternalmas trajo consigo al bastardo repugnante de Kardálo, como asesor de decisiones gubernamentales; un ambicioso y celoso de la corona que ocultaba sus verdaderas intenciones con una mirada de servidumbre bien difuminada entre cuencos de estupidez infinita. En la reunión, hablaban sobre crear una provincia nueva, una en la que las cargas de todas las demás provincias encallaran y se transportaran a sus respectivos destinos, pero la gran interrogante seguía en pie: ¿Quién sería el responsable de ésta?... aquí fue cuando las cosas comenzaron a empeorar, pues el representante de Ternalmas propuso a su lambiscón acompañante, ya que a pesar de lo que sabemos ahora, en aquel momento, Kardálo cumplía con al menos la mitad del perfil requerido para dicho cargo tan importante. En otras circunstancias, se le habría dado la oportunidad, pero a los ojos de mi padre, su corazón estaba lleno de odio y malignidad, así que negó su propuesta. En eso, Kardálo se llenó de furia, vociferando a todo pulmón que mi padre era un inepto y que él mismo, con la mitad de su poder, lograría realizar una gestión impecable. Mi padre, analizando la irónicamente inepta figura que se presentaba ante él, canceló la reunión al notar que, de un modo u otro, no tendría sentido seguir discutiendo. Convocó a una nueva reunión unas horas después, en la cual Ternalmas no tenía el permiso de traer a su asesor de decisiones. Esto, para Kardálo, fue la gota que derramó el vaso.

“Se escondió detrás de unas cajas de carga como la inmunda escoria que es y, esperando a que todo quedara en calma, durante la noche previa al retorno, pudo escudriñarse por los pasillos a pesar de la guardia reforzada que mi padre había ordenado debido al mismo inconveniente. De alguna manera que aún no logro entender, logró llegar a la habitación de mi padre. Al estar allí, noqueó a mi madre, la ocultó y esperó a que mi padre se durmiera. Luego se colocó encima de él y lo apuñaló en zonas específicas para que tuviera oportunidad de hablar.



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En el texto hay: reinos, romance

Editado: 27.05.2020

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