Fuimos esa tarde al barrio como todos los días, y al llegar, de nuevo: una reunión.
—¿Qué habrá pasado? —pregunté.
—La verdad que no sé —respondió Mili—. Vamos a preguntarle a Elizabeth, seguro ella sabe.
—De seguro —asentí.
Al llegar, nos contaron los sucesos:
—Hola, Ángel, ¿cómo va? —saludó Mili.
—Bien, mujeres —dijo él con una sonrisa—. Les tengo una noticia: la semana que viene ya podemos ir al camping. Y como es sabido… lo vamos a inaugurar con una fiesta.
—¡Qué bueno! —respondimos.
—Pero eso sí, mañana 24 organizamos algo en el terreno de Edgardo. ¿Se prenden?
—¡Cómo que no! —replicamos todas, muy contentas.