Conexión inesperada

Capítulo 24

Lala salió del ascensor con un suspiro que mezclaba cansancio y una sensación extraña de emoción. Aun no podía quitarse de la cabeza el casi beso en el ascensor: cómo Martín había estado tan cerca, la altura impresionante, la tensión eléctrica que había llenado el espacio cerrado. Cada vez que recordaba aquel instante, un rubor le subía a las mejillas.

Al llegar a la cafetería, vio a Sofi ya sentada en su mesa habitual, con la libreta de notas frente a ella y un café humeante al lado. Lala no dudó ni un segundo: caminó rápido hacia ella y, con una sonrisa amplia, la abrazó como solo ellas podían hacerlo, apretando fuerte y levantando a Sofi ligeramente del suelo.

—¡Sofi! —exclamó, riendo mientras le daba palmadas en la espalda.

—¡Lala! —respondió Sofi entre risas, devolviendo el abrazo con la misma intensidad—. Qué energía tienes… ¿o será que el café de la mañana no fue suficiente?

Se separaron, aunque todavía se tocaban los brazos. Sofi estudió el rostro de su amiga, arqueando una ceja con curiosidad. —Bueno, cuéntame… ¿cómo fue tu día?

Lala se dejó caer en la silla frente a ella, apoyando el bolso al lado y tomando un sorbo de su café, que ya estaba tibio. —Uf… un caos total. Reuniones, correos que parecían multiplicarse solos y, bueno… —se encogió de hombros—, algunos momentos que… digamos, fueron más intensos de lo esperado.

Sofi la miró con una sonrisa divertida. —¿Intensos? ¿Qué significa eso, Lala? ¿Algún drama con clientes o algo así?

—No exactamente… —dijo Mariana, jugueteando con la cucharita—. Más bien… con algunas personas. Nada serio, solo… intenso.

Sofi se inclinó hacia ella, apoyando el codo sobre la mesa. —Vamos, Lala… no me digas que no hubo ni un poquito de emoción. Sabes que no me aguanto los secretos.

Lala soltó una risa nerviosa, pero justo en ese momento su móvil vibró sobre la mesa. Lo tomó, pensando que podía ser cualquier notificación… pero al abrirlo vio el nombre que hizo que su corazón diera un vuelco: Martín.

> Martín: “Te vi entrar a la cafetería con Sofi. Espero que lo estés disfrutando tanto como imagino 😏”

Lala rio suavemente, cubriéndose un poco la boca con la mano. —Vaya… él siempre sabe cómo aparecer en el momento justo, incluso cuando no está.

Sofi arqueó una ceja, divertida. —¿Quién es? ¿Otra emoción del día?

Lala negó con la cabeza, tratando de no sonrojarse demasiado. —Solo alguien que me conoce demasiado bien… y aparentemente sabe dónde encontrarme.

Sofi soltó una carcajada, sin saber que estaba frente a un mensaje secreto que mantenía a Lala con el corazón acelerado.

Lala se apoyó en la palma de la mano, tomando un sorbo de su café y disfrutando de ese calor en el pecho que Martín había logrado encender con unas pocas palabras. Mientras tanto, el bullicio de la cafetería y la risa de Sofi se mezclaban con el recuerdo del ascensor, del casi beso… y de la emoción que todavía latía con fuerza en su interior.

Lala dejó el móvil sobre la mesa un instante, mirando el mensaje con una sonrisa traviesa. Su corazón latía con fuerza, y tuvo que morderse el labio para no reírse en voz alta frente a Sofi.

> Mariana: “Lo estoy disfrutando… pero me parece que alguien está un poquito celoso 😏”

No pasó ni un minuto antes de recibir la respuesta:

> Martín: “Celoso no… simplemente… curioso. Curioso por saber cómo se ve tu sonrisa cuando hablas con alguien más que yo.”

Lala rio suavemente, cubriéndose un poco con la mano, como si su amiga no pudiera notar nada.

—¿Todo bien, Lala? —preguntó Sofi, inclinándose hacia ella, con esa mirada que lo percibe todo—. Te noto distraída.

—Sí, sí, todo perfecto —mintió, mientras enviaba otro mensaje—:

> Mariana: “Solo disfrutando del café y de la compañía… pero no puedo negar que alguien me está rondando en la cabeza 😏”

El teléfono vibró de inmediato:

> Martín: “¿Rondando? Uff… eso suena peligroso. Pero me gusta. Déjame adivinar… ¿estás pensando en mí?”

Lala se mordió el labio, y en un impulso, respondió antes de que Sofi pudiera preguntar algo más:

> Mariana: “Quizá sí… pero shhh, no quiero que nadie se entere 😘”

Sonrió al enviar el mensaje, imaginando la sonrisa de Martín al leerlo. Sofi siguió conversando, ajena a la pequeña chispa que Lala llevaba en la palma de la mano. Cada palabra, cada guiño digital, mantenía vivo el juego secreto entre ellos, intensificando la emoción de ese día que parecía normal para todos, pero que para Mariana estaba lleno de electricidad y complicidad.

Mientras tomaban su café, Lala no podía evitar mirar de reojo su móvil, esperando cualquier notificación de Martín. Cada mensaje era un recordatorio de lo que había sucedido en el ascensor, del casi beso, y de que aquello entre ellos apenas comenzaba, cargado de promesas silenciosas y tensión contenida.

Sofi ladeó la cabeza, apoyándose un codo en la mesa y mirándola con una sonrisa traviesa. —Vamos, Lala… sé honesta. ¿Y esos mensajes con Martín? ¿Cómo va todo?

Mariana se sonrojó apenas, jugando con la cucharita del café como si aquello fuera lo más importante del mundo. —Bueno… van bien, supongo —dijo con cuidado, midiendo cada palabra—. Es decir, hablamos mucho, nos reímos… y bueno, a veces se pone un poco… atrevido.

Sofi arqueó una ceja. —¿Atrevido? Vamos, Lala, explícate un poquito más. No me digas que solo se queda en palabras inocentes.

Mariana mordió suavemente el labio. —No, no… no ha pasado nada... —apresuró a aclarar—. Solo… digamos que los mensajes tienen… intenciones claras. Es difícil describirlo, pero… hay algo que no puedo ignorar. Es divertido, intrigante… y sí, un poco atrevido.

Sofi estalló en una risa ahogada, casi derramando su café. —¡Lala! Me estás volviendo loca. Pero espera… ¿y tú cómo reaccionas a eso?

Lala ruborizada le dijo:—Pues… trato de no pensar demasiado, pero… me cuesta. Y lo admito, a veces me río sola con el móvil. Y otras veces me pongo nerviosa. Mucho.




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