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El tiempo pasó rápido hasta que vino esa dichosa fiesta de disfraces. No deseo ir, pero la insistencia de mi mejor amiga, hizo que aceptara por compromiso. No solo eso, sino que, he estado entablando conversaciones con los gemelos Harvey. De cierto modo, es extraño estar de amistad con ellos. Sobre todo, con el gemelo problemático del salón. Se ha comportado de manera muy extraña desde esa salida.
¿Extraña? ¿Sería bueno llamarlo así?
—¿Cuál te gusta? —pregunta Cassis de repente, igual que un mago. Ya ni me sorprendo, porque ha estado apareciendo estos días de este modo—. ¿Frutilla? ¿Mango?
Ha agarrado una silla y puesto enfrente de mí para luego acomodarse con sus brazos por encima del respaldar de esta. En ambas manos, tiene dos caramelos de dichos sabores.
—Frutilla.
—Bien —responde, dejándolo sobre mi pupitre. No ha desaparecido esa sonrisa amistosa de su rostro. A pesar de tener su uniforme desarreglado, no deja de estar sonriendo de forma amigable—. ¿Ya decidiste con qué disfraz ir este fin de semana?
Oh, vaya de la fiesta de Halloween.
—Bruja —respondo con tranquilidad y escuchando susurros de los demás. También no me sorprendo que estén de este modo. No demoran en hablar cosas que no son—. No quería ir, pero Athena insistió mucho.
—A veces, es bueno distraerse.
No solo eso, sino que, es posible que suelte mis sentimientos hacia su gemelo antónimo.
—¿Te gustan las fiestas, Cassis?
—No —responde—. Odio el tumulto de las personas. Además, es un problema si te encuentras con individuos que no vienen al caso.
—Significa que no irás.
—Iré —indica sonriendo. Lo miro confundida—. Todos estaremos disfrazados. Significa que no nos reconocerán.
Tiene razón.
—Pero habrá tumultos de estudiantes.
—Lo sé, Adeline Lane.
¿A pesar de eso irá?
Este gemelo, es complicado de entender. ¿Por qué no es igual que su hermano en ese sentido? El ruido estrepitoso de algo caerse, llama la atención de todos los presentes.
—¡¿Dónde está Cassis Harvey?!
Otra vez.
Significa que seremos testigos de una pelea de adolescentes. Cassis chasquea la lengua y dirige su mirada al chico que está en la puerta con una expresión feroz.
—De nuevo, no lo conozco.
¿Qué? ¿No lo conoce?
El chico extraño, camina a paso apresurado hasta donde estamos, sujetando del hombro derecho a Cassis, el cual, no se inmuta en levantarse.
—¡¿Piensas ignorarme?!
—Sí, porque no te conozco —contesta Cassis con tono calmado—. ¿Por qué debería hablar con un desconocido? Sobre todo, si ha ingresado al aula de una manera menos amistosa.
El chico extraño bufa.
—¿Piensas que soy idiota?
—Lo eres —responde Cassis, volteando a mirarlo de soslayo—. Has ingresado a un aula que no te pertenece y estás soltando cosas que no vienen al caso. —En sus labios se dibuja una sonrisa de lado—. ¿Acaso las hormonas han cegado tu racionalidad?
Oh, cielos.
—¡Tú! ¡Hijo de….
—¡Espera! —exclamo antes que lo lance al suelo. Sí. He dicho algo en el momento menos oportuno. El chico extraño de cabello pintado, clava sus ojos en mí—. Será mejor que hablen afuera. No demora en llegar un profesor y…
—¿Quién eres? ¿Otra de sus ligues?
¿Qué cosa?
Su pregunta viene con Cassis agarrándolo de una de sus manos con fuerza.
—Será mejor que salgamos —indica sin soltarlo para levantarse de la silla—. No quiero malentendidos innecesarios.
Lo miro preocupada y desconcertada.
—¡¿Piensas que no sabemos?! ¡Eres uno de lo más perros de este instituto! ¡Solo por tener ese rostro agarras novias ajenas!
Sí. Uno de los rumores que están alrededor de Cassis, es ese.
—¿Piensas que tengo ganas de estar agarrando mujeres de ese calibre? —cuestiona Cassis a medida que lo jala hacia entrada del aula. Los otros estudiantes se han acumulado para ver la escena—. Sin embargo, tienes un talento en crear historias extraordinarias.
Lo lanza afuera, igual que un saco de papa.
—¡¡Mientes!! ¡¡Te besaste con mi mujer!!
Cassis ríe desde la entrada del aula.
—Oh, vaya. ¿En serio? ¿Tan bueno fue el beso que no lo recuerdo? —inquiere con ironía—. O solo que haya perdido la memoria por la belleza que tuve en brazos.
El chico de cabello pintado, se va encima de él, pero Cassis lo agarra del cuello del uniforme desordenado y lo arrima a la pared.
—¡¡Me la pagarás, Harvey!!
—Te daré la oportunidad que te largues en este momento —declara Casis con tono lleno de seriedad—. O solo que quieras estar en el piso aplastado por mí.