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El fin de semana, vino sin novedades.
Mi mejor amiga vino a recogerme en el auto de su hermano mayor, quien está en la universidad y no para de parlotear sobre la vida universitaria estresante. Arthur Simon, es un chico atractivo con lentes que les gusta las matemáticas. Athena dice que debería de usar esas gafas sosas, pero sabemos que si se las quita, atraería a muchas mujeres.
—¿Tienen novios?
—Deja de preguntas tonterías, Arthur —regaña Athena a su hermano—. Si lo tenemos o no, no te interesa en lo más mínimo.
Él se acomoda sus gafas.
—No es de otro mundo. Pronto terminarán la secundaria y entrarán a la universidad —cuenta a medida que maneja—. Están a punto a otra etapa de la vida.
Río ante su comentario de viejo.
Mi amiga pone los ojos en blanco.
—Solo eres mayor por dos años que nosotras, idiota.
—Cuando entras a la universidad, ves todo diferente, hermana menor.
—¿En serio? Entonces, significa que ya has tenido muchas novias —comenta ella—. Ya que estás diciendo tonterías de novios y todo eso.
—No tengo tiempo.
Ella bufa.
—Entonces, no vengas con conversaciones que no vienen al caso —espeta entre regaños—. Solo eres un chico nerd que está metido en números.
—Solo porque uso lentes, no significa que soy un nerd, Athena.
—¿En serio? ¡Ni novia tienes, tonto!
Carcajeo ante la riña entre hermanos.
Me encantaría decir que los entiendo, pero no tengo hermanos. Soy hija única de madre y padre. En la actualidad, solo vino con mamá, quien trabaja como enfermera y casi ni está en casa.
—Lo que sea. ¿Ya sabes que escogerás en la universidad, Line?
Él también me llama por mi diminutivo.
—Todavía no. Puede que sea enfermería. Aún no lo decido.
—Line tiene el complejo de Jesucristo. Siempre termina ayudando a desconocidos —comenta Athena—. No me sorprendería que se metiera en problemas por esa razón.
No es la primera vez que lo dice.
Es posible que se deba a la vida que llevo.
Mamá trabaja casi todos los días y debo mantenerme. No me gusta ver a otros padecer algo porque sé que se siente. No puedo evitar sentir empatía.
—Si te gusta esa carrera, estúdiala.
—Al menos, ya sabremos a quién ir con el tema de las inyecciones —comenta Athena sonriendo—. Ya puedo imaginar el papel que desempeñarás, pero no tengas un novio que estudia eso. Dicen que son mujeriegos.
—Eso no depende de la profesión, tonta hermana menor.
—¡Oye! ¿Acaso no escuchaste lo que dijo nuestra tía Laura? —cuenta—. “No te enamores de un personal de salud. Son mujeriegos”. Es normal porque su profesión le causa estrés y necesitan….
—No me interesa la profesión del chico —interrumpo antes que diga algo fuera de lugar—. Mejor dicho, no me he puesto a pensar con profundidad.
—Cuando entres a la universidad, podrás conocer a muchas personas de diferentes profesiones —dice Arthur, apeando el auto a un lado del auditorio de la secundaria. Hay muchos carros estacionados y chicos saliendo con disfraces y antifaces—. Disfruten de esta noche. Las pasaré a recoger a las once.
—Lo que sea. No salgas. No quiero que te vean —dice Athena acomodándose el antifaz igual que yo—. Maneja con cuidado y nos veremos en unas horas.
Son las siete de la noche y tenemos cuatro horas para disfrutar de la fiesta de disfraces. Ambas salimos del auto hasta la entrada donde nos reciben paras personas disfrazadas. Algunos son supervisores. Es la primera vez que piso una de estas fiestas de adolescentes.
La música de Camila Cabello- bam bam, se escucha hasta afuera.
—¡¡Me gusta!! —exclama mi amiga emocionada a mi lado—. ¡¡Nadie nos reconocerá!! ¡¡No olvides que tienes la oportunidad de confesar tu amor esta noche!!
Confesar mi amor por Ashiel.
Cierto, Cassis dijo que también iba a venir. Dudo que nos reconozcamos, ¿o sí? A medida que nos sumergimos en el tumulto de adolescentes disfrazados, nos damos cuenta de todos los disfraces estrambóticos.
—¡Mira! ¡Habrá un evento de confesiones! —dice Athena a mi lado. Hay un letrero que sostienen dos personas disfrazadas de calaveras—. ¡Puedes aprovechar ese momento!
¿Piensa que solo vine a confesar mi dichoso amor por Ashiel?
—¡Dudo que vaya a hacerlo!
Ella voltea a mirarme. Puedo ver su tez ceñuda a través del antifaz. La música cambia por una de cary Brothers- Belong. Ambos estamos hablando en voz alta.
—¡¡Tienes que hacerlo!! ¡¡No importa el resultado!! ¡¡Debes ir por ello!! —exclama a través de la música—. ¡¡El que arriesga no gana, nena!!
Río ante su comentario.
Ella también hace lo mismo, mientras vamos a la pista principal para bailar. No importa si tengo novio o no en la secundaria. No pasa nada si Ashiel no acepta mis sentimientos.