Las dos amigas pasaron cierta parte de la mañana en la tienda, enfrascadas en la elaboración de una pequeña lista de virtudes sobre Mara. La idea era simple, como su imagen ya se encontraba bastante manchada por inconvenientes del pasado, ahora sería momento de que Leire hable con el escritor, y le comente lo interesante y agradable que es su compañera de trabajo, de esa forma podrá endulzar su reputación para que cuando ella se le acerque puedan tener una conversación en condiciones de dar pie a una duradera amistad.
La lista de virtudes terminó solo siendo tres palabras, y sobre lo de talentosa no había mucha seguridad, pero era algo bueno para iniciar, y quien sabe si daría resultado, solo tenían que encontrar el momento perfecto, una actividad que pudiera realizarse entre dos, y que no requiera tanta concentración.
Joel, en la fiesta del día anterior había recibido a su teléfono el archivo con su anterior lista de ideas mientras Mara acaba la armónica, ahí se dio cuenta que faltaba información en aquel documento, la forma en que el elabora sus ideas constaba de una premisa, posibilidades para subtramas, y algunos datos sobre el tema que se trataría en cada posible historia. La ubicación de la lista completa seria todo un misterio del que no se ocupó las siguientes horas. En aquel momento se encontraba lavando los platos, escuchaba con suma atención las anécdotas de la granja que le dicen sus compañeros de cocina, nunca sabe de dónde vendrá la idea para una novela, por tanto, nunca rechaza escuchar un relato, por más irreal que le parezca.
Más tarde cuando no había mucha afluencia de personas que coman, y por tanto, no había ya platos que lavar salió a caminar para que le asignen otra tarea. Mara se retiró de la tienda, él ingreso y vio a Leire, que se al verlo, decidió enseñarle el sistema de facturación.
—¿Qué tal ha ido el trabajo?
—He aprendido mucho —dijo, cuando terminaron de ver como se imprimía la factura—, creo que ha sido mejor de lo que esperaba.
—Sí, también me gusta aquí, por cierto el golpe del otro día —Un buen momento para decir que Mara no lo había notado, pero eso no le correspondía— ¿No lo sientes ya, verdad?
—No nada de nada, creo que tuve suerte.
—Aja, hay otro caballo que te dejaría sin poder comer —Se dio cuenta que podría mencionar lo de que Mara no se había dado cuenta por la música—, por cierto sobre…
—¿Cómo es ser veterinaria, en este sitio? —Esa información le podría servir para una historia—, oh disculpa, ibas a decir algo.
—No, no pasa nada —Pocos le preguntan eso—, pues por lo general va muy bien, nos aseguramos de que todo esté en orden con cada animal, no suelen haber plagas ni cosas extrañas, y si hay lesiones o enfermedades sabemos que hacer.
—¿Hay más veterinarios aquí?
—Somos solo dos, soy la de menor rango, pero mi compañero se encarga también de otras cosas, ya ves que aquí somos multifuncionales.
—Sí, eso me encanta. —Hizo una ligera pausa—. Sé que quizás esta sea una pregunta extraña, pero ¿Hay alguna vez que, en tu trabajo, sea aquí o en otro centro veterinario hayas sentido miedo por algo, de algún animal quizás?
—¿Miedo? —Busco en sus recuerdos—, con lo del caballo que te mencione, ya está mucho más calmado, pero cuando nos lo trajeron era otra cosa, me recordó a un capítulo de un podcast que escucho, son historias de terror muy variadas.
Joel saco su libreta para preguntarle del nombre de aquel programa de internet, cosa que ella no se esperaba, la charla se dirigió por el asunto de los diferentes capítulos, y para Leire fue un misterio como es que él anotaba tantas cosas en la libreta, pero luego recordó a que se dedica. Pudo preguntarle sobre eso, pero asumió que no daría ningún tipo de información, además estaba muy motivada a contarle sobre su proyecto de ficción favorita como para interrumpir el momento.
Mientras eso Mara se encargaba de guiar a un par de familias que decidieron visitar el sitio debido a la noticia de haber ganado el concurso. Les mostro la zona del hospedajes, y las hamacas donde podrías recostarse entre los arboles cercanos, no era su fuerte dar esa clase de recorridos, pero se dijo a si misma que lo estaba haciendo bien, aunque un par de hermanos de unos diez hayan habían susurrado que debería sonreír más, ella solo hizo como que no los escucho, les indico donde estaba la recepción y les dijo donde podrían probar el queso, no le dijo a los niño que ojala se atraganten, pero debido al ruido que hacían, poco le falto.
Entonces llego Carlos, él se encargaría de que una vez registrados, puedan recibir el recorrido por las partes interactivas de la granja. Mara, por su parte fue a la tienda, para asegurarse de que hayan postres. Ahí noto que Leire había puesto alguno de música tranquila, y era la única en la vitrina.
—¿Y qué paso? —Le pregunto a su amiga—, ¿Hablaron?
—Sí, hablamos mucho. —Se le había olvidado mencionar las virtudes de su compañera—, de muchas cosas.
—Genial. —Si habían postres, esa tarde se estaban vendiendo bien—, y ya se fue…
—Si termino su turno.
—Bueno, muchas gracias. —Ahora podría hablar con él sin problemas—, ahora la siguiente fase es que podamos ser amigos para que me ayude con mi libro.
—Si… —Sonrisa incomoda—, quizás tengas que esforzarte con eso.
Mara se acercó a ella, con un temple algo amenazante. Leire tenía que ser clara.
—No hablamos de ti. —Admitió—, sé que era el plan, pero se me paso.
—¿Entonces sigue pensando igual de mí? —Exhalo sin darse cuenta por la nariz—. ¿Me estas diciendo que aún cree que soy grosera?
—Sí, iba a contarle de todo lo que quedamos, pero nos distrajimos hablando de las historias de terror, de las que siempre te cuento.
—Nunca me has contado de ninguna historia de terror.
—Si te he hablado de podcast favorito, del búho que habla —dijo defendiéndose—, muchas veces.
—Creo que recordaría —aseguró—, más si dices que es tu favorito.