Por fortuna para la economía de aquel pacifico establecimiento, no caía ya agua del cielo. El sol comenzó a asomarse por entre un par de nubes, y de un lado de los extensos campos ya hacían su lento trote cuatro caballos con sus jinetes, y Carlos como guía.
En otra parte de la granja, dentro de un garaje grande, que sirve también de mini bodega para algunas cosas, se guarda un camión que utilizan para llevar productos de elaboración propia a otras partes del país, la cabina es grande, y el vehículo lleva meses acumulando polvo, y algo de lodo, por eso se suelen turnar, para que, quienes no son conductores lo limpien.
Es ahí donde se encontraba Mara, explicándole a Joel cual era el proceso, pues era a quien el jefe le dijo que vaya con ella cuando lo encontró cerca. El vehículo ya estaba en medio campo, para que se pudiera secar. Primero irían con el interior, por lo que se habían entrado a la cabina donde se almacenan los productos. Utilizaban las escobas de cerdas gruesas para cepillar el suelo enjabonado.
Esa podría ser una oportunidad única para la chica diga lo que tenga que decir, no había certeza alguna de en qué otro momento podrían trabajar juntos, y con tanto silencio, de modo que mientras limpiaba una de las esquinas interiores del camión, intento tantear el estado de animo de su compañero, todavía le costaba creer lo afortunada que es de tener a su escritor favorito tan cerca, y cuando vio que con las preguntas básicas no lucia indispuesto fue cuando tomo aire y soltó lo que tenía que decir.
—Oye, por cierto… —Sí que le costaba hablar de aquel momento, primero no iba a mirarlo, pero luego lo hizo—, el primer día que viniste, no me había dado cuenta de lo que paso con el caballo.
Él dejo de cepillar, para dirigirle toda su atención.
—¿Ah, no?
—No, estaba escuchando música, y metida en mis pensamientos supongo —dijo al fin—, creo que tenía muy alto el volumen, por eso cuando te note ahí en la cerca creí que descansabas.
Eso a él se le hace sentido. Pero todavía existe una interrogante.
—¿Por qué no lo mencionaste antes?
—No lo sé, creo que no encontraba el momento… y la verdad me cuesta disculparme. Sé que está mal, pero bueno, ahora lo estoy haciendo, debí decirte que mires primero que no te hayas roto nada, y dejarte descansar.
—Entiendo —Comprensivo—, bueno supongo que tampoco yo te dije lo que había pasado.
—Sí, pero era entendible, debí darme cuenta, no estábamos demasiado lejos. Como sea… por cierto, fui yo quien te dejo luego un pastelito cuando limpiabas un cuarto de huéspedes.
—No había ningún pastelillo —Entonces vio esa masa aplastada que arrojo a la basura—, aunque había algo que parecía un postre, pero hecho papilla en una cómoda.
—Bueno, cuando lo deje ahí tenía una forma normal. Pero se me olvido poner una nota, era mi forma de decir que lamentaba lo de antes, sin decirlo.
Decir sin decir, un recurso necesario en la escritura. Joel se quedó inmovil unos segundos, entonces volvió a agarrar su escoba para continuar con su trabajo.
—Comprendo ¿Y cómo supiste lo que paso con el caballo al final?
—Me lo dijo Leire —También sujeto su escoba—, sino no me hubiera dado cuenta nunca.
—¿Cómo esta ella por cierto?
—Me escribió hace un momento, su hermano tuvo una especia de recaída, y tenían que hablar de un nuevo tratamiento, pero estará bien, siempre se recupera.
—Menos mal —Movía el agua ahora sucia en dirección al exterior del vehículo, con su herramienta de trabajo—, que bueno que me comentes todo esto ahora, lo agradezco.
—Entonces. —Quizás sea una pregunta imprudente, no podría estar segura— ¿Estoy perdonada?
—No sabría decirte con exactitud todavía, pero sí, supongo que sí.
Fase uno completa. A espaldas de él, ella hizo un baile feliz, y dejo de hacerlo una fracción de segundo antes de que él se volteara. Mara continúo con las esquinas de la cabina, y aprovecho el momento para otra pregunta.
—¿Ahora si puedo saber en que trabajas? O trabajabas, sobre el proyecto que te trajo aquí.
—Solo diré que es como dije antes, quería cambiar de aire, mi empleo principal me ayuda a conocer diferentes caras de la realidad, puntos de vista y escenarios —dijo él—, por lo podría decirse que es algo de investigación.
—Interesante —Prefirió no ser pesada, pero eso que dijo le hizo recordar a uno de sus libros—, una vez leí algo similar, creo que se llamaba “Los espías” o algo así, era sobre gente que investigaba diferentes profesiones, y debía infiltrarse con organizaciones criminales que movían diferentes cosas ilícitas, una en cada continente, y se mostraba un poco de cada cultura —menciono como si nada, y continuo con su labor—, te recomiendo ese libro si no lo conoces, como es lógico son cuatro partes.
—Lo tomare en cuenta —dijo, alegre por la referencia.
Más tarde, ya con el cielo oscuro y empezando a brisar, cuando Joel estaba comiendo solo en la pequeña mesa de su departamento recobro el recuerdo de ese texto que menciono Mara, no esperaba que ella haya leído algo suyo, aunque lo cierto es que su principal publico era su propio país. Empezó publicando en internet, y cuando cobro popularidad fue que las editoriales le pusieron el ojo.
El asunto es que aquella saga era una de las ideas de su lista de ideas completa, que ahora estaba perdida, y que su madre, que tenía la computadora vieja no pudo encontrar. Seguramente donde se encuentre el documento con esa trama semielaborada habría más de sus viejos proyectos no nacidos.
De pronto cuando fue a lavar los platos sintió como todo volvió a su mente. En el primer departamento donde se pudo mudar él solo, mucho más pequeño que en el que se encontraba, solía escribir en una portátil que para esa época ya estaba desactualizada, y yendo por un vaso de agua tropezó con el cable del cargador, lo que provoco que el equipo callera al piso, desde ese momento no lo volvió a encender. Entonces la había llevado donde un técnico, y como en ese momento empezó a usar una libreta, y una marca tecnológica le regalo una portátil mucho más liviana, se olvidó de la anterior.