Conflictos En La Narrativa

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Mara se hallaba en la tienda de recuerdos, en ese momento un poco menos abastecida, se distraía con bastante facilidad de casi todo, en una hoja del procesador de texto tenia escrito un nuevo planteamiento para la historia que había decidido que usaría para participar en el concurso de la editorial. Quería conservar todo los dilemas, y la mayor parte de su protagonista pero hacía falta anular lo de que el personaje principal perdió a sus padres, pues se puso a pensar un poco y se dio cuenta que la mitad de héroes, de películas, muchas series, algunos libre y sobre todo animes no contaban con padres vivos, o por lo menos uno de estos.

Por eso cuando algún cliente pedía algo, tardaba un poco más en responder, pues su mente repasaba una y otra vez la crítica de Joel, llego incluso a pensar que fue muy duro con ella, o que solo quería desahogarse debido a que no lo dejo descansar cuando recibió la patada de aquel fuerte animal, eso podría tener sentido ya que nunca dijo que si la perdonaba.

Escribía y reescribía diferentes elementos en el procesador de texto, tenía que elegir que mantener de su esquema original, y noto que le faltaba algo de orden a su proceso creativo. Ese libro lo había escrito como en cinco días; todo se dio una ocasión, cuando fue de vacaciones a casa de sus abuelos (ambos vivos ¡Por ahora!), era más joven y no le iba bien en el colegio, hizo la estructura de los capítulos en una sola hoja de cuaderno, y luego cuando había llegado tras días de campo a casa redacto todo en su computadora. Sentía que la historia era una completa genialidad, que con solo contar la premisa le lloverían alabanzas como abucheos alguna vez, y aquella sensación original de anhelo de aquella vez quería mantenerse pegada en su mente, como una garrapata en un animal de granja, después de todo funciona, es un recuerdo útil de una época no tan agradable, y le hace sentir que puede crear algo hermoso, sensación que no experimenta con regularidad.

En ese momento todavía no tocaba la harmónica, y cuando lo hizo fue porque pensó que no era un instrumento muy común, en su curso escuchaba de otros compañeros y compañeras que tocaban el piano o la guitarra, y entonces cuando paso con su padre por una tienda de instrumentos musicales, pensó en algo que pueda llevar fácil a cualquier lado, la flauta no le agrado demasiado, y la harmónica era más pequeña, por lo que se habría dicho a si misma ¿Por qué no?

Saber algo de música era necesario para mejorar su promedio, tuvo que dar una pequeña muestras a los maestros, para que le asignen una nota, y no le fue mal, pero luego el interés decayó, y solo lo retomaba cuando de verdad se aburría de otros aspectos de su vida, únicamente por no oxidarse, pues aquel instrumento ya dejo de ser algo que le interesara demasiado.

En la tienda, termino por borrar lo que había escrito, quizás luego pueda continuar, en ese momento le vendría bien un ligero descanso de lo que ocupaba su mente. Pero al mirar por la ventana, a lo lejos vio un grupo de unos diez turistas que eran guiados por Carlos, y que parecía ser acompañado por Joel, que lucía divertido, quizás por algún comentario de alguno de los visitantes, o quizás no, quizás recordaba cuando hizo sentir inútil a Mara, ella lo observaba como dando esa posibilidad por hecho, aunque por la distancia, no podría verlo.

Lo cierto era que Eslater solo escuchaba las anécdotas que Carlos les comentaba a sus clientes, parecía tener una lista que de vez en cuando repetía porque sabía que funcionaban en esa clase de recorridos.

—¿Qué comen los caballos? —pregunto un niño mientras el grupo quedaba fuera de vista de la tienda, y se acercaba al granero.

Carlos iba a responder, pero recordó que su compañero había pedido que le permita controlar un poco los grupos, ya que siempre se le ha dado mal, por lo que dejo que Joel conteste.

—Son herbívoros —dijo, caminaba de espaldas para ver al grupo—, comen paja, heno y pasto. También a veces avena.

—¿Cuál es la diferencia entre el heno y el pasto? —dijo otro niño, con un videojuego portátil.

Esa era una buena pregunta, que Joel no supo contestar, por lo que tuvo que devolverle el mando a Carlos, aún tenía mucho que aprender. Y aquella respuesta de su compañero le hizo pensar en que ese día, seguramente tendría que ir a hacer sus compras de la semana.

Mantenía su concentración en eso cuando lo enviaron a limpiar el corral de las ovejas con una compañera a quien también le tocaban actividades físicas ese día. Pero Mara se le acercó y le sugirió que era una buena oportunidad de ella para que practique usar la caja si quiere que la asciendan, ya que en ese momento había baja afluencia de personas, la chica se quejó primero, si quería ascender, pero hacer méritos para eso es más complicado que solo desear algo con todas sus fuerzas. Mara entonces no le sugirió que vaya, se lo ordeno, ella igual no estaba segura si ir, por lo que su compañera le dijo que había dejado una rebatada de pastel guardada para después, y que podría comérsela, eso era lo único que necesitaba para convencerla.

Por lo que la otra chica cuando le había dado las herramientas a Mara para que continúe con su trabajo, se fue a la tienda. Ahora están el escritor y ella, quien también quiere serlo, el silencio también los acompañaba.

Joel no estaba lejos, se encontraba cerca a las ovejas que podrían ver la tensión que Mara se imaginaba que se podría cortar en el aire. Lo noto distraído mientras movía su pala por distintas partes del corral. El hecho de que no le hable a ella fue, para Mara la señal inequívoca de que, luego de esa crítica tan cruel, ya no quería saber nada de ella, quizás hasta la odie otra vez, no es digna ni de mirarlo.

“¿Sera que las ovejas también patean?” era la pregunta que Joel se hacía mientras continuaba su trabajo bajo el cielo nublado. No había mucho que recoger, por lo que terminaron relativamente rápido, y en silencio.




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