La última confrontación física, que había tenido Mara hasta aquella mañana que no tendría que ir a trabajar, fue con una mariposa, hace ya muchos años, como termino cayendo a un charco de lodo, se podría decir que la mariposa fue la vencedora. Ahora tendría que enfrentarse a un rival de su tamaño, una mujer de su estatura y peso similar, se hallaban en una pelea de demostración en unos entrenamientos de boxeo en el gimnasio del pueblo.
Era evidente por tal paliza que la otra chica propinaba que llevaba años de esquivar y golpear, cada flexión y lanzamiento del puño enguantado daba directo en la protección facial de Mara, y resonaba en todo el edificio abierto donde se encontraban realizando esa demostración. Mara trataba de esquivar, pero era obvio que le costaba, pues era la primera vez que hacia tal cosa, por lo que no parecía una pelea justa. Cuando evade un solo golpe, recibe siete, con ambas manos, que se siente como proyectiles, y luego otro más directo a la cabeza que la deja sin aire en la esquina del ring.
Desde ahí levantó con dificultad la mano para pedir un descanso, bajo el ring pudo ver a su entrenadora que aplaudía un poco y felicitaba a la otra estudiante, la que no siente que vio estrellas, mientras al lado suyo Eslater aprovechaba el momento de distracción para dejar constancia de algo en su libreta, como si le robara algo a la entrenadora cuando no lo miraba.
—¿Qué tal lo hice? —dijo Mara a la entrenadora—, ¿Estuvo bien para empezar?
—Tienes que usar más energía al esquivar —contesto, al lado de su aprendiz de años, que se quitaba la protección fácil—, y debes practicar el golpe que te enseñe, la postura tampoco es la mejor, tienes que separar un poco mejor las rodillas.
Mara no tuvo problemas con aquellos comentarios, todos ahí entendían que era su primer día, quién sabe si el ultimo, y además en experiencia la otra chica era por completo superior. Cuando recibió todos los consejos se bajó del ring, todavía con inseguridad de donde ponía cada pie y adolorida como nunca, acabo cerca de Joel, que leía complacido las múltiples notas que había escrito.
—Que bueno que te haya servido —dijo ella, mientras su vista se terminaba de acomodar a su percepción del espacio. Cuando se acercó para leer, justo él se guardó la libreta—, ¿Me viste?
—Un poco —contesto—, pero lo importante no era eso de momento.
—No que querías aprender sobre este mundo… —dijo, dejando que él le quite el primer guante.
—Si, por eso estaba hablando con la maestra. Me contó cómo funcionan los campeonatos, el sistema de puntos, sobre algunas luchadoras experimentadas, como manejan la parte física, que pasa si no lo hacen, hazañas… —Tener tantas ideas significa mucho para su nueva obra—, fueron un par de horas muy bien invertidas, seguro que para ti también, ahora sabes lo que puedes aguantar.
La primera hora y cuarenta minutos ensayaron los movimientos básicos, luego los siguientes veinte minutos se realizaron las peleas de demostración, para la entrenadora era demasiado pronto, pero Joel quería ver como se vería una pelea en la vida real, sin los adornos de Hollywood, por lo que la entrenadora escogió a una campeona y comenzaron con el enfrentamiento, y él puso mucha atención al primero, pero con la poca experiencia de Mara se dio cuenta que no aprendería como es que se ve una pelea medianamente justa.
—Pues como dijiste tú, esto si fue algo nuevo —Miraba a Joel quitar el segundo guante—, y quizás si me pueda servir al momento de elaborar historias, creo.
—Claro que sí, solo debes saber cómo —Ahora es quien sujeta ambos guantes—, tu siguiente tarea es anotar todo lo que percibiste, como pensaste que seria, como fue, como de cansada te sentías, luego me lo pasas, y podremos ver si has aplicado lo que te enseñe sobre la redacción y describir sin adjetivos.
—Bien, pero tengo una pregunta —Caminaban hacia el área de los baños—, ¿Por qué no te inscribiste tú? Y así lo puedes experimentar todo de primera mano.
—Debo proteger mi principal herramienta de trabajo —Señaló brevemente su cabeza—, cuando escribimos hay que estar lo más lúcidos posibles, y hoy no me quería arriesgar a una lesión así sea mínima.
—Claro, eso debía ser, y a mí que me jod… —dijo, algo molesta, luego dejo de estarlo—, bueno, no tardo.
Entro con el bolso de gimnasio a las duchas. Él se quedó esperándola y un rato después ya caminaban por el pueblo en dirección al auto del escritor. Mara habría pensado que la razón de que ella fuera la única inscrita en el box, fue que él todavía quería vengarse de lo del caballo, pero conforme se daba la claridad que solo un descanso post-golpiza podría darle, notaba que eso era improbable, no le pareció que su compañero sea la clase de personas que hace sufrir a los demás, sino más del tipo que si algo no le gusta, lo dice y se retira.
Se mostraba abierto a continuar con la amistad y sus charlas ya no eran exclusivamente sobre temas artísticos, de modo que ella se dio cuenta que su plan iba acorde a lo planeado, aunque plan ahora sonaba como una palabra despectiva, como si solo lo usara para su beneficio, y si ese fue el caso en algún momento, ya no lo era. En ese momento, lo que tenían era lo que siempre debió ser una relación de compañerismo, de la cual ambos salen beneficiados.
Mientras él conducía a su propio departamento, para que ella pueda tomar el bus ya que debería hacer algo después, el último tema que trataron fue sobre el proceso de escritura.
—¿Sabes que más no me gusta? —dijo ella.
—¿Qué cosa? —dijo él.
—Cuando hay gente que traduce los libros de inglés al español —dijo—, y no usan sinónimos.
—¿Sinónimos de qué? —dijo él.
—Del “dijo” —dijo ella.
—Ahh, si, tienes razón —dijo—, si lo he notado en algunos casos.
—Otra más de tantas complicaciones —dijo—, el bendito “dijo”.
—Sí, traducir debe tener sus complicaciones, y escribir en general puede ser algo estresante —menciono cuándo se hubo estacionado—, pero vale la pena.