Una de las actividades más esperadas del mes, que Mara tenía siempre en su calendario mental, era la reunión quincenal con su club de lectura, la mayoría de las veces se llevaba a cabo en un rincón de una librería del pueblo, eran alrededor de diez personas a veces un poco menos que toman asiento en círculo, como si se tratara de una terapia grupal, y de cierta forma, lo era, pues a veces uno de ellos llora.
Entre hombres y mujeres todos leían una misma obra, de lo más variado que podrían, a veces clásicos, a veces novelas en tendencia, una vez un comic, historias desafiantes para el intelecto, o cosas sencillas de las que se podía extraer una charla interesante, misterios, dramas o hasta comedias. Llevaban en eso alrededor de un año, de modo que todos por medio de sus comentarios, y de las idas a cafeterías o restaurantes de después, establecieron algunos lazos de amistad.
Hace cuatro libros, fue la elección de Mara la resulto ganadora en el sorteo, de modo que habían leído uno de las emocionantes tramas de J. Eslater. Hubo críticas bastante variadas, pero por lo general fue del agrado de todos los adultos allí reunidos. Por tal motivo, y sabiendo de lo buenas personas que son sus compañeros, Mara había bajado sus defensas en la reunión más reciente, cuando terminaron de analizar el antagonista del último libro empezaron a hablar de lo que cada quien había hecho en los últimos quince días.
Uno de ellos fue a un concesionario, y se compró un auto, un gran logro, pero esperable por su nivel económico. Otra de ellos fue a un concierto exclusivo, bien por ella, pero con dinero cualquiera. Uno jugaba futbol con sus amigos, y ganaron un campeonato en otra ciudad, eso es trabajo en equipo. Hubo una mujer que solo fue al dentista, sin comentario.
—¿Qué hay de ti? —cuestiono Cristi, era la mujer con el cabello más corto de ahí, y dueña de otra librería—, ¿Qué has hecho?
—Dudo que me crean —Mara, ansiosa por comentarlo.
—Buena forma de crear suspenso —dijo el del campeonato de futbol, y los demás rieron—, pero a ver. No debe de ser la gran cosa ¿O me equivoco?
Mara de verdad respetaba la decisión de mantener la identidad de Joel en secreto, pero se sentía en confianza, y al final habló, habló de que en su trabajo, que no saben los demás con exactitud el sitio, conoció por purísima casualidad a un escritor famoso. Luego dio la pista de que ya lo habían leído, y no fue difícil deducir que se refería al único que era del mismo país, de todos modos todavía se podía apreciar algo de incredulidad en el grupo, no a causa de que Mara suela contar historias falsas, sino por la improbabilidad de que aquello ocurriera y que se escuchaba como el argumento de una mala comedia romántica.
Camino a la cafetería solo seis de ellos, la más joven del grupo continuo con su relato, no menciono que él no sabe que ella conoce su trabajo, si menciono que ahora le ayuda en su novela para el concurso. Cuando tomaron asiento, y ya dos de ellos tenían su orden en la mesa, les comentó, sobre como se le ha hecho convivir con dicha persona, sobre la variedad de temas que analizaban en sus recurrentes charlas, e incluso realizo una descripción detallada y real de él físicamente, pero nunca llego a mencionar su nombre verdadero, o mejor dicho su apellido. Cosa que agradeció para sus adentros cuando ya quedaban solo tres.
Ellos hicieron la promesa de no decirle a nadie, e incluso uno de ellos, el más malhumorado del grupo, y que vivía sin mucho que hacer, además de leer cosas lo más realistas posibles, aseguro no creerle, Aquel comentario no le molestó en lo absoluto a la protagonista del relato, de hecho hasta lo prefirió de esa forma, por lo que no insistió demasiado en que debía de creerle, pues significaba menos probabilidades de que se llegue a filtrar la información que ni siquiera debió mencionar en primer lugar.
De todos modos se sentía importante al decirlo, la validez de poder hablar con un escritor que empezó en internet y ahora tenía más de diez libros impresos por grandes editoriales era algo único. Deseaba algún día ser ella quien tenga esa clase de trayectoria, y eso la mantuvo en buen ánimo el resto de la mañana y de la jordana en la granja, la cual comenzó en la tienda, ya se podía apreciar un poco más de gente ahí, y había algo de música relajante.
Mientras en la parte sombreada del corral de las cabras, se encontraban Leire y Joel, él tenía la tarea de supervisar que el chivo blanco con mirada que juzga, al que ella le cortaba las partes sobresalientes de las pezuñas no se mueva demasiado, por lo que lo tenía bien agarrado.
—Por fortuna este es muy tranquilo —decía ella, con sus tijeras—, pero hay otros que no.
—No sabía que esto de sus patas crecía de más.
—Sí, lo hacen —Por estar concentrada en esa pata, no se daba cuenta que el animal los seguía con la mirada cuando hablaban—, luego se les hace difícil caminar.
—¿Entonces hay que cortarles el sobrante a cada rato?
—No es tan a cada rato pero sí.
—Y las vacunas y demás ¿Ya las tienen?
—Sí, tenemos una agenda muy clara sobre eso.
—Oh, bien. Por cierto, ya me vi el capitulo del podcast que decías, que transcurría en la granja.
—¡Genial! ¿Y qué te…? —Vio que Mara se acercaba con algo de prisa, por lo que decidió no hablar hasta que esté cerca—. Hola.
—Hey, necesito unos códigos que te pasaron, para los nuevos productos, lo que dijeron en la reunión —dijo ella, tras saludar con un gesto a Joel, pues lo había visto antes ya—. ¿Me los das?
—Seguro… —Dejo la tijera en el suelo, la cabra continuaba en su ejercicio de juzgar con la mirada. Leire teléfono en mano fue a la aplicación de los archivos—, mira ahí.
—De acuerdo —Mara tomó el dispositivo y empezó a revisar. Joel no decía nada, Leire continuo con el trabajo, y luego siguió con la otra pata frontal. Todo era silencioso salvo por algunos animales a cierta lejanía. Mara pareció encontrar lo que buscaba—, ¿Es esto? —Le mostro una tabla desde su pantalla.