Mara habría ido a una cafetería cercana a su donde se ubica su casa con un cuaderno de vez en cuando, para centrarse en la novela que escogió para el concurso, lo cierto era que no disponía de una portátil, pero pensaba comprarse una después, mientras tanto, nada le impidió tomarse un elegante café con su nombre, y escribir al lado de la ventana, sin mirar a su alrededor a las personas ocupadas en sus propios asuntos, que tampoco la miraban a ella, aunque de cierta forma, lo contrario es justo lo que ella buscaba.
La historia ahora tenía por completo un enfoque distinto, la protagonista antes sin padres ahora era una reportera independiente que necesitaba hacer despegar su carrera, y para ello, escogió una historia de su familia.
La música del establecimiento, aunque muy leve llega a distraerla de su labor, al igual que alguna conversación de las mesas aledañas, de la misma forma la gente de la calle, y el cambio de la iluminación que producía alguna nube. Pero estaba decidida a su propósito, así que no salió de allí hasta que, en su cuaderno tenga una nueva escaleta que luego pueda revisar, le costó lo suyo terminarla, hubo borrones, también tachones, y estuvo muy tentada a pedir otro café, pero supo controlarse, además no tenía para otra bebida calienta, aunque pensaba que sí.
Al ser una novela corta y saber que todos los temas introducidos en la primera parte quedaban resueltos, aquel extenso borrador podría considerar terminado, descanso unos segundos, en lo que duraba aquella pieza de música relajante, entonces centro toda su atención en aquella maraña de palabras que solo ella podía leer. Cuando dio la última revisión, al fin pudo retirarse.
—Ahi fue que mi di cuenta —Al día siguiente en la granja, ayudaba a mover fardos de paja a un granero—, le daré más protagonismo a la abuela.
—Puede ser una buena decisión —Joel también cargaba uno desde el camión—, dime que beneficios obtienes de eso.
—En primer lugar da una perspectiva diferente de los eventos —dijo Mara. Leire acaba de llegar, los escuchaba—, en segunda no suelo ver personajes de esa edad con un rol protagónico.
—Bien, podría ser algo fresco —Joel, yendo por el último fardo, que ella le ayudaba a llevar desde el otro extremo—, siempre y cuando tenga una razón de ser.
—Sí, creo que la tengo —Dejaron el ultimo fardo con los demás—, y la tercera razón, es porque quiero, creo que puede ser entretenido, y eso también es importante.
Joel experimento cierta dicha con aquel comentario, como si con su rostro dijera, el aprendiz ha superado al maestro. A los ojos de Leire, en quien ninguno de los dos reparaba, allí había algo de química, puede que sea una interpretación exagerada, pero el arte es algo demasiado poderoso como para no crear vínculos fuertes entre dos personas que lo comparten.
Conforme pasaba la jornada, Leire daba vueltas en su mente a que, las técnicas de su compañera podrían no ser las más morales para acercarse a alguien, en ese momento no hay tanta seguridad de si lo que busca es solo la ayuda para su obra, o algo más relacionado a establecer un vínculo. Y considerar que, puede que se trate de la segunda opción no es una idea que a ella le agrade. Su amiga no es mala persona, pero hay cosas que no se merece, y Leire sentía el deber de hacer algo, quizás no decirle que saben de su trabajo, pero podría ser útil que él mismo decida contárselo, de esa forma tendría una ventaja importante.
Los turnos en aquel establecimiento son bastante variados, aquel día a Leire le toco su break justo a la hora de salida de Joel, momento que fue perfecto para aprovechar y hablar de libros como ocasionalmente hacían.
—Pero me gusto más la segunda parte —dijo ella, su comida recalentada estaba por la mitad—, ¿Y a tí?
—Yo sí creo que fue una buena secuela, era lo mismo sí, pero al extremo —Casi nada ya tenía en su plato, pero hubo vegetales que dejaba para ultimo—, que es justo lo que debe ser una secuela, o al menos es lo que se muchos buscan… buscan expandir la premisa o parte de esta.
—Debe ser complicado —Pensativa, con cierta duda de lo que planeaba—, ¿Y lo último que has leído? Yo justo antier termine “Torrente implacable” de J. Eslater.
—¿Ah sí? —Se aclaró la garganta—, ¿De qué trata?
—Ah pues… —Realmente lo había leído hace tiempo, por recomendación de Mara—, hay una especie de ciudad donde siempre que llueve muy fuerte, y pasa seguido, un asesino sale de su guarida, entonces cuenta como lo llegan a atrapar y todos los riesgos que corre para ocultar sus escenas, y esta la perspectiva del investigador.
—¿Te gustó? —Pocas veces ha a alguien reseñar uno de sus libro sin que los demás sepan que lo hacen.
—Sí, bastante… —La realidad era que no demasiado, solo estaba “bien”, pero al ver su expresión de agrado tomo la complicada definición de mentir, empezó a utilizar las palabras que su amiga le dijo hace no tanto tiempo—, los personajes no son por completo héroes o villanos, ninguno sobra… hay algunas hazañas un poco irreales, pero están bien conseguidas y… —Lo veía, muy interesado por ver que alguien entendió su obra, aunque Leire sabía que no era cierto, que estaba plagiando palabras de alguien más, cosa que no le agradaba del todo, pero ya no tenia de otra que continuar—, las escenas de descanso están bien hechas… y en una parte juegan ajedrez, y hacen un spoiler del final, eso me encanto.
—Ah pues bien, suena interesante, puede que la lea —dijo, como evaluando la respuesta—, ¿Algo que no te haya gustado?
En eso si podría ser genuina y lo fue, sin ser tan brusca.
Más tarde cuando Mara bañaba a una vaca con otro compañero y una compañera, vio pasar a Leire y a Joel, que parecían tener una conversación animada, al parecer su amistad iba bien, incluso reían de alguna cosa, Mara llevaba la “delantera” pero conoce las habilidades de su amiga, en un año de trabajo, cuando se cambió el corte de pelo había tenido cinco pretendientes, es decir, cinco más de los que Mara en toda su vida. Hacer que un escritor famoso la vea con otros ojos sería tan fácil como poner una inyección a una cabra, rápido, certero, y en la mayoría de casos, sin mordidas en el brazo.