Las mañanas en aquel pueblo son especialmente tranquilas, pues son pocos los barrios donde la gente se levante muy temprano a trabajar, y por regla general no hay muchas fiestas hasta la madrugada. Otra razón para levantarse algo más temprano que lo usual, en algunos casos es hacer deporte, salir a trotar a algún parque de los que hay cercanos a los grupos de casas o modernos edificios de apartamentos.
Eso es justo en lo que estaban Joel y Mara, ella había dejado que él guarde su mochila en casa suya y luego fueron a darle dos vueltas al parque, donde no eran los únicos corredores matutinos que rodeaban los pinos. El objetivo de esa actividad era experimentar de primera mano el cansancio en su máximo esplendor, cosa que como es lógico, ambos han sentido antes, pero ahora podrían estar conscientes, para poder luego en sus texto detallar la presión en los pies, como es que funciona su mente en esos momentos, el dolor articular, y eso que hace el corazón, o los pulmones, como si alguien los aplastara en el caso de él de forma uniforme, pero en el caso de Mara, más de la izquierda, lo que la mantenía con gesto interrogante. Además Joel había comentado que le sirve esa clase de prácticas para aclarar su mente en ocasiones que se siente estresado.
Cuando terminaron las vueltas, ella comprobó que a él no le interesaba que ayer hubiera estado con Carlos, y por tanto los celos parecerían no tener efecto, en cambio cuando escucho que fue al cine con Leire y hablaron de su hermano y de la familia de él, Mara si se molestó, pero supo disimularlo con el cansancio de la sesión deportiva, y el enfado acabo disipándose junto al agotamiento físico, fue ahí, en los últimos pasos rápidos que dio cuenta que no hay razón justificable para su molestia.
Continuaron en la charla del proyecto de ella, el escritor todavía no mencionaba grandes detalles de lo suyo, pero continuaba en ese trabajo poco a poco. Conforme llegaron al barrio, y Mara se acercaba a la casa de él, pudo imaginarse que el interior, el cual no había visto pues no entró al dejar su mochila con su ropa, aquel sitio debía ser muy glamoroso.
Seguro tendría un librero más grande que el suyo, con libros horizontales encima de los verticales porque ya no le caben tantos, seguro que habría estatuas de personajes importantes de la literatura, o alguno de los regalos que le han hecho llegar sus fanáticos al código postal. Quizás la imagen sea del todo opuesta, y en lugar de aquello hay una pizarra enorme con lluvias de ideas, recortes de periódicos y una telaraña de pistas y hojas sueltas por las paredes que usa para construir sus historias más complejas.
En lugar de eso, lo que ella encontró cuando le abrieron la puerta, fue solo una casa pequeña y limpia. Recordó entonces lo poco que pagan las regalías, y que si habría bocetos de sus historias, no estarían a la vista, por razones obvias.
Ella agarro su mochila, y como habían quedado, fue a ducharse primero, el baño tampoco era nada especial, y no sabía que esperarse. Cuando ya ambos estaban cambiados se sentaron a la mesa, con el propósito en que habían quedado el día anterior, darle un vistazo a la novela de Mara, allí encima de la mesa, a un lado se encontraba un paquete que contenía la vieja portátil de Joel, que había pedido que le traigan desde otra ciudad, y recién ayer había sido entregada.
En el cuaderno de la chica había una escaleta bastante bien detallada, que por fortuna para Joel ahora si fue fácil de leer, y ambos tenían cosas que aportar.
—Entonces ¿Qué piensas? —dijo ella cuando le termino de explicar la última parte de lo que tenía escrito—, yo creo que puede funcionar.
—Igual yo, pero quería mejor si hacemos algunos cambios —Analizaba el texto y señalaba ciertas partes—, bueno mi sugerencia es que cambiemos… que cambies esta parte y la colocas antes en la historia, para que el primer giro quede un poco menos obvio, podrías retrocederlo dos espacios, así para el lector seria menos fácil que recuerde este dato.
—Ah bien, y podría hacer lo mismo con lo de los terrenos.
—Podría ser, o deja eso allí, cerca del inicio, pero de forma más sutil —Hay potencial en lo que leía—, y sobre el final…
Alguien tocaba la puerta. Joel pocas veces recibe visitas, y la única persona que va sin que la llamen es Sofía, su editora, pues por lo general le agrada la idea de dar las noticas en la cara. Cuando la puerta fue abierta, en efecto se trataba de ella, que pese a ser fin de semana tenia un atuendo semiformal, y un sobre grande en la mano.
—Buenos días Joe —dijo ella, en el umbral de la puerta—, aquí lo tengo.
—¿Es el primer borrador? —dijo en voz algo baja, Agarró el sobre, dentro tendría algo de unas cien páginas por lo menos—, no esperaba recibirlo hoy.
—Sí, me llego a mí —Adopto su volumen de voz—, ya que el guionista y su productora no conoce tu dirección, y como es temporal prefería no dársela.
—¿Lo leíste? —Estaba impreso para evitar filtraciones.
—Sí, pero tenía otras cosas que hacer, no le puse demasiada atención, pero creo que cumple con lo que esperamos de la película —Ella vio una sombra moverse tras de Joel—, ¿Y con quien estas?
—Con una chica —Le respondió, ella pareció alegrarse, y el decidió ser más claro—, con una compañera del trabajo, la que nos encontramos la otra vez en el centro comercial.
—Sí que eres rápido. —Guiño el ojo.
—No es nada de eso, la ayudo con un trabajo.
—Sí, seguro que sí, le haces un trabaj…
—No inventes.
—Lo que digas —terminó—, no es asunto mío, la cosa es que, ya sabes cuándo puedas, revisa el guion, y envíame las correcciones, yo se las pasare directamente al guionista, y trabajaremos sobre eso.
—Que bueno que hayas conseguido ese trato.
—Si, pero recuerda que la productora es quien tendrá la última palabra.
—Soy consciente de ello —Abrió el sobre, y al sacarlo vio que el título del guion no era con exactitud el mismo del libro—, bueno, me ocupare de esto luego.