Conflictos En La Narrativa

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El trabajo de intentar escribir algo decente es arduo, pero al final es bien recompensado, Mara ya había empezado la redacción en su computadora de escritorio, con un café, y música relajante (y sin darse cuenta de lo contradictorio de eso), se esforzaba en encontrar la mejor metáfora, que tenga el mejor sonido, y que sea lo menos cliché posible, escribía todos los días, de noche, cuando no se encontraba en el trabajo, se le hacía imposible no sonreír cuando percibía que todo iba tomando exactamente la forma que quería. Se tomaba sus descansos, e incluso se aventuraba a poner música con la letra en su idioma, cosa que podrida ser contraproducente, porque las palabras la podrían distraer, por lo que sencillamente bajaba el volumen.

Otra cosa que no dejo de hacer, y de lo que se sentía orgullosa es asistir a los entrenamientos de boxeo femenino. Sus golpes ahora si daban en el blanco, pero su postura no era del todo la mejor. Joel la observaba con detenimiento, pues para su obra quería plasmar de forma clara por lo menos un párrafo sobre la manera en que se da el avance, al menos en el caso de Mara era en puntería y velocidad, pero no de los puños, sino al esquivar, mover sus cabeza dejando estáticas las manos, y su estilo, al menos en ese momento parecía ser de dar pocos golpes, pero fuertes, que era la principal queja de la maestra.

La entrenadora nunca dejo de darle retroalimentación, en cada sesión primero entrenaban y luego practican en vivo lo estudiado antes, y para Mara esa era la mejor parte, el peligro de esa clase de deportes no se asemeja al de un videojuego, y la adrenalina que ella podía experimentar al propiciar una ráfaga de golpes, algunos descoordinados se lo hizo notar.

Escucharon la campana y la demostración termino. Las chicas se dieron un ligero abrazo, y la contendiente fue a hablar con la entrenadora, mientras Mara se mantenía en la cuerdas, y miraba hacia abajo a Joel.

—Se me ocurrió algo —Le dijo ella, con cierto cansancio—, para tu historia del concurso.

—Dime —Se agarró de las cuerdas para subir al ring, en la posición que tomaría un entrenador—, aunque entenderé si quieres quedarte las mejores ideas para ti.

—Esta solo te sirve a ti —Dio un pequeño estirón a las cuerdas—, podría haber una escena en la que la protagonista tenga una pelea en una de esas… ¿Cómo se llaman? bueno un cuarto acolchado de un psiquiátrico, la que las paredes suaves podrían simular estas cuerdas, y se puede rebotar.

El escritor evaluó y acepto en un segundo la idea.

—No es mala…, es una metáfora interesante… sobre las batallas que libramos en nuestra mente o algo parecido —Comenzó a hilar las posibilidades en su cabeza, cosa que le hizo exteriorizar su alegría—, podría ser una pesadilla, la representación de una idea o solo parte de una descripción en algún momento importante. Sí, si es buena idea, me la quedo, no sé como no se me ocurrió antes, muchas gracias.

Para Mara el hecho de compartir ideas no significaba lo mismo que para Joel, sus perspectivas eran por completo opuestas, al menos en ese momento, de eso se habló cuando ya salieron del gimnasio y caminaron por la vereda a buscar el vehículo de Joel que por escases de espacio habían estacionado en esa ocasión un poco más lejos.

En los aparadores de aquella área no había nada especialmente importante que ver, y de todos modos estaban muy involucrados en su conversación, pero una librería con amplios escaparates llamo la atención de la chica.

—Mira eso… —Señalo tras el cristal un ejemplar de “Torrente implacable”, de J. Eslater—, ¿Lo has leído? Es muy bueno

—He escuchado cosas de ese libro —fingió, con el bolso de gimnasio de ella en la mano—, ¿Por qué te gusta?

—Esta super bien hecho —dijo, emocionada—, hay una escena donde, de una forma muy sutil te cuentan el final, pero en una partida de ajedrez… hay escenas de descanso que se sientes muy naturales y te habla de los personajes al mismo tiempo, y las escenas de acción, muy bien conseguidas, dentro de lo irreal tienen su sentido.

—¿Ah sí? —Joel notaba en ella, y no le agradaba oír las palabras parafraseadas que le había dicho Leire—, algo más…

—Los personajes tiene su lado bueno a pesar de ser malos, y su lado pésimo a pesar de ser buenos ¡Eso me encanto! —Usaba sus propias palabras, de lo que ella misma escribió en una reseña hace años—, todos los personajes en general, estuvo súper bien.

—Ah —Ser genuino, para él era una algo importante, ahora que Mara usaba las palabras que escucho de Leire, no le parecía que fuera una buena señal—, bueno, antes de que me digas de que se trata, dime que no te gusto.

—Ahí si no se —De verdad no tenía idea, caso contrario no tendría problemas en decirlo—, creo que hay escenas que… es que me gusto todo, no siento que sobre nada.

—Si tú lo dices —desanimado—, supongo que Torrente implacable…

—¡Hey, hola! —Cristi acababa de salir de la librería, y se acercó para saludar con un beso en la mejilla a Mara—, ¿Cómo te va?

—Hola, todo bien. Yo, solo venia de un entrenamiento de box… —No esperaba verla hasta dentro de unos días en el club de lectura—, ¿Tu qué haces aquí?

—Esta es mi tienda, si les había contado —La señalo con orgullo y luego vio a Joel—, ¿Él es de quien nos hablaste?

—Ehmm, creo que no… —Se apresuró a decir Mara—, es un amigo del trabajo…

—¿Es J. Eslater? —cuestiono ella emocionada.

Joel aniquilo con la mirada a su compañera, quiso ser sutil, pero no lo consiguió, habían muchas preguntas en el aire.

—No digas eso —dijo Mara, casi le agarra el brazo a ella para que se calle—, es un amigo.

—Pero es justo como lo describiste —dijo Cristi, miro a ella y luego a él—, el cabello, la contextura, y escuche que hablaban del libro ¿Es usted, cierto?

—¿Ella le hablo de J. Eslater? —dijo, pero señalándose a sí mismo, lo que no fue muy acertado, pues Cristi entendió que si se trataba de él.




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