Alrededor de dos semanas luego de la despedida, J. Eslater ya conducía como si nada por las laberínticas calles de la ciudad capital, el transporte público ahí es más moderno y luce más limpio por el exterior, las multitudes parecen más apuradas, y podrían verse una variedad de personas y estilos de vestimenta que no se apreciaba en el pueblo, los viandantes tienen cierto aspecto más cosmopolita que en el sitio donde estuvo antes, ya que además de prendas de diferentes culturas, usaban bicicletas y monopatines eléctricos para llegar a las modernas edificaciones de allí, donde cerca se encontraban ya designados estacionamientos para tales vehículos.
En ese momento de usar la radio escuchaba música de regiones mucho más calurosas del mundo. Experimentar con diferentes estímulos, sean culinarios, narrativos o musicales mantiene su mente despierta, y le ayuda a tener ideas más frescas y nuevas. Había dejado en pausa la historia de las peleas callejeras para centrarse en conocer la ciudad con su guionista de confianza, al final pudo aportar un poco más en la estructura de la película de lo establecido, y ambos estaban a gusto con eso.
Tras estacionarse fue a uno de los múltiples edificios altos de la zona, y subió las escaleras en dirección al tercer piso. La mascarilla y las gafas eran lo que llamaba la atención de algunos los múltiples hombres jóvenes de ese día, que se encontraban en la sala de espera. Saludo a todos solo con un gesto, no mencionaba su nombre ni que hacia ahí, a ellos no parecía importarles. Cuando llego a la habitación donde se realizarían las audiciones, solo el director y guionista, junto a la directora de casting lo acompañarían en la mesa de jurado, y eran las únicas personas que sabían de su identidad como creador de la obra que se propusieron adaptar.
Conforme pasaba cada uno de los participantes, Joel en su mayoría se mantenía estático, era preferible no dar falsas esperanzas de ser aceptados, para que luego, por alguna circunstancia imprevista resulte que no lo eran. Por parte de los otros jueces, se notaba que sabían muy bien que hacer, evaluaron la capacidad de enfadarse de los aspirantes, de llorar, y emocionarse, les daban una chaqueta, y un arma de plástico, algunos incluso habían ya participado en películas de acción, y les gustaba mencionar donde poder encontrar esos metrajes, otros tenían antecedentes penales, participaron en peleas reales y preferían que nadie sepa dónde encontrar esos metrajes.
Aquel día fue justo lo que esperaban, terminaron confeccionando una lista de por lo menos once buenos prospectos para el personaje que buscaban, de los cuales sería fácil descartarlos en base a su experiencia, y otros de ellos podrían quedar como personajes secundarios. Luego de hablarlo un poco, y revisar las mejores escenas de cada uno en el internet, fue más fácil reducir la lista a cinco. Joel confiaba por completo en sus compañeros, de modo que les dejo esa tarea, estaba cansado, y por eso fue directamente a su departamento.
Vivía ahora en lo alto de un edificio, algo alejado del centro, Sofía fue que pudo encontrarle ese cuarto amueblado, y a él le agradan esos espacio pequeños, nunca ha sido de tener lujos, ni demasiadas posesiones y le resultaba agradable esa parte de su vida donde se mueve a diferentes locaciones llevando su colchón encima del coche y poco más dentro del mismo para aprender y trabajar en otros proyectos.
Terminaba de poner a secar el vaso que acompañaba al plato que habría utilizado para comer, y cuando hubo encendió la computadora para ponerse a escribir, escuchó una llamada desde su teléfono, por lo que fue a la minúscula cocina, al ver el nombre del contacto, no pudo evitar recordar aquello que había pasado en su último trabajo.
—Mmm… ¿Hola? —dijo él, al teléfono—, sí…
—Eh, ¿Cómo te va? —Mara, desde el sillón de su casa—, ¿Es mal momento?
—No, para nada. —Se apoyó en el mesón—, aun no empezaba a trabajar.
—Perfecto, no quería interrumpir nada, solo necesitaba decirte algo, y no quiero que pienses que es para que volvamos a ser amigos o algo.
—No pensare eso. —Si fue lo primero que se le ocurrió que quería—, puedes decírmelo.
—Es sobre el concurso. —Tomo aire, sería un gran paso—, gane el tercer lugar.
—¿Hablas en serio? —Tanto no habían resentimientos que se pudo alegrar genuinamente—, había olvidado ese asunto.
—Sí, de verdad… —La felicidad invadió su voz—, fue hace rato, pero no me lo creía, y espere a que me depositen el premio, de modo que quería comentártelo, porque, estoy segura de que sin tu ayuda no hubiera conseguido este logro, ni de chiste.
—Pero tú lo hiciste todo —aseguró—, yo solo te di las herramientas que tuve, te hable de cosas técnicas y de la forma en que les gustan las cosas a los jueces de esos concursos, pero fuiste tú quien aplico todos los procedimientos.
—Pero no tenía idea, estaba bastante perdida, y pensaba que mi estilo estaba bien, entonces aceptaste ayudarme y me hiciste dar cuenta de tantas cosas, redundancias, errores de sintaxis, temas mal… bueno, luego seguí investigando, y eso, estoy muy agradecida, por eso te llame.
—Creo que solo te di mi opinión… —dijo, aunque la verdad hizo más que eso—, es genial, puedes estar orgullosa, así no hubieras ganado.
—Créeme, lo sé, no me lo creía. —Pausa, muy ligera—, y como sé que te di algunos problemas, y por el mal rato, pensaba en pagarte por tus clases.
—No creo que haga falta…
—Es en serio —dijo ella—, mira, el dinero no me sobra, pero tengo ahorros, no necesito esto, son ciento cincuenta, y sé que, como termino todo, pudo haber acabado peor, y pude haber arruinado de alguna forma tu carrera, cosa que no me hubiera perdonado, no te pido que sea todo como antes, pero me gustaría reparar el daño que cause y las molestias.
No tendría nada de malo aceptar el dinero, pero lo cierto es que tampoco existía una necesidad real para hacerlo, no fue su intención salir beneficiado de aquellas interacciones donde daba su punto de vista.