Era una mañana en la que los rayos solares, alumbraban radiantes en toda la ciudad, y también entraban por la ventana de Cindy, una mujer delgada, muy pasiva, empática, con una mirada que hacía que cualquiera que viera aquellos ojos marrones claros que tenía, hiciera todo lo que ella le pidiera con sólo pedírselo una vez. Su rostro al quedar completamente descubierto ante la radiante luz que entraba a su habitación a través de la ventana, hicieron que se levantará de inmediato, vió su reloj que su mesita de noche.
-Ay no, ya es muy tarde, no me puede estar pasando esto a mí! Ya son las 9:35, ay Dios! – dijo de forma preocupada y algo molesta, ya que su jefe que en la mayoría de las veces no estaba de buen humor...
Pero en el fondo ella sabía que él la entendería, si es que le decía que tuvo un contratiempo.
Entró a la ducha para darse un baño lo más rápido que pudiese, salió casi a los 15 mins, “si que estaba muy apurada”.
Se alistó más rápido aún, y salió. De camino al trabajo se imaginó a su jefe, ya esperándola en su oficina, preguntando las razones de su atraso... Suspiró de forma atónita y cansada, ya que el día anterior se había quedado trabajando hasta muy tarde, y decir que se había quedado dormida no era una opción que ella quisiera decir así por así, además era la primera vez que pasaba, su jefe la entendería, pensó.
Ya llegando a su trabajo, entró con una cara como si tuviera mucha actitud y ganas para trabajar, pero por unos momentos se le podía notar la cara de preocupación por haber llegado tarde.
-Buenos días – dijo uno de sus compañeros con una
sonrisa de oreja a oreja -Buenos días – respondió, correspondiendo al mismo entusiasmo que su compañero.
Se preparó un café para que se le pasara por completo el sueño que aún persistía, luego se sentó, dejó la taza de café a un lado del escritorio y empezó a trabajar.
Después de unas dos horas, alguien tocó la puerta de la oficina delicadamente, era
Arnold, su jefe quien le dijo
-Buen día srta. James, ¿cómo está?, veo que ya empezaste a trabajar... – dijo con una leve sonrisa en su rostro, que no era muy común ver en él.
-Buenos días sr. Stone! – dijo sonriéndole – estoy bien gracias, y sí ya estoy por acabar un proyecto para entregárselo, de hecho, en unos cuantos minutos yo iría a su oficina.
Trataba de no sonar nerviosa, pensaba que él le diría algo por llegar tarde, pero no fue así, estaba contento, ella jamás lo había visto sonreír en aquellos cinco años que llevaba trabajando allí.
Mientras ella se quedó pensando por un rato, su jefe se despidió cordialmente de ella para retirarse, haciéndola volver a la realidad.
Siguió trabajando por unos veinte minutos más, y al acabar, se levantó de su silla para dirigirse a la oficina de su jefe para entregarle su trabajo.
En el camino se encontró a su amiga Shirley, con quien llevaba una amistad de muchos años, desde que eran muy pequeñas, por así decirlo.
-Oh Dios, te ves hermosa Cindy, ya eres hermosa, pero hoy lo estás mucho más – dijo Shirley con una expresión de completa sinceridad.
-Muchas gracias, tú no te quedas atrás, te ves radiante, como los rayos de sol que me despertaron hoy... – dijo sonrojada, mientras ambas se reían – discúlpame, tengo que entregar esto urgente, luego hablaremos, ok? – dijo, vió que Shirley asintió con la cabeza, y visto eso, procedió a retirarse.
Cuando ya estaba en la puerta de la oficina de su jefe, escuchó que él gritaba a alguien, al parecer hablaba por teléfono, quiso retirarse lentamente y volver luego, pero cuando estaba por voltear, la puerta se
abrió bruscamente,
-¿Cindy?! – exclamó algo exaltado su jefe.
-Ehh… si... Señ... – tartamudeó un poco, con una voz algo temblorosa al ver la cara de disgusto nuevamente en el rostro de su jefe – disculpe, venía a entregarle el proyecto, pero escuché que estaba ocupado, e iba a volver más tarde... – dijo con una voz más segura.
-Claro que no. – dijo su jefe poniendo una cara desconcertada, sin entender por qué ella actúa así, tan tímida, como si de alguna manera ella quisiera evitarlo.
Abrió más la puerta y la invitó a pasar diciéndole que revisaran aquel trabajo juntos.
Y mientras él leía aquel nuevo proyecto, con una cara tan entusiasmada, como si fuera un niño con juguete nuevo.
En ese momento alguien tocó la puerta de la oficina.
-¿Quién será? – preguntó Arnold, abrió la puerta y era su secretaria, quién le dijo que un hombre de apellido Spooner lo esperaba en el piso inferior, según el hombre tenía una entrevista de trabajo agendada con él, o sea, con Arnold.
-Dile que pase, por favor – dijo a su secretaria,, en ese momento se percató que Cindy se estaba levantando de la silla haciendo el menor ruido en la medida de lo posible, para así, poder retirarse, y su jefe hable más cómodo con aquella persona. – yo me retiro... – dijo con un tono amable.
En cuanto Cindy estaba por salir, su jefe la tomó del hombro con su mano, -Quédate, quiero presentarte al que posiblemente sea tu nuevo compañero, con quien trabajarás en los proyectos futuros... – dijo con un tono de voz algo nervioso, pero nervioso porque ya quería que ella lo conociera, harán la mejor pareja de trabajo, pensó él.
En eso un hombre de aspecto físico agradable entró, saludando respetuosamente al jefe y luego se dirigió a saludar a Cindy
-Los presento... – interrumpió su jefe con un tono algo incómodo al ver como David, su posible nuevo trabajador, miraba a Cindy. – David ella es Cindy,