Conquistando a Diane

Capítulo 8.

Llevaba el pecho en alto y su mano entrelazada a la suave de ella, orgulloso y completamente emocionado de encontrarse una vez más de su lado, notando el perfecto encaje entre sus manos, maravillado de su aroma, pero sobre todo sonriendo débilmente, quizás algo arrogante, al notar como los ojos en muchos de los comensales del restaurante se desviaron hacia la belleza de cabello de fuego que iba a su lado, pero la realidad era esa, iba a su lado.

Ella volteó a verlo con una amplia sonrisa cuando notó la mesa vestida y reservada en un salón privado, donde solo estarían los dos, la música era completamente diferente y la hermosa pelirroja solo pudo ampliar la sonrisa cuando se dio cuenta que en realidad sonaba Lana del rey, unas de sus cantantes favoritas.

Después de besarle los nudillos la llevó hasta la silla que sacó para ella, empujándola hacia la mesa cuando la preciosa mujer se acomodó recibiendo con una tibia sonrisa el beso que el dejó en la mejilla, ante sus ojos sirvieron agua fresca en las copas y presentaron la carta de bebidas.

—Pide lo que quieras—le indicó seguro, notando como ella solo achicó la mirada al descubrir que el menú no tenía ningún precio.

—No tiene precios—señaló ágil, viéndolo con una ceja arqueada.

—Es un consejo de uno de mis amigos—Emma solo se puso a reir, negando—quiero que comas y tomes lo que desees, sin pensar en precios, en cuentas o demás.

—¿Y si te quiero ayudar? Siempre pagas nuestras citas.

—Si logramos pasar sin pagar en el club de moda de la ciudad, estaremos saldados.

Emma solo se puso a reir, no pudo evitar tomarlo del mentón dejándole un beso en los labios que rápidamente erizó la piel de Helmut, ella limpió simplemente los labios notando la efectividad de su labial rojo que no dejó una sola mancha en la boca masculina.

A pesar de que la noche estaba empezando y sin duda los planes parecían incluir mucha diversión, rozamientos y miradas coquetas, la joven arrancó la cena con una margarita de fresa y Helmut con un vaso de brandy, ordenando de inmediato también un aperitivo para compartir.

Cuando se vieron solos se sonrieron débilmente, de alguna manera esta antelación en cada cita los cubría de nerviosismo y casi los hacía sentir como dos adolescentes, un poco torpes, un tanto inseguros, pero sin duda se gustaban, a Emma le encantaba la manera que Helmut tenía para hacerla sentir cómoda y a Helmut como Emma se iba desprendiendo de la tensión que le ponía recto los hombros.

—¿Y qué tal va el trabajo?—consultó ella tomando de su copa de agua.

—Bien, en realidad hay planes de expansión—sobre la mesa tomó la mano femenina—hay una área nueva en Nano—Emma solo pasó saliva—y ha ido creciendo muy bien, creo que podríamos buscarle un espacio donde establecerla e hice la propuesta de que fuera aquí.

—¿Qué?

La sonrisa en Emma fue tan amplia y sincera que Helmut no pudo evitar llenarse de la encantadora muestra, repitiéndola.

—Es una ciudad que ha ido creciendo de manera muy segura, grandes empresas como las urbanizadoras Terra, Hackett, las líneas de hoteles Arkens, Beuman, la sede central de Festiva, o sea tiene grandes y muy reconocidas empresas que han convertido la zona en un punto de referencia comercial muy importante—Emma asintió notando la emoción en él—si las cosas salen bien, posiblemente se comience la ubicación de una cede de Nano en la ciudad.

—¿Eso significaría que estarías aquí mas seguido?—consultó emocionada—¿o te mudarías?

Helmut solo asintió suavemente, pero entonces amplió una sonrisa cuando Emma celebró con un chillido encantador, no se pudo resistir demasiado por lo que le tomó el rostro acunándoselo en sus manos para darle un montón de besos hasta que la pelirroja se puso a reir.

—Oh por Dios eso sería genial Helmut, sería espectacular en realidad—él no podía dejar de observarla, fascinado con su brillo y belleza—¿por eso te quedarás más tiempo?

—Sí, en realidad tengo una agenda acomodada para pasar el tiempo con ustedes, pero tendré algunas reuniones, visitas de campo y haremos un estudio de mercado en la zona que deberé dirigir.

Emma solo asintió suspirando pesadamente, en todo este tiempo la joven no ha sido capaz de confesar que conocía muy bien a los Doyle, que de hecho en más de una ocasión estuvo sentada en la mesa con la familia completa, que mucha de la tecnología de renombre, sobre todo la de seguridad, se usa en las casas que Terra y Hackett han construido, que incluso en su casa existe dicha tecnología, por lo que solo suspiró tomando nuevamente de su agua.

—Nano trabaja con Hackett y Terra, ¿lo sabias?

—Sí, estoy consciente de eso—señaló Helmut—el área de tecnología y seguridad formó una alianza hacia un tiempo con ambas urbanizadoras, creo que dentro de poco toca en realidad renovar el contrato, porque sin duda ha sido una gran alianza.

Emma asintió.

—Además que tengo entendido que la señora Doyle, Amanda, es una de las benefactoras de los hogares de acogida y enseñanza que la madre de tu amiga Alice fundó, la señora Katarina.

—Lo es, son buenas amigas y tienen todas como una sociedad para el bienestar de mujeres, niñas y adolescentes en calidad de peligro o bien que estén sin hogar—Helmut asintió—incluso hace unos años se fundaron los centros dedicados también a hombres, porque en esto de la violencia todos podemos ser víctimas.




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