—¿Es una broma? Xander, no colme mi paciencia. A su hijo no le pasará nada si lo deja aquí.
—¿Aquí con quién? Dudo que sepa cómo cuidar un bebé.
Se puso de pie, rodeó su escritorio y se acercó a ellos. Aylan se emocionó y extendió sus bracitos en cuanto la tuvo cerca.
Decidida, Jade recibió al pequeño, quien empezó a jugar con su cabello. Tragó grueso cuando la llamó mamá.
—No es tu mamá, hijo, es… —Xander la miró fijo—. Créeme, es una suerte que no tengas una madre tan amargada.
—¿Acaso quiere que lo despida? Váyase ya mismo. Tenemos poco tiempo, su hijo estará bien.
—Ok, señorita Crosgrove. —Se inclinó para despedirse de su hijo.
No pudo evitar mirar los ojos marrones de Jade. La amaba. Cada intento por sacarla de su corazón solo lo hacía quererla más.
—¿Qué me mira tanto? —reclamó ella, arqueando una ceja.
—No es lo que cree… solo pienso en la vida de mi hijo.
—La que estará en peligro si arruina este negocio será la suya. Ya deje de perder el tiempo y corra a cumplir con lo que le indiqué. A ver si así luce presentable.
Xander suspiró y dejó un beso en la coronilla de su hijo. Su aroma lo mantenía anclado a ese arrogante ser que era su jefa.
Salió apurado y preocupado. Sabía del poco gusto de Jade por los niños, por él, por las cosas dulces, los hombres… y la Navidad.
Jade quiso sentar a Aylan en el sillón, pero él se negó, imponiéndole un nuevo reto.
—¿Así que eres igual de necio que tu padre, eh? —lo levantó frente a ella y lo examinó curiosa.
Aylan sonrió con descaro.
—Ok, puedo manejar esto. Eres solo un bebé. Vamos a hacer un trato tú y yo: yo te cargo, y a cambio te comportas como un buen niño. ¿Estamos de acuerdo?
El pequeño volvió a sonreír, y ella lo tomó como un sí.
Pasaron unos minutos y Jade, contra todo pronóstico, se estaba divirtiendo con el niño de ojos azules, que comenzó a balbucear llamándola mamá.
—¿Crees, al igual que tu padre, que sería una terrible madre? —preguntó melancólica, casi en un susurro.
—Señorita Crosgrove, el señor Kyril ha llegado. ¿Desea que le pida esperar? —interrumpió su secretaria.
—No, por supuesto que no. —Miró al pequeño en sus brazos—. Nikol, hazte cargo de él.
La secretaria se acercó, pero Aylan comenzó a llorar con fuerza. Jade lo apretó contra su pecho con un gesto torpe, buscando controlar la situación.
—Qué ternura, qué precioso. Lamento interrumpir tan lindo momento familiar, señorita Crosgrove. Tenía una mala impresión sobre usted; incluso al entrar y ver el ambiente tan frío creí que los rumores acerca de su carácter eran ciertos, pero veo que me equivoqué… tiene un hijo.
—¿Hijo? Oh, sí, el bebé… él es Aylan, él es…
El hombre se acercó y lo tomó en brazos, interrumpiendo su explicación.
—¿Está usted casada?
—¿Casada? —Jade miró de reojo a Nikol como si quisiera asesinarla cuando escucho su risita.
—Así es. Para mí es muy importante que las compañías se rijan bajo principios familiares. Aunque mi familia no sea ahora mismo el gran ejemplo… Mi hijo nos dejó persiguiendo un sueño, pero aún tenemos fe en que volverá, se hará responsable del legado y quizás nos dé nietos tan preciosos como su hijo.
La secretaria sonrió por lo bajo hasta que Jade la fulminó con la mirada.
—¿Dónde está su esposo? —insistió el hombre.
—Mi… ¿mi esposo? Señor Kyril, yo no estoy…
—El esposo de la señora no tarda en llegar —intervino Nikol sin saber por qué.
Jade la miró furiosa, pero cuando vio la alegría en el rostro del hombre, decidió seguir el juego.
—Señor Kyril, es un placer contar con su presencia. El que nos haya elegido nos honra. —Intentó evadir el tema.
—El placer es mío. Me gusta esto. Su compañía se rige bajo principios como la integridad y el ambiente familiar. Este jovencito lo dice todo. Supongo que el padre estará presente, ¿no es cierto?
—Por supuesto. Nos hemos visto retrasados hoy, por eso mi esposo aún no ha llegado. —Miró su reloj, calculando que Xander debía estar de regreso—. Si no le importa, iré a ayudar a mi esposo. Él ya llegó. Siéntese, por favor, Nikol y el ni… mi hijo le harán compañía.
El hombre asintió. Jade salió apresurada y alcanzó a Xander antes de que entrara.
—¡Xander, deténgase ahí! —exclamó con tono demandante.
—Señorita Crosgrove, lamento haberme demorado. ¿Mi hijo? ¿Dónde está mi hijo?
—Tenemos un problemita, Xander.
Él, imaginando lo peor, quiso entrar a la oficina.
—Mira quiénes están ahí, tus padres —dijo Kyril con el pequeño en brazos.
—¿Sus pad…? —Xander intentó hablar.
Ella lo besó, dejándolo helado.
—Amor, el señor Kyril nos esperaba.
Xander, atónito, giró hacia el hombre y su sorpresa fue mayor al reconocerlo.
—¿Padre?
—¿Xander? ¿Hijo, qué haces aquí?
—¿Ustedes se conocen? —inquirió Jade.
—Por supuesto, es mi hijo. ¿Entonces este pequeño es mi nieto? Te casaste y no nos dijiste nada, Xander. ¿Tan resentido estás por no haberte apoyado en ese ridículo sueño? ¿Te atreviste a casarte y negarnos a nuestro nieto?
—¿Casarme? ¿De qué estás hablan…?
Jade se plantó frente a él y lo besó de nuevo. Esta vez Xander, confundido, se dejó llevar. Cuando ella se apartó, la miró con desconcierto.
—Xander, amor, no me habías hablado de tu padre. Cuánto lo siento, señor Kyril.
—¿Entonces no están casados? —preguntó Kyril, confundido.
—No, padre, ella es mi…
—Su prometida. —Jade tomó la mano de Xander con firmeza—. Estamos prometidos. Lamento el malentendido, pero me gusta asumir que ya estamos casados. Entre el bebé y los negocios, no hemos podido fijar una fecha para la boda.
Xander miró la mano de su jefa entrelazada con la suya, luego su rostro, entendiendo al fin lo que pasaba. Jade se inclinó y le murmuró al oído:
—Sígame el juego. No sabía que tenía un padre millonario y dije una pequeña mentira. Su hijo es mi hijo y vamos a casarnos, Xander. Estamos prometidos.