Conquistando a la jefa

5

Jade lo escuchó, pero decidió ignorar lo que le decía, a ella nada le quedaba grande, fue lo que pensó. Al acercarse, la situación pareció bajo control, hasta que Kyril hizo una pregunta.

—¿Tienen espacio para este viejo en su hogar? Xander, espero que no me guardes rencor, que consideres la posibilidad de que pueda convivir con mi nieto. Aunque… —miró a Jade—. Sé que también depende de ti. Sería un honor para mí recuperar el tiempo perdido.

—No hay problema, padre, pero como dices, también depende de mi esposa —le sonrió con satisfacción—. ¿Qué dices, amor? ¿Tenemos espacio para mi padre en nuestro hogar?

Aylan le extendió los brazos a Jade. Pero Kyril aún no quiso despegarse de su nieto.

—Mi amor, ¿por qué te quedas callada, preciosa? —dijo Xander divertido, jalándola contra él—. ¿No te gustaría que mi padre se quede con nosotros? Si te molesta la idea, podemos buscarle un hotel… aunque no prometo que tenga desayuno incluido.

—Yo… Yo… Yo… —tartamudeó Jade incapaz de dar una respuesta, mientras sus ganas de asesinar a Xander, aunque hubiera sido su plan, aumentaban.

—¿Qué pasa, mi amor? —Xander la sujetó por la cintura.

—Nada, amorcito —dijo ella entre dientes—. Lo que sucede es que… ¿no recuerdas el problema que tenemos en casa?

—¿Problema? ¿De qué problema hablas, preciosa? ¿Del gato del vecino que siempre se mete a la cocina o de tus zapatos ocupando toda la sala?

—Ya, ya lo comprendí —dijo Kyril divertido, con su atención aún en Aylan—. Me supongo que quieren privacidad. Muy bien, pero no pueden quitarme la oportunidad de visitar a mi nieto o traerlo a la empresa todos los días, para que yo pueda disfrutar de él.

—Por supuesto, señor Mylonas, ¿nos permite un momento?

—Oh, claro que sí, tómense todo el tiempo que necesiten para hablar. Mi nieto y yo nos estaremos conociendo mejor. Además, tendremos mucho tiempo para hablar de negocios.

—Acompáñame, amorcito —dijo Jade girándose hacia Xander, mirándolo con el ceño fruncido—. ¿Te parece muy divertido, idiota? ¿Qué te crees? La idea es hacer que tu padre se vaya, no darle alas para que se quede como huésped cinco estrellas.

Xander se quedó mirándola, sonriente, sin decir nada, viendo cómo la rabia empezaba a sonrojarle las mejillas. Odiaba que incluso eso le hiciera verla con amor.

—¿Qué te parece divertido? ¿Acaso soy una payasa? No sé ni por qué me metí en esto con alguien tan torpe como tú.

Empezó a caminar de un lado a otro, protestando de su mala decisión.

—Si tan inútil te resulto y tanto te cuesta, es muy sencillo. ¿Por qué no vas a decirle la verdad a mi padre? ¿Por qué no le dices que detrás de esa mujer dura, imponente, fría, hay una mentirosa capaz de todo por mantener…?

Xander se interrumpió a sí mismo al ver la intención de abofetearlo. Le sujetó la mano, la jaló contra él, la agarró por la cintura y le plantó un beso.

Ella lo mordió y él se apartó con gesto de dolor.

—¡En tu vida vuelvas a poner tus manos en mí y mucho menos a besarme, descarado insolente!

—Muy bien, Jade, te quedas sola en tu mentira. No permitiré que sigas tratándome como a un inútil, mucho menos cuando has resultado toda una mentirosa. Iré por mi hijo. Convence a mi padre como quieras y no te preocupes, no hay que pagarme liquidación. Creo que vas a necesitarla más. ¿Cuántos empleados y socios crees que perderán? ¿Crees tener el capital para poder pagar las deudas que tu mala administración le ha dejado a la empresa?

Al verla en silencio, simuló una sonrisa.

—Me imaginé. Mucha suerte.

—¡Xander, espera! —dijo con los dientes apretados, pero fue ignorada—. ¿Por qué eres tan arrogante? ¿Acaso no estás escuchando que te pido que esperes?

Ella lo sujetó por el brazo, y él miró la mano con seriedad, logrando que lo soltara.

—Por favor, Xander, podemos llegar a un acuerdo.

—Por supuesto que podemos, pero no se puede con tu actitud. Ya no soy tu empleado, date cuenta de que dependes de mí para lograr tu objetivo. Así que o me tratas con respeto y seguimos el juego como debe ser, o ve y dile a mi padre que eres una mentirosa.

Ella tragó grueso. En otra ocasión lo hubiese abofeteado y despedido, pero él tenía razón. Estaba en sus manos. Suspiró, mostró su mejor cara y con voz sutil y delicada empezó a entablar la conversación, buscando llegar a un acuerdo.

—No, ni loca. No viviré contigo, ni tú conmigo. Algún otro modo habrá de solucionarlo. No pretendo compartir mi cama con un hombre como tú.

—Se nota que estás ansiosa de compartir la cama con alguien —bromeó con descaro—. No hablaba de cama, sino de casa. Puedes venirte a vivir conmigo o me voy a vivir contigo. Mira ese hombre que está allá: aunque parezca que se está creyendo todo, no debes fiarte. No lo conoces como yo. Créeme, podría salir muy mal para tu empresa si llegara a descubrirse engañado, lo que sucederá en cualquier momento si sigues con tu actitud. Lo mejor es que pase cuando ya hayas conseguido tu objetivo, ¿no crees? Además, ni que fueras tan sexy —mintió mirándola de arriba abajo con gesto desentendido, aunque lo cierto era que había imaginado aquel cuerpo muchas veces en sus brazos.

—Créeme, tú serías el último hombre en que me fijaría y desearía tener en mi cama. Por Dios, mírate: tan desteñido, tan torpe, tan…

Él la silenció poniendo sus dedos sobre sus labios y girando un poco la cabeza para asegurarse de que su padre no estuviera observando en esa dirección.

—Posiblemente tengas razón, porque el día que tengas a un hombre como yo en tu cama, no querrás salir de ella. Olvidarás el rencor que tienes contra el mundo y contra quien sea que haya provocado que odies a todos los hombres y que creas que todos somos iguales. En fin, ese no es el tema. Decídete, ¿en tu casa o en la mía?

—Tiene que haber otra manera.

—Ok, encuéntrala y házmelo saber. Iré a ver a mi hijo.




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