Kyril suspiró profundo, giró su rostro en la dirección en que Xander se encontraba.
—Es una larga historia. Siempre le gustó la música, es bueno en muchas cosas. Cuando su madre falleció, decidió dedicarse a ella y viajar por el mundo. Me negué a aceptarlo; dado que es hijo único, quería que me diera nietos. Cuando me negué a aceptar su deseo, él rechazó mi oferta. Nos disgustamos. Supe que le dieron una oportunidad para venir aquí y convertirse en el cantante clásico que deseaba. Le perdí el rastro; llamaba algunas veces a otros miembros de la familia. Supe que fracasó con la música, aun así se negó a regresar con la familia. Es un hombre obstinado. Pero no importa, me alegro porque ahora, gracias a eso existes tú y mi hermoso nieto. Él es un buen hombre. Aunque me supongo que tú ya debes de saberlo.
—Así es, lo sé —dijo ella sin poder apartar la mirada donde Xander no dejaba de reír con la mujer—. ¿Pero fue muy serio lo que tuvo con la amiga?
Kyril la miró, presintiendo que sentía celos.
—Como dije, creímos que terminarían casados, pero no debes sentir celos de eso, es pasado.
—Oh no, no estoy celosa. Solo tenía curiosidad.
—Bueno, ahora que te he contado cosas que me supongo de algún modo ya sabías… ¿Por qué no me cuentas tú? ¿Cómo es que se conocieron? ¿Hace cuánto que viven juntos? Tengo muchas dudas y preguntas, no quisiera incomodar, pero hay algunas cosas que no me cuadran.
Jade se quedó pensativa, confundida, tragó grueso cuando Kyril la miró con desconfianza.
—Señor Kyril, hay algo importante que quiero decirle, lo que pasa es que Xander y yo… —estuvo dispuesta a decirle la verdad, pero fue interrumpida por el camarero buscando tomar la orden.
El Kyril empezó a pedir, olvidando el tema de conversación. Decidieron no interrumpir a Xander, quien disfrutaba de darle un postre que la camarera le había regalado a su hijo. Jade, al ver que él pareció olvidar que Xander era alérgico a la mantequilla y champiñones, lo mencionó.
—Para mi esposo —lo señaló—. Trae una carne a la parrilla, es su comida favorita aquí en Francia, además no tiene mantequilla.
Kyril sonrió cuando la vio ordenar para Xander y su hijo. Aquello le hizo tener menos dudas de lo que estaba pasando, dado que esta no dejaba de mirar el modo en que Xander sonreía y, a su percepción, coqueteaba con la mujer. Algunas de las dudas de Kyril fueron resueltas por sí solas.
Xander no se había percatado del modo en que Jade lo estaba mirando. Se estaba divirtiendo con su hijo, viendo y disfrutando el modo en que interactuaba con la camarera, que le prestaba atención. Le causaba tristeza saber que no tenía esa figura materna que tanta falta le hacía, aunque la niñera solía ser un amor.
Jade no podía evitar mirar en esa dirección, respondiendo a medias e ignorando algunas cosas que Kyril le decía. Cuando vio que la mujer se puso un poco más cerca de Xander y le sujetó el brazo para poder acercarse al pequeño, no lo toleró y se levantó.
—Cariño, ya hemos ordenado, creo que es necesario que se acerquen para que Aylan pueda comer.
—Espera —pidió la camarera cuando vio la intención de Xander de alejarse, tras haberse despedido—. Ya que estás soltero te daré mi número, si te animas llámame. Me gustaría hablarte de lo que te comenté y, claro, ver a Aylan.
Jade, quien comprendió la situación, tensó la mandíbula, lo miró recibir el número, sintiendo gran molestia. Aquellos actos eran los que ella repudiaba.
—Debí suponerlo. No pierdes el tiempo —soltó ella mirándolo con desdén—. ¿Tanto te urge una mujer?
—¿De qué estás hablando?
—Deja de llamarme jefa, idiota. Hablo de que se supone que estamos prometidos. ¿Crees que tu padre se tragará el cuento de que estamos juntos, enamorados, si le vas sonriendo y coqueteando a cada mujer que se te cruza en el camino? Típico, todos son iguales, cortados con la misma tijera. Cínico —le extendió los brazos a Aylan, se encaminó de regreso a la mesa.
Xander se encogió de hombros, no la entendía. Llegaron a la mesa y desechó el número que había recibido. Su padre lo miraba emocionado. Jade se concentró en el pequeño para ignorar la molestia que sentía por considerar a Xander un patán.
—¿Ordenaron algo para nosotros o es necesario que lo haga? ¿Qué han pedido para mi hijo?
—Ya hemos ordenado. ¿Por qué te refieres a mi nieto como si fuese solo tuyo? No hagas que su madre se sienta celosa. Tu madre solía hacerlo contigo.
—¿Qué han ordenado para mí? Para saber si estoy a tiempo o conservo el pedido —preguntó Xander, ignorando la pregunta de su padre.
—Ah, no te preocupes, tu esposa te ha pedido una carne a la parrilla. Se me había olvidado que eres alérgico a la mantequilla, por suerte ella lo recordó. Tienes suerte.
Xander sonrió, la miró detenidamente. Ella fingió no estar interesada, pero lo cierto fue que no pudo evitar devolverle la mirada mientras sostenía a Aylan en sus brazos.
Xander se las ingenió para poder acercarse, hablar sin ser escuchado.
—Creí que no sabías a qué era alérgico, esposita.
—No, de hecho, no lo sabía, fue una coincidencia. Además, podría saber tonterías de cualquiera de mis empleados, sobre todo si es un ineficiente —habló desde los celos.
—Creí que no era tu empleado.
—Lo sigues siendo, Xander, hasta cuando yo lo desee.
Esté sonrió y se acercó disimuladamente, le olió el cabello.
—¿Entonces todo será cuando tú lo desees? Eres una mujer caprichosa, ¿lo sabías?
—Por supuesto. Es por eso que no soy el tipo de cualquiera. Por ejemplo, tú, que estás fingiendo ser mi esposo y no puedes evitar fijarte en otra. No sabes lo que es una mujer de verdad, por eso, aunque me tuvieras, te fijarías en cualquiera, en una corriente como tú… Ah, perdón, eres rico, incluso más que yo.
Xander se echó a reír.
—El rico es mi padre. Mi única riqueza es él —miró al pequeño—. Es mi más grande tesoro.