Conquistando a la jefa

11

—Yo… eh… pasaba por aquí. Sí, exactamente, estaba conduciendo y… el GPS se volvió loco, ¡me trajo hasta acá! —improvisó, alzando las manos como si eso explicara algo.

Xander arqueó una ceja, divertido, pero sin que se notara, aún seguía algo resentido por el actuar de ella.

—¿El GPS te trajo a mi casa? ¿Y te dijo que te bajaras también? —Xander miró hacia atrás y le sonrió a Aylan.

—Bueno, sí, o sea… no exactamente. Quiero decir, pensé que podía aprovechar para… verificar algo importante —se rascó el brazo al sentirse estúpida.

—¿Importante como qué? —preguntó él, cruzándose de brazos y dejando al descubierto su torso, que la puso más nerviosa. Lo cierto era que debajo de sus atuendos anticuados no había percibido tanto músculo bien formado, y ahora no podía apartar la mirada—. ¡Dios mío, todo está en su lugar!

Tragó grueso cuando su pensamiento se le escapó en voz alta.

—¿De qué hablas? —Xander se acercó un poco.

Jade lo miró y olvidó por completo lo que iba a decir. El problema no era solo que estuviera sin camisa, sino que su corazón, sin razón alguna, empezó a acelerarse; su mente no conectaba con su lengua.

—Como… como… como asegurarme de que no hables con nadie de lo de antes. Ya sabes, la farsa, todo eso —dijo finalmente, inventando sobre la marcha, mientras intentaba disimular que sus ojos no podían apartarse de él, y mucho menos podía controlar su nerviosismo ni el modo en que sus mejillas se sonrojaron.

—¿Viniste solo por eso? Creo que dije que ya no tienes que preocuparte, que te haré el favor sin necesidad de fingir. Es claro que no vamos a llegar a ningún lado.

—Sí. Bueno, pero ya le mentimos a tu padre, es por eso que tenemos que continuar con estos músculos… digo, con esta farsa. Sí, eso… vine para confirmar que sigues comprometido con el papel. Es por tu padre y por la empresa, claro —añadió rápido, aunque la voz le tembló un poco cuando Xander entrecerró los ojos.

—No sabía que tocas los músculos. No, no, quise decir… la guitarra, no sabía que tocas la guitarra —lo señaló.

Él sonrió apenas, sin dejar de mirarla.

—Ajá, por la empresa.

—Exactamente —repitió ella, cruzándose de brazos, como si eso hiciera más convincente su mentira—. Debemos mantener las apariencias, ya le mentimos a tu padre y a los empleados. Pensé que deberíamos ensayar.

—¿Ensayar? —Xander dejó ver su sorpresa.

—Sí, claro. Las parejas falsas practican, ¿no? No querrás que la próxima vez parezca que me estás secuestrando.

Xander soltó una risa baja, provocando que ella desviara la mirada, aunque le gustaba que no mencionara su torpeza.

—Claro, si eso es lo que dices que sucede… aunque pudiste llamar y decirlo.

—Lo sé, pero soy una profesional. No me gusta que las cosas se vean poco creíbles —replicó, caminando dentro del apartamento sin pedir permiso—. Además, el bebé necesita que estemos coordinados.

—Por supuesto —respondió él, divertido, siguiéndola con la mirada, pues como siempre, su amor se convirtió en una debilidad.

Mientras hablaban, un golpe en la puerta los interrumpió.

—Debe ser la niñera —dijo Xander para sí, dejando a Aylan en sus brazos y caminando a abrir.

Cuando la puerta se abrió, la joven niñera, alta y de sonrisa cálida, apareció con una bolsa de juguetes. Jade se quedó paralizada al acercarse, justo cuando Aylan la llamó “mamá”.

—Hola, Xander —saludó avergonzada por haber faltado de improviso—. Decidí venir ya que me desocupé, ¿es mal momento?

Jade la observó de pies a cabeza: cabello brillante, piel perfecta, ropa sencilla pero encantadora. Un peligro andante.

—¿Quién es ella? —preguntó en voz baja, pero con el tono de quien está a punto de incendiar la casa.

—Ella es la niñera. Sulen —respondió él, sin captar el cambio en su expresión.

—¿La… la niñera? —repitió Jade, fingiendo alivio con una risa falsa—. Claro, la niñera, obvio. ¿Qué más iba a ser? Ja, ja… ja…

—¿Estás bien? —preguntó él, notando su tono extraño.

—Perfectamente. Solo me sorprendió… lo joven que es. Y… alta. Muy alta. Seguro no tiene que usar tacones para alcanzar lo que quiera —dijo con una sonrisa tensa.

Sulen saludó a Jade con amabilidad.

—Usted debe ser la mamá de Aylan, me alegra conocerla. Es más hermosa de lo que imaginé.

—¿La mamá de Aylan? —jadeó Jade, girándose hacia Xander.

Xander abrió la boca, pero fue demasiado tarde.

—No, Sulen, ella no es la mamá de Aylan, ella es…

—Su prometida —intervino ella, sin poder detenerse—. Porque pronto vamos a casarnos. Estamos felizmente enamorados; de hecho, muy pronto viviremos juntos —añadió, dominada por los celos.

—Lo siento, no sabía nada. ¿En ese caso ya no me van a necesitar?

—Claro que sí, Aylan te quiere mucho. Además, mi prometida tiene muchas ocupaciones, dudo que ella tenga…

Jade se echó a reír; sus celos le hacían ver cosas donde no las había.

—Desde ahora me haré cargo de él —dijo, y le besó la frente.

Xander la miró con ternura y diversión al imaginarla siendo responsable de un bebé como lo era su hijo. Le encantaba verla perder la compostura, pero no pretendía poner a su hijo en riesgo.

—Claro, cariño, siempre tan dedicada —dijo con picardía—. Pero tenemos muchas cosas; lo mejor es que Sulen siga siendo la niñera.

Ella lo fulminó con la mirada, pero no respondió.

Sulen, al ver a Aylan despertar, le extendió los brazos sin saber lo que aquello causó en Jade.

—Me llevaré a mi hermoso príncipe a la cocina. Ay, mi vida, eres tan hermoso como tu padre.

Al escuchar eso, Jade no solo se aclaró la garganta; de repente le surgió una alergia que puso sus brazos tan rojos como sus mejillas.

—¿Te pasa algo? —Xander se preocupó.

Ella lo miró, negándose a aceptar que era tan lento para captar. Se aseguró de que la niñera se fuera a la cocina.

—¿Podrías avisarme la próxima vez que prefieras a tu niñera por encima de mí, no?




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