Conquistando a la jefa

14

Como era de esperarse, ella se lo tomó como un juego. Lo miró unos segundos y, con una sonrisa que mezclaba picardía y burla, procedió a decir:

—A mi disposición ya te tengo. ¿Acaso se te olvida que estamos juntos en esto?

Xander sonrió por lo presumida que le pareció su respuesta.

—Aún puedo cambiar de opinión. En lugar de estar interrumpiendo como siempre y presumiendo de un poder que no tienes, deberías estar preguntándome qué quiero. Tienes que empezar a actuar como una esposa comprensiva.

Ella quiso protestar, pero él la sujetó por ambos brazos y la jaló hacia sí, sorprendiéndola con un beso.

Intentó resistirse, pero pronto dejó de hacer el más mínimo esfuerzo y comenzó a disfrutar el momento.

Él sonrió contra sus labios, saboreando su rendición. Cuando se separaron, ella le dio un leve empujón, intentando ocultar lo mucho que le había gustado.

—Te recuerdo que fue tu GPS quien te trajo a mi casa, que fuiste tú la que propuso que practicáramos. Ahora estoy pidiendo una sola cosa, y te niegas.

—Ay, por favor —bufó ella, cruzándose de brazos—. No me he negado. Solo digo que tenemos cosas más importantes en las que concentrarnos. ¿Acaso no acabas de escuchar que tu padre quiere reunirse con el mío? No quiero que nada ponga en riesgo nuestro plan.

—Lo escuché perfectamente —respondió él con calma—, y es por eso que quiero algo de ti.

Ella suspiró, lo miró con los ojos entrecerrados, sospechando que venía con alguna locura nueva.

—Bien, ¿por qué no me dices de una vez qué es lo que quieres, y dejamos de jugar al adivinador?

—Quiero una cita contigo esta noche.

Jade estalló en una sonrisa tan espontánea que dejó a Xander frío.

—Perdóname, ¿tú estás hablando en serio? ¿Una cita? ¿Para qué quieres perder el tiempo en una cita cuando tenemos cosas más importantes que planear?

—El “para qué” es asunto mío. Solo necesito saber si puedes cenar conmigo esta noche.

—Xander, comida tengo en mi casa y muy pocas ganas de salir —replicó ella—. No me acompañas cuando toca enfrentar a tu padre y ahora quieres que cene contigo, justo cuando él pretende complicarlo todo. A mentir más, no, gracias. Lo que sea que planees, me lo puedes contar por mensaje, con una pizza y cada quien en su sofá.

Xander se sintió un poco ofendido, aunque ya conocía bien su carácter. Además, el plan que se le había ocurrido en cuanto vio a su padre era importante. El motivo de su insistencia no era solo estratégico: también quería estar con ella, aunque no se lo admitiría a esa amargada.

—Aceptas cenar conmigo esta noche y te prometo que me encargaré de que mi padre ya no te dé preocupaciones.

—¿Acaso me estás chantajeando? —preguntó ella, alzando una ceja—. Si puedes hacer eso, ¿por qué no lo hiciste antes? ¿Por qué permites que me sienta descubierta e indefensa?

Él se acercó un poco más, hasta que la vio bajar la mirada y centrarse en ese bate travieso que parecía cobrar vida al tenerla cerca. Sonrió al verla alejarse un poco.

—Créeme, no tienes nada que temer, no es ofensivo, aunque si te descuidas podría hacerte un par de bebés.

Los ojos de Jade se abrieron con sorpresa.

—¡¿Qué dijiste?! —exclamó, empujándolo—. No vuelvas a decir eso jamás.

—¿En serio? —rió él, alzando las manos—. En cuanto al porqué lo permito, es porque eres una mujer imposible. No te dejas proteger, no te dejas ayudar, no dejas que nadie cruce tu línea, pero eres experta en cruzar los límites de los demás. Y no, no es una pregunta: cenarás conmigo esta noche. Sé que, en el fondo, te gusta que te den órdenes. Como estás acostumbrada a darlas tú, esto te equilibra un poco. Así que tenemos una cita a las siete.

—Xan… —intentó protestar ella, pero él le sujetó las mejillas con suavidad y la besó otra vez.

La confusión en ella era evidente. Jade permaneció allí, procesando la osadía, mientras lo vio acercarse a su padre.

—Amor, ¿te haces cargo de Aylan unos minutos? Tu suegro y yo tenemos que hablar.

Aún desconcertada, Jade se acercó, recibió al pequeño en brazos y lo acomodó sobre su regazo. Mientras tanto, Xander invitó a su padre a alejarse a la sala para hablar con más privacidad.

Él se aseguró de que ella se sentara a desayunar y, mientras la observaba con torpeza intentando que el niño comiera sin dejar caer todo al suelo, no pudo evitar sonreír. Todo en esa escena lo llenó de seguridad, para con sus planes.

Kyril notó el gesto de su hijo, pero se limitó a cruzar los brazos.

—Te ves preocupado. ¿Qué sucede? —preguntó con tono tranquilo, aunque en su mirada había curiosidad genuina.

—Todo está bien, pero… —Xander dudó unos segundos y volvió a mirar hacia donde estaba Jade con su hijo—. Verás, sé que no eres tonto, así que seré honesto contigo.

Kyril arqueó una ceja, preparándose para lo que venía.

Xander comenzó a resumir la historia: cómo la había conocido, cómo se enamoró y el hecho de que su hijo no era de ella. Kyril lo escuchó sin sorpresa, con la naturalidad de quien ya sabía sobre la mentira.

—Tú lo has dicho, no soy tonto. Lo supe desde el primer momento, no sabes mentir Xander —respondió con serenidad—. Y todo esto que hago no es más que una forma de ayudarte. Porque veo que la quieres, y puedo notar que ella también te quiere, aunque no lo admita.

Xander soltó un suspiro de alivio.

—¿Entonces no te molesta?

—En absoluto —respondió Kyril, sonriendo levemente—. De hecho, me hace feliz. No sé quién sea la madre de mi nieto, pero estoy seguro de que ambos podrán darle la familia que se merece. Verte centrado y pensando en algo más que en la música ya es un milagro, hijo. Así que cuenta con mi ayuda. Lo de visitar a su padre era solo una manera de presionarlos a casarse, pero si tienes otro plan, déjame ayudarte.

Xander se quedó en silencio unos segundos, asimilando lo fácil que había sido todo. Su padre lo conocía demasiado bien.




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