Conquistando a la jefa

15

—Muy bien, mi consejo es que en cuanto puedas le hagas un hijo. Atrápala.

Xander lo miró con sorpresa, casi atragantándose con su propio aire.

—¿Qué?

Kyril soltó una carcajada.

—Es una broma, hijo. Jamás hagas eso sin saber si la otra persona quiere lo mismo. A las mujeres hay que tratarlas con delicadeza, comprenderlas, amarlas, respetarlas, hacerlas sentir importantes. Sé su amigo, su héroe y cuando sea necesario, su villano. Que no falten los detalles, y verás cómo le será imposible negarse a aceptar que te ama.

Xander rio con ironía, llevándose una mano al cabello.

—Eso es justo lo que planeo. Ella inventó este juego, así que yo solo voy a seguirle la corriente. Aprovecharé que dice que, para hacerlo más real, debemos actuar como pareja. Cenaremos, y pondré el anillo en su mano. Si todo sale bien, pronto será mi esposa, y así Aylan y yo conquistaremos su corazón.

Kyril lo observó con orgullo.

—Muy bien, hijo. Iré a poner un poco de presión, me haré el resentido para que ella crea que me has convencido. También invitaré a algunos miembros de la familia. Quizás alguien especial que te quiera mucho… y de quien ella pueda sentir un poco de celos.

Xander abrió los ojos con advertencia.

—No compliques la situación. Jade desprecia a los hombres con demasiadas mujeres rondándolos. Déjame intentarlo con lo que ya tenemos. Confío en que funcionará.

El hombre asintió, sonriendo de medio lado.

—De acuerdo, pero al menos déjame disfrutar el espectáculo.

Xander no agregó más, dando por terminada la conversación. Kyril se acercó a Jade con aire sereno.

—Me ha dicho Xander que ya tenían una cena programada —comentó con una sonrisa amable—. Me disculpo por haber planeado todo esto, lo que pasa es que me emociona demasiado. Cancelaré la reunión con tu padre para cuando ustedes lo consideren prudente. Pero lo del viaje… sí quisiera que fuera un hecho. Pasar un tiempo en familia nos hará bien.

—Sí, Xander y yo tenemos una cena. Lo habíamos planeado hace tiempo —dijo ella, buscando sonar natural mientras sentía el corazón acelerarse—. Mi vida, ¿por qué no te vistes mientras termino de atender a tu padre?

—No hace falta, querida —intervino Kyril con tono cómplice—. En ese caso, mejor me voy para que terminen de organizarse. Nos vemos más tarde en la empresa.

Xander acompañó a su padre hasta la puerta. Ambos cuchichearon algo antes de despedirse. Cuando regresó, Jade lo esperaba con los brazos cruzados.

—¿Qué le dijiste a tu padre? —preguntó, arqueando una ceja.

—No mucho —respondió él con una sonrisa traviesa—, pero gané un poco de tiempo. Así podrás poner al tuyo al tanto, si eso es lo que quieres. Lo más lógico ahora es que ambos nos concentremos en que todo parezca muy natural. Y recuerda… tenemos una cena. Espero que no faltes.

Ella bufó, dándose vuelta.

—No te preocupes, no pienso cancelar si eso ayuda a evitar la reunión entre nuestros padres. Por suerte contigo no es necesario que me vista para una alfombra roja.

—Con que no llegues en pijama, me doy por bien servido —replicó él, divertido.

Jade rodó los ojos y se agachó para besar a Aylan.

—Eres un buen niño, compórtate bien. Nos vemos más tarde, chiquitico.

Xander sonrió, divertido por el tono torpe y maternal que usó.

—¿Qué te parece gracioso? —preguntó ella al notarlo.

—Nada, solo pienso que deberías practicar un poco más para parecer una madre cariñosa. ¿No te despides de mí? A los esposos también se les dan besos, se les hace cariño. Eso podría asegurarte tener un mejor día.

—¿Y si mejor te deseo un resfriado? —replicó con ironía.

—Mientras estes dispuesta a curarlo con amor, deséame la peor de las pestes si quieres.

Ella rodó los ojos una vez más, tomando su bolso con fastidio.

Xander la acompañó hasta la puerta y apoyó un hombro en el marco, disfrutando la vista.

—No pienses mucho en mí mientras conduces —le advirtió con una sonrisa ladina.

—Eso sería matarme antes de empezar a conducir —dijo ella sarcásticamente.

—Por eso lo digo. Pensar en mí podría distraerte, y no quiero ser viudo antes de la boda.

—¿Viudo? No hemos ni firmado el acta —resopló ella, aunque un brillo divertido cruzó sus ojos.

—Lo digo en sentido emocional —añadió él, guiñándole un ojo—. Ya estás comprometida sentimentalmente conmigo, aunque todavía no lo admitas.

Ella soltó una carcajada seca.

—No se como podre soportarte. Ojalá no sea mucho tiempo.

—Claro, como es mi GPS que me lleva a tu dirección para practicar con besos como dos adolescentes tontos.

—Idiota —masculló, y salió sin mirar atrás.

Xander se quedó en la puerta, observándola mientras caminaba hacia el auto. Jade, en cambio, iba pensando en todo… excepto en mantener la compostura.

Al subir al coche, se miró en el espejo retrovisor.

Sus labios aún estaban ligeramente hinchados. Al recordarlo, un escalofrío le recorrió la espalda. No solo pensó en sus besos, también en aquel sueño que había tenido donde él la había hecho “cabalgarlo…”. Tosió, abanicándose el rostro para alejar el calor que subía por su cuello.

—Ridícula… solo fue un sueño —murmuró, aunque se mordió el labio, recordando demasiado bien el detalle.

Olvidó que había dejado la ventana abierta.

Mientras recostaba la cabeza contra el asiento, balbuceó distraída:

—No, Jade… no puedes sentir curiosidad por saber si es de tamaño real…

Y justo en ese instante, una risa contenida la hizo alzar la vista.

Xander estaba apoyado en el marco de la ventana, sosteniendo su teléfono y una prenda doblada.

—¿Qué no puede ser de tamaño real? —preguntó fingiendo inocencia, con una sonrisa traviesa que rozaba el descaro.

Jade se quedó muda por unos segundos. Su mente gritaba trágame tierra.

—El… el problema en el que estamos —balbuceó—. Nunca hablé de otra cosa.




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