Conquistando a papá

Capítulo 2

—No puedo amarla. Sería más fácil pagar para que alguien se encargue de ella, estará mejor lejos de mí, estoy dispuesto a pagar lo que sea necesario, pero…

—¿De qué tiene miedo? Mírela, es una niña hermosa, dulce, bien educada. ¿Por qué la condena y culpa? ¿Por qué se niega la oportunidad de amarla?

Confundido, dirigió su mirada hacia donde estaba la pequeña abrazando su muñeca, observándolo fijamente. Derek bajó la mirada y suspiró, sabía que la mujer tenía razón. Su familia estaría encantada de tener un nuevo miembro en la familia, sus padres y hermanas gemelas le pedían que tuviera hijos.

—Está bien, lo intentaré. Pero si no funciona, si la niña causa problemas o siento que no puedo quererla, la devolveré y nadie me obligará a hacerme cargo. Siempre estaré dispuesto a darle una pensión, pero si no funciona, no la quiero en mi vida. Mi familia está de viaje, en cuanto regresen pueden llevarla a casa. Ya está resuelto todo, ¿nos vamos?

—No, definitivamente no me interesa que su familia se haga cargo, usted es el padre, lo que quiero es que se involucre directamente, aunque puede contar con su familia si lo desea…

—¿Qué le sucede conmigo? Le estoy ofreciendo una solución, es lo único que puedo hacer —intentó irse, pero ella lo detuvo con unas palabras.

—Sí, Derek, he leído sobre usted: mujeriego, indecente, cínico, arrogante, pero lo que no dicen es que es un cobarde… —dijo desafiante ella, interrumpiendo su intento de escapar.

—¿Cómo se atreve a hablarme así? —él se acercó desafiante—. ¿Sabe quién soy? ¿Sabe lo que puedo hacer para arruinar su vida, su carrera?

—Me importa poco quién sea o lo que pueda hacer… —respondió con determinación, señalándolo con un dedo que llevó hasta su pecho—. Es un desalmado, cínico, cobarde, Derek. Esa niña le necesita, no es su madre, no tiene culpa de nada, no decidió los padres que le ha tocado. Después de todo, tiene razón, esa niña estará mejor lejos de un hombre como usted. Le deseo suerte en su amarga y miserable vida.

La mujer le hundió el dedo en el pecho, lo miró furiosa y decidió ir a consolar a la pequeña, frustrada, sin saber cómo explicarle que, como ella suponía que su madre no la amaba, su padre tampoco lo hacía.

Caroline se detuvo, suspiró, la miró de lejos, se encogió de hombros y se acercó a la pequeña, sintiéndose abrumada por ella.

—¿Me voy a quedar a vivir aquí?

—Lo siento cariño, lo intenté, pero no te preocupes, pronto tu madre se despertará y…

—No quiero, no quiero ir con ella, puedes llevarme contigo, por favor.

La niña la abrazó.

—No puedo, tendría que adoptarte, y para eso necesito estar casada y…

—Por favor, no quiero ir con mami, ella es mala, dice que no me quiere, me pellizca, se enoja, y me lastima, no quiero volver con ella, por favor.

Apretando su muñeca, la pequeña seguía suplicando que no la dejara, Caroline tragó fuerte, sin saber qué decir, qué hacer, la abrazó, Ellen miró a Derek, que estaba a unos pasos de distancia, él la había escuchado y sintió pena por ella.

Ella la miraba con tristeza, creyendo las palabras de la pequeña, considerando a su madre capaz de cualquier cosa.

—Señorita —dijo en voz baja.

Caroline se puso de pie, sosteniendo la mano de Ellen.

—¿Qué quiere, Derek?

Miró a la niña, con los ojos todavía húmedos por las lágrimas, suspiró y luego se volvió hacia Caroline.

—Usted gana, me haré responsable, pero… —Se quedó en silencio cuando la pequeña abrazó sus piernas.

Una extraña sensación lo recorrió, bajó la mirada y su único acto fue permitir que ella se aferrara a sus piernas.

Ellen se alejó y lo miró.

—¿Voy a vivir contigo, papá?

—Con un par de condiciones y solo si usted nos supervisa, quiero que esté disponible 24 horas al día, 7 días a la semana, de lo contrario no será posible.

—Tengo trabajo y una vida, no pued…

—Por favor, por favor —suplicó Ellen, sosteniendo su mano.

—Puede verlo como un trabajo, le pagaré bien por ello —añadió Derek.

—De acuerdo, pero bajo la condición de mantener mi empleo, ya que muchos niños dependen de mí y debo continuar con mi labor. Sin embargo, estoy de acuerdo en acompañarlos en el proceso; ya he avanzado en todo, solo necesita firmar algunos documentos y luego iremos a su casa para confirmar que el entorno sea adecuado para la niña.

—Si es necesario, puedo hacer ajustes, solo pido que la niña no se convierta en un problema y para evitarlo, necesito su colaboración.

—Dejemos las formalidades, Derek. Como te mencioné, no me importa quién seas, solo me interesa garantizar el bienestar de Ellen.

—No pretendo discutir, ¿Cuál es el siguiente paso? No puedo perder mucho tiempo.

—En primer lugar, te agradecería no considerar esto como una pérdida de tiempo, asumir tu responsabilidad con tu hija no lo es. Al parecer, ella no quiere regresar con su madre, parece que lo de mala mujer no es una exageración.

—En fin, ¿cuál es el siguiente paso? —dijo el hombre impaciente.

—Por favor acompáñame a firmar los documentos y recoger sus cosas. Ven, Ellen —le ofreció la mano, pero ella la rechazó, extendiendo la suya hacia Derek.

Dejó su mano en el aire por unos minutos, hasta que finalmente la tomó al ver el rostro suplicante de ella.

Ellen sonrió, Derek se dejaba guiar, escuchando a la mujer y sintiendo que no le agradaba. ¿Cómo podía tratarlo de esa manera? ¿Cómo podía no importarle quién era?

—Papá, ¿quieres conocer a mi muñeca? —preguntó Ellen con cierta emoción.

—No, no me… —negó con la cabeza al mirar a Caroline con los ojos entrecerrados y una mirada fulminante—. Ok, ¿cómo se llama?

—Penny, mi padre me la regaló.

—¿Tu padre? —preguntó Derek, sin comprender la sensación que aquello le provocaba.

—El esposo de su madre —explicó Caroline—. Ella sabe que eres su padre Derek, pero también lo considera a él un padre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.