Conquistar su Roto Corazón

Capítulo 2.

—Stefh, Kevin vendrá más tarde—, gritó Oliver desde la sala. —En realidad, algunos de los muchachos vendrán hoy.

Vertí el sobre de crema en mi café, y giré la cuchara lentamente mientras trataba de imaginar la razón de aquella dichosa visita.

—¿para qué?— pregunté curiosa, no habían pasado muchos días desde nuestra cita con el médico, y aunque ahora me encontraba ligeramente mejor, no estaba de ánimo para tener visitas, sin embargo, Oliver parecía haberse recuperado más rápido... pero los chicos siempre lo hacen, ¿verdad?

—Solo una barbacoa, pensé que sería bueno invitar a nuestros amigos— hice una mueca al escuchar sus palabras, eso solo significaba una cosa, vendrían los chicos y sus parejas, y yo tendría que encargarme de atender a todos —¿Estaba pensando en hamburguesas?

—Eso suena divertido. ¿Necesitabas que vaya a comprar algo?— Pregunté antes de tomar un sorbo de mi café caliente, dejando que el calor calmara mis ganas de buscar un hueco hondo y esconderme hasta el final de la dichosa barbacoa.

—No, voy a correr a buscar todo— entro a la cocina arreglado y perfumado  —puedes preparar los bocadillos y las guarniciones mientras yo preparo las hamburguesas— me sonrió mientras agarraba mi taza de café de mi mano tomando un sorbo él mismo

—¡Hey!— Me crucé de brazos e hice un puchero, él me guiñó un ojo antes de volver a colocar la taza en mi mano y besar mi mejilla.

—Volveré pronto, chiqui—, susurró en mi oído antes de colocar otro beso en mi mejilla y darse la vuelta y salir de la cocina dejándome una vez más, sola en aquella casa con mis pensamientos como compañeros.

 

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

 

—¿Dónde está Oliver?— preguntó Vicky mientras entraba a mi habitación. Vicky era una de mis mejores amigas desde la secundaria, amaba a esa mujer y podía confiar en ella con los ojos cerrados.

Mire mi reloj notando que ya habían pasado tres horas desde que Oliver salió a hacer las compras.

—Fue a comprar todas las cosas para la barbacoa— respondí mientras terminaba de rizar el último mechón de cabello, Vicky saltó sobre la cama detrás de mí, mirándome a través del espejo que estaba frente a mí. —¿qué?— Le devolví la mirada

—Él te ha estado dejando sola mucho tiempo últimamente— colocó su mano debajo de su barbilla para mantener su cabeza erguida, parpadeó un par de veces, algo que hacía cuando intentaba insinuarme algo.

Sabía perfectamente lo que estaba pensando o insinuando, sin embargo me hice la que no entendía nada, “¿Por qué Oliver me dejaba sola cuándo estaba vulnerable?”

 Sinceramente, me estuve preguntando lo mismo, pero no quería molestarlo. Sé que no soy la única que está luchando en este momento y realmente creo que solo está tratando de encontrar una manera de sobrellevar la situación.

—Eso no es cierto, Vicks—, hablé mientras alcanzaba mi bolsa de maquillaje para aplicarme un poco de maquillaje en la cara antes de que Oliver llegara a casa y tuviera que levantarme y preparar todo.

—Stefh, no trates de encubrirlo. Él no ha sido de apoyo durante todo esto. Siento que he estado contigo más que él últimamente…— cruzó sus piernas mientras se sentaba como indio en la cama sin apartar la mirada de la mía.

—Está tratando de hacerle frente a todo esto, y yo también. Estamos resolviendo las cosas—. Ignoré sus ojos penetrantes y continué aplicando un poco de sombra de ojos.

—Lo que tú digas, Stefhany...—. Se recostó en la cama y encendió la televisión. —Simplemente no quiero que te lastimes más de lo que ya lo estás—, hizo zapping en los canales tratando de encontrar algo para ver sabiendo bien que no hay nada bueno que ver los domingos

—Conozco a Oliver, y creo que estaremos bien una vez que superemos esto, los primeros días son los más difíciles— intenté excusar su reciente actitud, aunque aquellas palabras eran más para convencerme a mí misma que a ella, no tenía ninguna explicación más que dar, al menos no, hasta que lográramos hablar con Oliver.

Me termine de maquillar y decidí ponerme el vestido que habíamos elegido con Vicks, era rojo y entallado a mi cuerpo, no me podía quejar, poseía una figura envidiable, pero ahora deseaba más tener un vientre abultado que mi plano abdomen. La puerta de la casa resonó, al igual que un par de paquetes cayendo al suelo, solo significaba una cosa, Oliver había vuelto.

Mire la hora y fruncì el ceño, eran casi las dos y él había salido de casa a las nueve, ¿que le había tomado tanto tiempo?

—¡Stefh, estoy en casa!— anunció su llegada como si no pudiera escucharlo entrar.

—¡Ya voy amor, solo me faltan los zapatos!— mire los zapatos de tacón que tenía en mis manos, estaba segura que pasaría el resto de la tarde caminando de un lado a otro y atendiendo invitados, esos zapatos no serían los adecuados aunque muriera por estrenarlos. suspire y con una sonrisa me calcé unas zapatillas deportivas.

—¡Lindo atuendo Stefh!— Vicky finalmente despegó los ojos del programa de chismes para mirar mi atuendo —lindo pero cómodo, me encanta— sonreí y le guiñé un ojo

—¡Vamos!— la saqué de la cama, más que nada para que me ayudara a preparar los bocadillos y los condimentos para las hamburguesas

—¡Pero están en la mejor parte!— protestó cuando la arrastré por el pasillo hacia su perdición. Ambas odiabamos la cocina, pero juntas, nos manejabamos bien.




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