Conquistar su Roto Corazón

Capítulo 4.

—Lo siento por eso. No estaba prestando atención.— Me aparté de él, creando un espacio entre nosotros para que si alguien pasaba por allí no mal pensara la situación.

—No te preocupes, es agradable chocar contigo— me guiño el ojo con una sonrisa en su rostro, sonrisa que marcó nuevamente sus hoyuelos.

—bien...— balbuceé sin saber exactamente que decir —solo... Volvamos a la fiesta— hice un gesto hacia el área en la que todos estaban y lentamente comencé a alejarme de él, mi corazón empezó a latir de forma desenfrenada y me sentí mal por tener esos sentimientos.

«Eres una mujer casada», me reproché.

Aun así, mientras caminaba hacia la cocina, tuve la enorme necesidad de girarme, al hacerlo, él estaba de pie en la puerta con una ceja levantada mirando hacia mí. Volvió a sonreír cuando hicimos contacto visual, antes de guiñar un ojo y caminar hacia el baño como pretendía hacer antes de que me encontrara con él.

El resto de la tarde pasó tranquilo, o al menos eso parecía, mis ojos constantemente se chocaban con aquellos ojos avellana que me tenían tan intrigada. Pensé que Oliver haría una escena, pues noto como me veía su amigo, sin embargo, parecía no importarle en absoluto el tema, simplemente me ignoró toda la tarde y a la hora de dormir, no llegó a la habitación, como últimamente sucedía. 

 

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

 

los rayos del sol se filtraron a través de las persianas dando directamente sobre mis ojos y arruinando mi espléndido sueño. Froté mis ojos con pereza y me senté en la cama mirando a mi alrededor, Olver no había dormido en la habitación nuevamente. Mencionó que iba a trabajar más temprano de lo normal de vez en cuando para ponerse al día con el trabajo, pero no que fuera a dejar la cama vacía en las noches, aquello me dejaba con un mal sabor de boca.

El trabajaba vendiendo autos, es el dueño de un concesionario muy renombrado en la ciudad, yo, por mi parte, trabajaba como asesora en el Banco Nacional, aunque nuestros horarios distaban demasiado, siempre teníamos el tiempo suficiente para tomar el desayuno y la cena juntos, al menos era así hasta hacía un tiempo atrás.

La alarma resonó por toda la habitación sacándome de mis pensamientos y recordándome que debía dejar la pereza de lado y empezar a arreglarme para llegar al trabajo a tiempo.

«Hola Stefhany»  

La voz profunda pero suave de Patrick seguía resonando en mi cabeza, algo en la forma en que dijo mi nombre me emocionó y un calor particular se alojó en mi pecho al recordar cada una de sus miradas y sonrisas, me sentía muy culpable por ello, en mi mente estaba irrespetando a mi esposo, pero mi corazón y mi cuerpo deseaban que patrick estuviera cerca, para sentirme admirada y deseada como hacía tiempo no me sentía. Oliver me tenía olvidada y todo eso era mi culpa.

No era únicamente mi culpa en sí, aunque mi estado de salud era lo que no nos dejaba avanzar. Mis problemas de infertilidad han estado causando tensión en nuestra relación. Tengo ovarios poliquísticos que causan desequilibrios hormonales, pero los médicos dicen que rara vez causa infertilidad total, es difícil concebir pero no imposible, sin embargo, todo esto estaba deteriorando cada día más nuestra quebrada relación.

Después de los últimos exámenes meses atrás, nuestra chispa como pareja murió completamente, ya no disfrutabamos nuestra intimidad, simplemente nos entregamos de manera mecánica, como si hacer esto fuera una obligación y no un placer, ya no disfrutaba su toque, no sentía el calor y la explosion de sensaciones que tenía al estar a su lado, ahora mis pensamientos estaban enfocados en quedar embarazada y los suyos en formar una familia. con los resultados de la última consulta, simplemente todo terminó.

En medio de mis pensamientos y reflexiones estuve lista para salir a trabajar, corrí hasta la cocina y preparé un café bien cargado, café que disfruté sentada en la sala viendo la sección económica del periodico.

Minutos más tarde estaba camino al banco, conduje sin prisas mientras escuchaba una de mis bandas favoritas, el trayecto fue rápido, ya conocía de memoria el camino y sabía perfectamente los atajos que debía tomar para evitar la afluencia de tráfico en ciertas calles de la ciudad.

Cuando llegué lo primero que hice fue servir un café bien caliente antes de sentarme atrás de mi escritorio, una larga fila se veía del otro lado de las oficinas y con ello sabía que mi día sería un caos.

— Buen día Tefy.

— Buen día Drew, ¿Qué tal tu fin de semana? 

— Muy bien, tuve un excelente fin de semana, conocí a los padres de George, creo que vamos por buen camino — contestó muy emocionado, le regale una sonrisa antes que nuestros escritorios se ocuparan.

Un pesado día de trabajo empezaba.

A la tarde el cansancio ya se notaba, los lunes y los viernes era cuando más se llenaba el banco y ese día no había sido la excepción, no había tenido descanso desde que inicié mi jornada, mi estómago rugía hambriento y mis dedos no querian teclear ni una sola sílaba más.

—Ve a almorzar primero Tefy, puedo encargarme aquí, no hay mucha gente— negué con la cabeza al ver la cantidad de personas que seguían en turno.

—Salgamos de esto pronto y podremos comer más tranquilos, además, casi no tengo hambre— mentí, no iba a dejarlo solo con tanta gente, mucho menos viendo que habían sido entregados ochenta turnos y a penas íbamos en el cuarenta y siete.




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