—¡Vamos Stefh, salgamos!— gritó Vicky por décima vez mientras saltaba sobre mi intentando sacarme de la cama.
La semana había sido un completo caos, mientras estaba en el trabajo mi mente se ocupaba y mi dolor pasaba a segundo plano, podía mantener a raya mis pensamientos, sin embargo, al llegar a casa la desolación se apoderaba de mi ser.
—¡Es viernes por la noche! ¿¡Y cuánto tiempo ha pasado desde que fuiste de discotecas!?— pregunto mirándome fijamente. La ignoré mirando fijamente la pantalla del televisor, ni siquiera sabía que estaba pasando en el programa ese momento.
Una parte de mí quería rendirse e ir al club con Vicky esa noche, pero la otra parte de mí quería quedarse en casa y ver películas de miedo mientras me atiborraba con bocadillos poco saludables.
—No he estado en un club desde que tenía veintidós Vicky, justo antes de casarme con Oliver— suspiré pesado al recordarlo, nos habíamos enfocado tanto en tener un hijo que habíamos olvidado tener suficiente tiempo para los dos, como para salir a bailar un fin de semana. Fue mi culpa que esta relación muriera. Vi a Viks ponerse frente a la televisión para que no pudiera ver nada más que no fuera ella —además, creo que ni siquiera tengo un atuendo para salir a bailar.
—¡No tienes nada de qué preocuparte!— un brillo de esperanza brilló en sus ojos —Traje un par de conjuntos para que elijamos— se sentó emocionada sobre mis piernas jalando las cobijas a su paso —Ya los puse en tu armario.
—Si voy, usaré jeans— rodé los ojos hacia ella, viendo crecer su sonrisa hasta que casi se apoderó de todo su rostro.
—¡Está bien!— Saltó encima de mí, emocionada por su triunfo. —Levanta tu trasero de esa cama, esta noche es de chicas, alcohol y hombres.
— Nada de hombres, no quiero tener nada que ver con alguien por ahora.
— Nada serio, solo dale a tu cuerpo alegría macarena — hizo movimientos graciosos con sus caderas sacandome una sonrisa.
— Ya lo veremos.
— Te veré bien acompañada de un guapetón, te lo aseguro amiga, un poco de acción no te hará mal. un buen polvo al año no hace daño— rodé los ojos con su analogía.
—¿Por qué vamos tan tarde?— Hablé en medio de un bostezo, terminando de maquillarme.
—No es tarde, apenas son las diez, además, a esta hora es cuando todo se pone bueno— se rió entre dientes, supongo que tantos años sin salir ya se notaban demasiado.
Puse mis ojos en blanco al acercarme al armario donde se encontraban los atuendos, por suerte Vicky había traído una buena cantidad de opciones incluyendo blusas porque no tenía ganas de usar un vestido o una falda hoy.
Ella trajo un lindo top de terciopelo rosa oscuro, casi rojo, con un profundo corte en V que acentuaba mis senos. No podía usar sostén con esa blusa. Debajo de ella decidí usar una delicada cadena de oro para el cuerpo que ya tenía en mi armario. Metí ligeramente la blusa dentro de mis jeans de mezclilla azul claro con rasgaduras en las rodillas y usé unos tacones negros. Decidí llevar un bolso de mano negro conmigo para llevar mis elementos esenciales y maquillaje adicional para retocar si era necesario.
—¡Vaya, Stefh, te ves muy sexy!— halagó Vicky cuando volteó a mirarme. Sonreí agradecida, la verdad era que me sentía demasiado bien en aquel atuendo, no era nada muy elegante, pero definitivamente me sentía a gusto y seguro.
—¡¿De qué hablas?! ¡Sólo mírate! Te ves hermosa, super fabulosa y sexy — Vicky tenía un cuerpo hermoso, era de ese tipo de mujeres que podía usar solo un camisón viejo y aun así lucía espléndida.
Llevaba un ajustado top negro de manga larga, metido en una falda lápiz blanca corta. Se recogió el cabello en un moño bajo desordenado, y se puso unos zapatos de tacon negros y una cadena en su tobillo.
— Ambas estamos de infarto, esta noche es nuestra noche.
— Nuestra noche — susurré con una media sonrisa.
Partimos en un taxi rumbo al club nocturno elegido por Vicks, según ella, era muy concurrido por hombres guapos y la atención y la música eran increíbles.
—Prométeme que te vas a relajar y a divertirte esta noche— Estábamos esperando en la fila para entrar al club, “Club Heart”, personalmente nunca escuche hablar de él, pero por la longitud de la fila que había para entrar supuse que era muy bueno.
—Te prometo que lo intentaré— tomó mi mano, emocionada de que finalmente saliera con ella. Nunca salí mientras estaba con Oliver, a él no le gustaba que vinieramos a este tipo de lugares, decía que no soportaba que nadie me mirara o se acercara a hablarme. Tal vez debí hacer más caso a lo que yo quería y no solo a sus deseos, disfrutar mejor nuestro matrimonio.
Durante más de cuarenta minutos nos mantuvimos en la horrible fila, mis pies ya dolian de estar tanto tiempo de pie, y el frío me tenía abrazándome a mi misma.
—Dudo que podamos entrar hoy— me queje viendo que faltaban alrededor de quince grupos de personas para entrar al establecimiento, —y tengo un frio barbaro, se me congela todo.
— No te quejes hermosa, solo un poco más hasta llegar al gorila, después valdrá la pena.
—Necesito un café caliente.