Conquistar su Roto Corazón

Capítulo 14.

—Entonces, ¿vas a decirme a dónde vamos?— llevábamos aproximadamente quince minutos de viaje desde que salimos de mi casa, estaba algo nerviosa.

—Ya verás, deja de preocuparte— soltó con tranquilidad y una media sonrisa en su rostro.

Me dejé caer en el asiento resignada, él no me diría nada, y aunque quería saber, la incertidumbre también era buena. Detalle ligeramente el auto tratando de recordar si era el mismo en el que me había llevado a casa la noche anterior. Era un Porsche último modelo, muy bello en todos los sentidos y también muy costoso, ni juntando mi sueldo de un año podía comprar un auto semejante, o tan siquiera dar la primera cuota.

—¿Te gusta el auto?— Me sonrió con los ojos todavía en la carretera.

—Sí, es hermoso, esta es la primera vez que viajo en uno de estos—. admití un poco avergonzada, estaba sentada al lado de un hombre acostumbrado a las cosas lujosas y muy seguramente a salir con mujeres mucho más hermosas, y luego estaba yo, que, aunque era hermosa, no podía competir con modelos, y mi auto era un pequeño Hyundai.

—No te preocupes, te acostumbrarás— esta vez me miró y me guiñó un ojo ocasionando un revuelto de avispas en mi vientre.

Entramos en un vecindario privado realmente lujoso a orillas de la playa, las casas eran hermosas parecían mansiones y todo a nuestro alrededor gritaba lujos y ostentosidad. Nos detuvimos en la entrada de una hermosa casa moderna de dos o tres plantas, tenía ventanas del piso al techo que parecían ser de vidrio unidireccional porque no se podía ver el interior. 

Estaba tan asombrada y absorta en la belleza de esta casa que no me di cuenta de que Patrick ya se había bajado del auto hasta que me abrió la puerta.

—Wow— Salí del auto sin apartar la mirada de la casa frente a mí

—¿Te gusta?— se agachó y cerró la puerta detrás de mí, pude sentir el peso de su mirada sobre mí, sin embargo, la mía se mantuvo en la casa frente a mi.

—Es tan hermosa, casi me siento avergonzada de que hayas estado dentro de mi pequeña casa— se rió antes de colocar su mano en mi cadera, guiándome hacia la entrada de la casa.

Al entrar me quedé tan estupefacta como cuando vi el frente de la casa, estaba bellamente amueblado, tenía pisos de madera oscura y si mirabas por las ventanas se sentía como si estuvieras afuera. Tomó mi mano con delicadeza y me llevó a la cocina, era una cocina enorme, el sueño de toda mujer, o al menos el mio.

Al lado de la cocina había un par de puertas correderas que daban a la parte de atrás, en cuanto las abrió, mi mandíbula cayó al suelo con  la hermosa vista que se podía apreciar desde allí.

Solo hacía falta atravesar las puertas para quedar directamente en la playa, solo unos cuantos pasos más y podía sumergirme en las cristalinas aguas del mar. Dado que aún estábamos en verano, el sol brillaba intensamente sobre el agua, haciendo que el comienzo del atardecer se notara de un naranja brillante hermoso.

—Patrick, esto es increíble— gire mi rostro para hablarle quedando frente a frente a pocos centímetros de sus labios —¿Vives aquí?— pregunte retirando ligeramente mi rostro. 

—Solo cuando estoy de humor para la playa— lo mire algo confundida sin entender exactamente a que se refiere —Es una de las casas que tengo aquí— contesto afable, seguramente al ver la confusión en mi rostro.

¡¿Una de ellas? ¿cuántas tiene?! Pensé asombrada.

—¿Uno?— pregunté anonadada

—Sí, tengo unas cuantas propiedades, tendremos tiempo para que puedas conocerlas todas— tomó mi mano y entrelazo nuestros dedos —ahora vamos, esta no es la sorpresa, quítate los zapatos o se ensuciaran.

Se arrodilló y me quitó los zapatos y los calcetines, los colocó en el piso adentro antes de quitarse los suyos y hacer lo mismo, cerrando la puerta cuando terminó. Caminamos por la arena acercándonos cada vez más al agua. Muy pronto pude ver un pequeño montaje en la playa, seguimos acercándonos hasta que pude distinguir completamente lo que era.

Había puesto una manta en la arena, encima había una pequeña cesta con dos copas y una botella de vino en el medio. Me di cuenta de que también había algunos alimentos fuera de la canasta.

Planeó un picnic en la playa durante el atardecer.

No pude evitar sonreír ante el gesto, eso era algo que nadie ha hecho por mí. 

—Oh, wow, Patrick, esto es tan hermoso—, puse mi mano en mi pecho, estaba tan sorprendida y feliz de que él hiciera esto por mí.

—cualquier cosa por ti princesa — beso mi mejilla de forma tierna y me ayudó a sentarme en la manta. mi corazón latía desbocado en mi pecho, era una sensación tan única que no podía describirla con palabras.

Estuvimos afuera durante horas, le conté sobre mí y él me contó algunas cosas sobre él. Me di cuenta de que estaba ocultando algunas cosas, pero no podía entender por qué, aparte de ese pequeño detalle, tuvimos conversaciones divertidas, sobre nuestros días, sobre cómo era trabajar en el banco.

Ni un solo momento fue un silencioso o incómodo, incluso cuando nos quedábamos en silencio, el sonido de las olas lo llenaba, era pacífico. Una vez que el sol se ocultó por completo comenzamos a caminar de regreso a la casa.




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