—Maldita sea, ¿Por qué eres tan sexy?— Patrick apartó mi cabello de los costados de mi cuello para colocar besos desde mi hombro hasta mi cuello mientras sus manos acariciaban mi cuerpo.
—Difícilmente lo llamaría sexy— la sensación de sus besos puso la piel de gallina en todo mi cuerpo.
—Te lo dije cariño, haces que cualquier cosa se vea bien— movió sus manos a mi cintura y me atrajo hacia él y comenzó a susurrar en mi oído —Debo matar a ese tipo Drew por verte luciendo así de hermosa sabiendo que tú eres mía.
«Eres mía» Las palabras se reprodujeron una y otra vez en mi cabeza alborotando el avispero en mi estómago.
—Preferiría que no le hicieras daño a nadie, menos a mis amigos— hice una mueca recordando lo que sucedió con Drew, — Bueno, conocidos.
— No te tienes que preocupar por ese tipejo, es un abusivo, ¿Que hubiese pasado si no estoy allí cuando te beso a la fuerza?
—Tal vez no me hubiera besado, lo hizo porque estabas cerca.
— Tonterias, lo hizo porque quería hacerlo, y no lo maté en ese instante porque estabas muy asustada.
—No quiero hablar de muertos ni nada por el estilo, mejor vamos, se me hace tarde para llegar a mi trabajo.— dejo un beso sobre mis labios y entrelazo nuestros dedos para salir de la habitación y caminar por la enorme casa hasta el garaje. garaje que poseía una colección de autos de lujo impresionante.
El auto que condujo ese día era un Bugatti Chiron rojo, un verdadero sueño hecho realidad.
— Deberías dejarme conducir— hice un mohín con los labios.
— Cuando pase a buscarte conducirás de regreso a casa pastelito.
— Espero que sea cierto, y que sea este mismo auto.
— Puedes usar cualquiera de mis autos cuando quieras, lo mío es tuyo.
— Te tomo la palabra en eso— nunca desaproveche la oportunidad de conducir un auto de lujo.
Entré al banco saludando con un general 'buenos días' a todos mientras colocaba mis cosas en mi casillero. Escuché algunos 'buenos días' de vuelta. Drew se paró frente a su computadora sin girarse a mirarme, las cosas definitivamente iban a ser muy diferentes. Ignoré la tensión incómoda y caminé hacia mi computadora junto a Betsy para ponerla en funcionamiento.
—Te ves hermosa Stefhany— Betsy sonrió mientras me miraba, era una mujer muy aduladora.
—Gracias Betsy, te tambien te ves muy bella el dia de hoy—
—Oh, eres demasiado amable.
El día transcurrió tranquilo y un poco lento. Betsy y yo conversamos más a lo largo del día, Drew solamente habló con Betsy y evitó cualquier conversación conmigo, algo que definitivamente no me sorprendió después de lo sucedido. Estaba más sorprendido por lo que hizo durante el fin de semana que por su actitud hacia mí.
Siempre fui una persona no conflictiva, por lo general evitaba estar en situaciones incómodas... Pero Drew no ayudaba mucho en ese momento. Me concentré en mi trabajo y no en las enormes ganas que tenía de zarandearlo para que se comportara como un maldito adulto y no como un niño.
—Stefhany, alguien está aquí para verte— escuchamos desde la entrada a la oficinas, Betsy detuvo su oración sobre sus nietos para señalar hacia la puerta, lo que me hizo girar con curiosidad.
—Hola Stefh— Oliver se dirigió a mi mostrador, una caja mediana en sus manos
—Oliver… ¿Qué estás haciendo aquí?— era la última persona que quería ver, prefería ver a Price que a Oliver en ese momento
—Solo vine a dejar algunas cosas pequeñas que olvidaste en la casa, pensé que las querrías— asentí con la cabeza estirandome sobre el escritorio para recibir la caja.
—Gracias— forcé una sonrisa incómoda.
—¿Cómo has estado?— preguntó en un tono casi escéptico
—No tienes que hacer esto— resople fastidiada.
Estaba a solo unos minutos de tener mi hora de almuerzo y lo último que quería era tener esa conversación antes de mi hora de descanso. Me giré hacia mi computadora y empecé a digitar cualquier cosa con tal de no ver su rostro.
—¿Hacer que?
—Intentar entablar una conversación amistosa, no hay necesidad de ello— Continué escribiendo en mi computadora, con la esperanza de que entendiera que no quería hablar ahora.
—Solo quiero asegurarme de que estás bien, me importan tus sentimientos Stefhany— esas palabras hicieron hervir mi sangre
—Oh, ¿te preocupas por mis sentimientos ahora?— me levanté de golpe golpeando el escritorio con las manos. No pude detenerme, las palabras comenzaron a salir antes de que pudiera pensar —¿A dónde fue eso cuando pensaste en engañarme? ¡¿Por qué no te preocupaste por mis sentimientos cuando te metiste en la cama, nuestra cama con otra mujer?!
Agradecía a Dios que no hubiera clientes en el lugar a esa hora, porque mi arrebato hubiera sido vergonzoso. Pude sentir lágrimas acumulandose en mis ojos y no quería darle la satisfacción de verme llorar
—Voy a almorzar chicos, ahora vuelvo— Me di la vuelta para ir a la trastienda y sacar mis cosas de mi casillero ignorándolo completamente.