Contigo o sin ti

Capítulo # 2

Capítulo # 2

Un mes después.

Gaia enfurecida.

—¡Cómo vas a decirme, que por mi culpa estabas revolcándote con otra mujer! —exclama furiosa de encontrar a su novio, en la cama, con una pelirroja— un hombre que ama, no se acuesta con otra.

—Si tú me hubieras dado lo que tanto te pedía, no te hubiera engañado —aclara serio.

—Sabes algo, terminamos —anuncia agarrando su bolso y saliendo de departamento.

Una pelirroja acercándose a él.

—Te lo dije, en tu departamento no.

—No te preocupes Brigitte, ya estaba cansado de jugar a los niños con ella —comenta y agarrándola de la cintura— vamos a seguir disfrutando.

Brigitte lo mira confundida, como puede desear acostarse con ella, a pocos minutos de terminar una relación con la mujer que según ama.

—No te entiendo Leandro.

—No hay nada que entender —asegura él.

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Gaia manejó hasta su hogar en un mal de lágrimas, como es posible que Leandro no la hubiera esperado, esta noche iba a ser especial para ambos, porque estaba dispuesta en acostarse con él y demostrarle que lo amaba.

—Gai —habla Axel, al verla entrar a la mansión llorando—. ¿Qué te sucedió? —pregunta corriendo hacia ella.

—Leandro me engaño, lo encontré en la cama con otra mujer —cuenta abrumada y sin dejar de llorar— no me espero.

—Cálmate —dijo él abrazándola y llevándola a su habitación— debes de calmarte.

—¿Y la familia? —pregunta, al sentir la mansión silenciosa.

—Se fueron de viaje —responde y asombrado por su palidez— no es nada malo, es que Ángelo quería irse a Londres y papá decidió llevárselos.

—Son tan consentidores —murmura y con una pequeña sonrisa— quiero beber.

—El alcohol no resuelve nada.

—Lo sé, quiero olvidar —pidió abrazándolo.

—Siempre guardo una o dos botellas —dijo caminando hacia el closet y sacándola— es un poco fuerte el tequila.

—No me importa —afirma con seriedad.

—Toma —dijo él entregándoselas, pregunta, dudoso—. ¿Estás segura de esto?

—Sí.

Axel la mira con desaprobación, debe de entenderla, no debe de ser nada fácil encontrar al hombre que amas acostándose con otra mujer.

—Axel —habla sollozando y pregunta—. ¿Crees que soy atractiva?

—Sí, lo eres —responde al verla tan mal.

—¿Me desearías si fuera tu novia?

Él sorprendido.

—Claro que sí.

—Bésame —le pidió.

—No es buena idea —habla él.

—Por favor —pidió ella mirándolo con desesperación.

Axel no quería hacerlo y la beso suavemente, sin poderlo evitarlo el beso fue convirtiéndose más íntimamente.

Gaia al principio se sintió realmente extraña con ese beso, pero quería más y más.

—Basta —dijo él, separándose de ella— no deberíamos hacer esto.

—Tú me deseas —habla ella mirándolo a los ojos y le ordena— hazme el amor.

—No, estás dolida —habla él y sorprendido por lo que ella le está pidiendo— olvídalo.

Ella lo volvió a besar apasionadamente, él quería resistirse, la realidad que siempre la ha deseado, desde hace mucho tiempo, siempre lucho para evitarlo porque la tiene que verla como una hermana.

—Tus besos y tus manos me dicen lo contrario —habla, al separarse de sus labios— hagámoslo.

—No nos arrepentiremos —dice él no muy seguro.

—Yo no —insiste ella y besándolo de nuevo.

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En la mansión Milano Grasso.

Una hora después.

Gaia vistiéndose.

—Axel —habla, al mirar cómo está serio— no estés enojado.

—Lo que hicimos no está bien —habla él serió y abrumado— mis padres no merecen esto.

—Ahora la mala soy yo —dijo Gaia incrédula y molesta— que poco hombre eres.

—No es eso —agarrándola de la mano y aclara— yo siempre te he deseado, si quieres que sigamos viéndonos, podemos hacerlo en otro lugar.

Ella sonríe contenta. 

—¿De verdad?

—Gaia, estás segura de esto —dijo inseguro y mirándola con seriedad— para mí estás dolida por lo que sucedió.

—Olvídalo, olvidemos esto —insiste ella y salió de la habitación.

Él quería seguirla, sabe que tiene que darle su tiempo, para que pueda pensar mejor en lo que había sucedido hace una hora. Puede desearla con todas sus fuerzas, pero tiene que entender que su familia no aceptaría una posible relación.

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Los días siguientes Gaia se había comportado normal con Axel, como si hubiera olvidado lo sucedido, él no podía hacerlo por el simple hecho de saber que ella sigue con su vida como si no hubiera pasado nada, verla sonreír o coquetear con otro hombre, lo molestaba de tan manera que quería hacerle entender que la quiere y que desea tenerla de nuevo a su lado.

—Gaia —habló Axel siguiéndola en la universidad.

—Dime —habla ella mirándolo y pidió— podemos irnos a un lugar y platicar.

Gaia lo mira con cierta desconfianza, ¿De qué van a platicar, si él le dejó en claro que no quería nada con ella?

—No lo creo.

Él agarró su mano.

—Por favor, Gaia.

Gaia lo mira a los ojos y esta vez lo ve angustiado, solo asintió para evitar hablar.

Axel sonrió emocionado porque ella accedió a irse con él, la llevara a un departamento que compró para poder estar a solas con ella.

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En la mansión Milano Grasso.

Daniella sonriendo por las ocurrencias de sus hijos. 

—Ven Ángelo —lo llama, al mirar que está comenzando a molestar a su hija Irene.

Él respondió a su llamado y salió corriendo hacia ella.

—Dime madre —habla él sonriendo.

—Deja de molestar a tu hermana, deberías de inscribirte en algún deporte.

—No estoy interesado en nada de eso —responde serio.

Daniella suelta un suspiró de frustración, como es posible que su hijo no le guste hacer nada y la pequeña Irene le encanta hacer de todo.




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