Capítulo # 3
Un mes después.
En mansión Milano Grasso.
—Tengo un mes, que no sé nada de Gaia —comenta Daniella con desesperación.
—Yo sabía que esa mujer, la pondría en nuestra contra —comenta enojado Emiliano y propone— tenemos que buscarla y traerla de vuelta a la casa.
—Yo creo que, Gaia necesita un tiempo para ella —habla Axel con cierta seriedad, aún no ha podido decirle que sus padres, que Gaia borró todas las redes sociales y no sabe nada de ella— ella se comunicará con nosotros, eso se los aseguro.
—Solo daré, una semana más —comenta Daniella y mirándolo— si mi hija, no se comunica con nosotros, contrataré al mejor detective.
—Te apoyo mi amor, los niños están muy tristes.
Ángelo llegó emocionado.
—Gaia me llamó, me dijo, que les envía saludos, que estará llamando una vez por semana —dice, contentó y sonríe— está muy bien, que no ha podido llamar seguido, porque su trabajo la tiene todo el día, absorbida.
Axel perplejo.
—¿Está trabajando?
—Sí, dice que sus pasteles son muy populares en Estados Unidos y que su tía está feliz —comenta eufórico y risueño— dice, que no le escriban por las redes sociales, porque le robaron su celular.
—Está bien —habla su madre y contenta— estoy feliz, de que mi niña esté bien.
—Es un alivio —comenta Emiliano.
—Sí —murmura Axel con cierta molestia.
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En Estados Unidos.
—¿Y cómo amaneciste hoy? —pregunta Julia a su sobrina.
—Las náuseas me tiene al borde —comenta, sentándose en la cama— esto de estar embarazada, me tiene un poco mal.
—Deberías, avisarle al padre de tu hijo —comenta su tía y seria— tiene derecho a saberlo.
—No tiene derecho, si le digo, es capaz y me propone que aborte —dijo seria y protegiéndose en vientre— no pienso perder a mi hijo.
—Hija, Billy está un poco serio, con el tema del embarazo —comenta ella con suavidad y apenada— sabes que un poco a la antigua.
—No te preocupes tía, casualmente una amiga mía viene de Italia, es una excelente chef y pagaremos un departamento pequeño —le informa levantándose con cuidado y angustiada— hasta los mareos me preocupan.
—Todo es normal —asegura su tía y comenta— espero que sea una niña.
—Yo quiero que sea un niño, que se parezca a su padre —dijo ella y acariciándose el vientre— aunque, una niña no estaría mal.
—La verdad no —asegura su tía.
Gaia está emocionada de tener un bebé, sabe que su vida cambiará, pero no está preocupada por eso.
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Los siguientes meses Gaia fue comunicándose con la familia cada semana diciéndole que estaba bien, que no debían de preocuparse, porque desea quedarse por un buen tiempo en Estados Unidos, la realidad es que la llegada de su bebé la tenía emocionada y ansiosa a la vez.
Mientras que Axel comenzó una relación con Lucrecia, al principio no estaba seguro, pero al conocer la personalidad de ella, sintió demasiado atraído y siente que Lucrecia es una excelente compañera de vida, aunque prefería terminar su profesión de medicina y después casarse al tener algo estable.
—¿Y qué nombre le pondrás? —pregunta su amiga a Gaia.
Gaia mira a la pelinegra y sonríe.
—Ayla —dijo al mirar a la recién nacida como está dormida en sus brazos.
—¿Y por qué ese nombre? —pregunta Mariana con extrañeza.
—Porque Axel odia ese nombre y a mí me encanta —dijo alegre y recordó ese día.
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Meses atrás.
Gaia se encuentra en brazos de Axel.
—¿Qué nombres te gustaría ponerle a tú hijos? —pregunta ella sonriendo.
—Sí, es niña, me gustaría qué llevara el nombre de su madre y si es niño el mío.
—Qué primitivo —dijo ella riéndose y confiesa— a mí me gusta el nombre de Ayla.
—Ese nombre está horrible —dijo él serió y aclara— jamás permitiría, que una hija mía lleve ese nombre.
—No te preocupes, no tendrá una hija con ese nombre —dijo mirándolo y seria— nunca tendremos hijos juntos.
—Y si quedas embarazada de mí.
—Esperaría que fuera un niño —dijo divertida y le recuerda— ambos estamos tomando medidas para evitarlo.
—Eso es muy cierto.
—No pensemos en eso —dijo ella sonriendo.
—Tú fuiste que comenzó —asegura él besándola con pasión.
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Actualidad.
En Estados Unidos.
Mariana quitándosela con cuidado.
—Es idéntica a ti —dijo ella mirándola y pregunta—. ¿Y cuál será su segundo nombre?
—Marcella, llevará el nombre de su abuela —asegura ella y orgullosa— será Ayla Marcella Vitale.
—Hermoso nombre —dijo su amiga y pidió— quiero ser su madrina.
—Claro que sí, Mariana, y Gian será su padrino.
—Será la niña más feliz del mundo —aseguro Mariana dándole un beso en la mejilla.
Gaia observa como su pequeña duerme tranquilamente y sonríe feliz, trabajará duro para darle a su pequeña lo mejor.
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Años después.
En Estados Unidos.
Ayla es una niña alegre y risueña, ha crecido con todo el amor que le ha dado su madre.
—Ven amor —habla Gaia cerrando su pastelería.
—Mami, ¿Por qué la tía Mariana está triste? —preguntó la pequeña con seriedad.
—Tu tía Mariana aún está un poco triste, porque no ha podido quedar embarazada de tu tío Adrián —le explica con una sonrisa y mirándola con ternura— yo le digo, que tome las cosas con calma.
—Sabes mami, yo quiero que la tía Mariana tenga muchos bebés.
—Yo también lo deseo —asegura ella y sonó su celular— debe de ser Ángelo —comenta y contestando— hola, hermanito.
—Hola, hermana, te he extrañado tanto —dijo él, emocionado en escucharla— pronto será navidad y quiero que vengas para acá.
—Lo siento tanto.
—Axel se casará en un par de semanas, con la bruja de Lucrecia —le suelta él y le propone— tienes que venir y prohibir ese matrimonio.