Capitulo 25:
Layla
Las cosas estaban fuera de control. Amanda estaba loca y, para colmo, enamorada de Nathan, cuyos celos por mi matrimonio ficticio con Tyler lo hacían actuar de manera más absurda de lo normal.
Sabía que se iba a arrepentir de no haber querido hablar conmigo, de no haberme dejado explicarle las cosas. Y aunque estaba decidida a seguir con mi vida junto a Tyler y mi hijo, no podía negar que no quería que su nueva pareja fuera esa chica inmadura, rica y superficial, cuyos problemas se reducían a elegir qué outfit ponerse al día siguiente.
Incluso me sorprendió lo descarada que fue al unir nuestras manos y decir que se apartaba. Astuta zorra. No me creía ni un ápice del cuento del accidente, ni que su padre no la hubiera llevado al hospital. Para mí, todo era un plan de los Sheik para manipular a Nathan, y él, el iluso, había caído redondito, entregándose a la estafadora, ruin y mentirosa. Cuánto odiaba a ella… y a su diabólica familia.
—¿Qué sucede, Layla, por qué estás parada afuera de la habitación de Nathan? —Tyler me miró confundido. Yo estaba vuelta una fúria porque Nathan no estaba allí, y yo, que me había tragado el orgullo para ver cómo se encontraba… una sola palabra describía mi estado: ilusa.
—No está ahí, se fue con ella. Conociéndolo, seguro ya estuvieron juntos y, por esa razón, ahora ni me presta atención. Así es él: capaz de usar sus encantos a su conveniencia. Seductor y manipulador. Yo fui víctima de eso, y cada día que pasa me pregunto más cómo fue que me dejé atrapar por sus mentiras —solté todo lo que pensaba. Se sintió bien hacerlo.
—¿Por qué estás comportándote de esta forma? Algo muy malo pasó anoche y tú solo pareces preocupada porque Nathan no quiere escucharte, o porque sencillamente está con Amanda —él parecía disgustado, cruzó los brazos y me miró con decepción. Admito que luego de eso me sentí avergonzada.
—No lo sé, creo que toda esta situación me está haciendo perder la cabeza. La sola presencia de Nathan me disgusta. Tampoco creo que algo pasó anoche. Todo es una trampa de Amanda y de sus padres para dividirnos —él alzó una ceja, dudoso e intrigado.
—No hablemos aquí, las paredes de este lugar tienen oídos. Mejor vamos a mi habitación —me tomó de la mano.
—Nuestra habitación, querrás decir —le corregí, y él sonrió mientras me arrastraba rápidamente por los pasillos.
—¿Es en serio? —pregunté, porque no podía creer que nuestra habitación estuviera al lado de la de Amanda.
—Solo concéntrate, no tenemos tiempo para juegos, Layla… estamos contra reloj —me habló seriamente. Fingí estar cuerda y concentrada, pero la verdad es que me moría de rabia.
Tyler abrió la puerta y ambos entramos. Luego de eso, pasé la cerradura. Él me miró como si estuviera loca.
—Por si acaso, me aterra pensar que William o tal vez Arturd me coloquen una almohada en el rostro mientras duermo —soltó una carcajada. Parecía más relajado.
—No dejaré que nadie te dañe —me acerqué y lo abracé.
—Lo sé. Generas en mí reacciones opuestas a las de tu hermano tarado… De verdad, estar contigo no solo me hace sentir feliz, sino que también me trae paz, confianza y bienestar —me acarició el cabello. Me aparté de él para mirarlo—. ¿Qué generé yo en ti, Tyler? —le pregunté.
—No creo que debería decírtelo. Estás bastante confundida y no quiero empeorar las cosas —no me sorprendió su respuesta.
—¿Cómo puede alguien ser tan leal con los demás y tan desleal consigo mismo? —él sonrió.
—Porque ser leal conmigo mismo no cambiaría mi situación, solo te alejaría de mí y lo último que quiero es eso —se iba a apartar, pero lo abracé con fuerza.
—La lógica no tiene nada que ver con el amor —le dije, acercándome a sus labios.
—Esto no se parece en nada a la conversación que se suponía íbamos a tener —dijo, intentando controlar las ganas de besarme.
—Mañana es otro día e igual estaremos en este infierno —lo besé porque yo quería. Obviamente él también, pero su razón no le permitió tomar la iniciativa.
No niego que al principio la culpa lo consumía. No quería aprovecharse de la situación; la forma tan mecánica de besarme lo decía. Sin embargo, unos pocos segundos después había sucumbido a sus deseos y, por supuesto, el ritmo del beso cambió para mejor.
Y de repente, se incendiaron las paredes, nuestros cuerpos también se encendieron. Él se deshizo de mi ropa y yo hice lo mismo con la suya. Ya no había vuelta atrás… hasta que de repente dejó de besarme. Me sentí confundida; quería preguntarle qué había pasado, pero él me abrazó y rompió el silencio primero.
—Nathan te enseñó muy bien, supongo que esto es lo que solía hacerte siempre. Y, aunque es tentador y me muero de ganas, no debe siempre ser de esta forma… —estaba enojada, no lo iba a negar, pero la sinceridad de su mirada me desarmó.
—Lo siento… —me disculpé, él sonrió.
—No pasa nada… Solo vamos a dormir —me dio un beso en la frente y luego me abrazó.
Me sentía ridícula, estúpida e infantil… pero todos esos sentimientos se fueron cuando me quedé dormida en sus brazos.
---
Amanda
Desperté en los brazos de Nathan, como siempre lo había soñado. Y, a pesar de que se sentía bien, sabía que era algo efímero. Estábamos así no porque el amor nos uniera, sino por lo contrario: el desamor.
Y no solo me refería a la falta de amor de pareja, sino a la falta de amor en general. Ambos estábamos rotos… Él, por supuesto, más que yo. Porque, aunque no me amaba, al menos ahora sabía que le importaba; en cambio, él se había aferrado a Layla, quien llenó todos esos vacíos con un brillo deslumbrante, y ahora simplemente se había ido… y no con cualquiera, sino con su hermano. Eso debía doler. Creo que la razón principal por la que me abrazó tan fuerte anoche no fue por lástima, sino porque él también sentía frío…
Su situación me dolía. Me arrepentí profundamente de meterme en su felicidad y arruinar su matrimonio en un principio. También me arrepentí de forzarlo a estar a mi lado cuando él ya había encontrado su camino.
#2877 en Novela romántica
#268 en Thriller
#88 en Suspenso
matrimonio forzado sexo reencuentro, venganza dolor drama accion dinero, divorcio amor pasado
Editado: 17.10.2025