Capítulo 32 — La verdad
Amanda
Pensé que era un sueño, pero Christian era real. Me tomó de la mano y, junto con una chica que parecía trabajar en el lugar, me llevó a una habitación en el último piso de la clínica.
—Bien, aquí estamos seguros —dijo, cerrando la puerta.
La chica se acercó a mí y miró mi brazo.
—No está tan mal. Sanará rápido, me encargaré de que así sea —dijo antes de ir por los implementos necesarios para limpiar y curar la herida.
Mientras tanto, Christian volvió a acercarse a mí.
—Para ellas todo es un juego de venganza, y tú no debes seguirlo. Me tomó mucho tiempo entender lo que estaba pasando. También jugaron con mi mente… y con mi corazón.
—¿De qué hablas? —necesitaba que me explicara todo de una vez por todas.
—Hablo de la mujer con el traje de novia y todos sus juegos malvados —intervino la chica, que era enfermera de la clínica. Se llamaba Farrah, o al menos eso deduje al ver el carnet que colgaba de su pecho. Ella comenzó a hacer el curetaje con calma.
—¿Sabes quién es ella? ¿Qué es lo que quiere? ¿Y qué tiene que ver con Amelia? —pregunté, mirándola con desconfianza.
—Tranquila, ella sabe todo. Es mi novia… y la persona que salvó mi vida —respondió Christian, mirándola con tanto amor que ella se ruborizó de inmediato.
—Necesito respuestas, estoy perdiendo la cabeza.
—Lo sé… y ese era el plan inicial.
—Habla ya, Christian. Deja la intriga, ya tengo suficiente.
Él asintió, suspiró hondo y comenzó a hablar.
—Conocí a Amelia en una cafetería el día de San Valentín. Ella trabajaba allí como mesera y yo solo había ido por un café en la mañana. Me enganché con ella de inmediato, y ella conmigo, tan rápido que incluso me anotó su número en una servilleta.
—¿Y qué tiene que ver tu romance con Amelia con todo esto? —pregunté, incrédula. Farrah soltó una pequeña risa.
—Es importante, solo escúchalo —dijo amablemente, mientras recogía los implementos. Ya había terminado de coser y vendar mi herida.
—El punto es que, desde ese encuentro casual, comenzamos a salir, y todo fue mágico. Me sentía en un cuento, porque así era nuestro romance al principio. Pero poco tiempo después, ella empezó a hacer preguntas raras sobre mi padre: a qué hora iba al trabajo, con quién hacía negocios, hablaba de las películas de William y de los hoteles. Fue entonces cuando su actitud comenzó a parecerme extraña. Aun así, estaba enamorado y nunca desconfié de ella.
—¿Y entonces? ¿William la mató?
—Nuestra relación pasó de ser un romance de dos… a uno de tres. Ella tuvo la osadía de involucrarse con mi padre. Y cuando la descubrí, me contó la verdad…
[Flashback]
—No iba a lastimarte, no quería hacerlo. El plan era acercarme a ti para llegar a tu padre y condenarlo por sus abusos, pero te enamoraste… y yo también. Entonces Connie tuvo que cambiar todo —me dijo.
—Me engañaste con William. ¡Eso es asqueroso! ¿De qué abusos hablas? ¡Tú eres la que está mal de la mente!
—¡Solo escúchame, por favor! —suplicó. Quise irme, no verla nunca más, pero algo dentro de mí necesitaba saber por qué se había burlado así de mí.
—Nada de lo que digas me hará creerte. Traicionaste mi confianza.
—No diré nada, entonces solo te mostraré la verdad —respondió, decidida.
[Fin del flashback]
—¿Y entonces qué te mostró? —pregunté, frustrada por su lentitud al contar la historia.
—Me llevó a una discoteca-bar donde William se dedica a vender chicas extranjeras —dijo con tono grave.
De inmediato recordé los ojos de aquella chica que no paraba de repetirme “Shiana”… Probablemente me hablaba en otro idioma y yo no pude entenderla ni ayudarla.
—No pareces sorprendida. Te estoy confesando que nuestro padre no es ningún actor ni empresario. Es el líder de una organización criminal dedicada a la trata de mujeres. ¿Lo sabías?
—Por supuesto que no… Pero ya nada me sorprende de él. Siempre supe que hacía algo terrible, porque el día que intenté… —me costó pronunciarlo sin vergüenza— el día que intenté acabar con mi vida, él no me llevó al hospital. Me llevó a ese lugar. Había otras chicas… No recuerdo bien, estaba inconsciente. A ratos reaccionaba, y luego volvía a perder la conciencia.
—Maldito enfermo… Ni siquiera tuvo piedad con su hija. ¿Fue por eso que te encerró aquí?
—No… Él no sabe que yo recordaba fragmentos de aquello. De hecho, ni yo entendía la conexión. Pero ahora, con lo que me has contado, todo tiene sentido —dije, entristecida por tener la sangre de un hombre tan cruel. Christian lo notó y me abrazó.
—Ahora estamos juntos. Ya no estás sola —susurró.
Se sentía bien estar con mi hermano; lo abracé también. Lo había extrañado demasiado.
—No me dijiste… ¿fue William quien mató a Amelia?
—Él iba a hacerlo, pero Connie Pain se le adelantó. Se sintió traicionada porque Amelia y yo nos enamoramos de verdad. Íbamos a escapar y exponer a William desde afuera para que la justicia actuara. Pero ella nunca llegó… y bueno, lo demás ya se sabe —su voz se quebró, los ojos se le llenaron de lágrimas.
—No se sabe nada, Christian. Todo el mundo olvidó la muerte de Amelia. Los que sospecharon que no fue un suicidio fueron silenciados con dinero. Borraron todos los artículos, eliminaron las pruebas… Hicieron desaparecer su historia hasta que pareció que Amelia nunca existió.
—Maldito William… Al final se salió con la suya. Pero no por mucho. He estado preparándome para que pague por todo lo que ha hecho.
—Y yo voy a ayudarte. Pero antes, dime: ¿quién es la mujer del vestido negro y el velo de novia?
—No estoy completamente seguro, pero según mi punto de vista, debe ser Connie Pain. Ella escapó, y es la única obsesionada con William y su familia.
—¿Pero por qué con nosotros?
—Porque quiere que William sufra, que pague. Cree que haciéndonos daño lo logrará.
—Qué equivocada está…
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Editado: 17.10.2025