¿contrato o desastre?

Capítulo 1: Lana

No importa cuantas veces haga las cuentas, el resultado es el mismo. Si el negocio no mejora en los próximos meses tendremos que cerrar.

No entiendo en qué momento todo se tuvo que venir abajo cuando iba tan bien.

Supe lo que quería hacer de mi vida el día que cumplí diez años y ayudé a una novia a solucionar un problema con su ramo. Desde ahí, dije que quería organizar bodas. Estudié negocios en la Universidad e hice cursos de organizadora de eventos para convertirme en una gran organizadora, buscando como objetivo convertirme en una de las más solicitadas de Gold Coast, Australia. Y ahora puede que todo ese sueño acabe y deba buscar empleo en alguna compañía de eventos que no valore mi trabajo como me pasó al principio cuando quise ganar experiencia trabajando para alguien más.

—No te desanimes, saldremos de esta.

Miro a Regina, mi socia y mejor amiga, quien es más optimista que yo.

—Tenemos que conseguir un evento grande, boda o no, y contactos.

—¿Ya no nos vamos a dedicar solo a las bodas?

—Regina, tú puedes tomar decisiones también.

Toma asiento extendiendo un vaso de café en mi dirección.

—Me pareció bien dedicarnos a organizar bodas y algún que otro evento que no interfiriera con la organización de bodas—suspira—. Tal vez seamos unas solteras sin vida social, pero creemos en el amor. Tengo la esperanza de algún día conocer a un hombre y tener un matrimonio feliz como el de mis padres o mis tíos. Tantos años y siguen dando diabetes verlos juntos.

Sonrío.

Los padres de Regina son maravillosos y es difícil encontrar parejas que sigan enamoradas luego de más de veinte años de casados.

Yo también sueño con un amor así, aunque no haya experimentado mucho de eso por pasar toda mi vida trabajando y estudiando para salir adelante. Pues no tener padres hizo mi vida más fácil. Y tampoco estoy desesperada por casarme y si sigo cometiendo errores, nunca me casaré.

Sacudo la cabeza.

—O conseguimos una boda enorme que nos abra puertas o tendremos que aceptar otros eventos si no queremos perder el negocio.

—¿No has tenido noticias del gusano de Tom?

Ruedo los ojos.

—Dejó muy claro que lo nuestro no iba en serio y que no quiere al bebé. Por lo que vi en sus redes, ya tiene otra.

Regina saca su celular.

—Lo voy a hacer viral como padre abandonico.

Suelto una carcajada.

—Esa palabra no existe, aunque me gusta la idea, prefiero evitarlo. No sería una linda imagen para el negocio. Además, es mejor así. Tom es un idiota, por algo nunca formalizamos la relación y estuvimos juntos un par de meses. El error también fue mío por descargar la frustración con él y olvidarme del condón. Nunca debí confiar en él, aunque no pensé que me quedaría embarazada.

—Es un imbécil. No te preocupes, tu bebé será amado y malcriado por ti y por mí, la tía Regi. Conoces mi historia, sabes que mi mamá fue madre soltera durante cuatro años hasta que apareció mi papá y lo hizo bien. Salí bastante bien.

Suelto una carcajada.

—Es diferente porque tu papá no sabía de ti y se hizo cargo apenas lo supo. Y claro que saliste bien. Y si te faltan unos tornillos, está bien, a mí también, por algo somos mejores amigas.

Haber conocido a Regina en la Universidad fue lo mejor que me pasó. En la secundaria no tenía amigas verdaderas, pues yo era bastante antisocial porque estaba enfocada en un objetivo que nada tenía que ver con fiestas y chicos. Ella se había mudado desde Canadá para hacer un año en la Universidad de Sidney, pero conectamos de inmediato, tanto que ella decidió acabar la Universidad aquí y nos mudamos a Gold Coast juntas.

—Bueno, dejemos al imbécil de Tom fuera de esto, el bebé está bien, así que vamos al trabajo—coloca una carpeta en la mesa y la abre—. Creo que conseguí la boda Hummer—Levigton.

Abro los ojos con demasía.

—¿La conseguiste?

—Bueno, no exactamente, conseguí una entrevista. Encontré a Chanel Hummer en la peluquería y la escuché hablando de que despidió a la organizadora de bodas porque se le insinuó al prometido. La cuestión es que está vuelta loca porque la boda debe ser en dos meses y no consigue a ninguna que la convenza, así que, me atreví a acercarme a ella y le di la tarjeta, dejándole claro que no nos interesa el prometido y que somos buenas en nuestro trabajo. Ella me miró con desconfianza, luego la tarjeta y dijo que lo tendría en cuenta. Hace un momento me llamó para decir que quiere que nos reunamos y que le hagamos una presentación con las especificaciones que envió. Las cuales son menos complicadas de lo que pensé.

—Regina, eres una genio.

—No todavía. Primero debemos hacer la presentación para este jueves. Nos verá en el hotel a las dos en compañía del prometido, de la suegra y del hermano del novio, quien es el que pagará la boda.

—Conociéndote, ya has investigado.

Asiente.

—Ya sabes que Chanel Hummer es una famosa diseñadora de joyas norteamericana que ha triunfado en Australia y conoció a su esposo Richard Levigton en la compañía cuando este la contrató para diseñar para joyas Levigton—asiento—. Son una de las parejas poderosas de Australia.




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