¿contrato o desastre?

Capítulo 2: Chase

—No, no voy a conceder ninguna entrevista, ya lo sabes, Rick. Es la boda de mi hermano y de Chanel. Ellos son los que deben dar entrevistas. Yo solo soy el hermano del novio que paga la boda y el padrino por obligación.

Finalizo la llamada y exhalo un suspiro.

Rick es mi asistente y mano derecha desde hace cinco años y todavía no comprende que no hago entrevistas de ninguna clase.

Me da igual lo que la prensa quiera, ya sea para desmentir o aclarar algo. No me interesa que piensen que soy gay o extraterrestre. Podrán decir lo que quieran sobre mi orientación sexual, pero nunca podrán relacionarme con algún tipo de escándalo porque los evito a toda costa.

Honestamente, creo que la prensa solo quiere vender y le da igual decir la verdad, así que no pienso contribuir con eso.

Acomodo mi corbata, guardo el celular y camino hasta encontrarme con mi hermano Richard en la entrada del restaurante del hotel. Él gira hacia mí y sonríe. Lo conozco lo suficiente para saber que hay algo que va mal.

—Hola, hermano.

—No me digas que te peleaste con Chanel—abre la boca y lo detengo—. Lo que sea, discúlpate y listo. Si quieres cancelar la boda…

—No voy a cancelar la boda. Amo a Chanel, es el amor de mi vida—asiento—. No es ella el problema, sino nuestra madre.

Ruedo los ojos.

—¿Ahora qué hizo?

—Invitó a Natalie a la boda. Tu ex Natalie.

—¿Por qué hizo eso? No es su boda y yo no planeo ir con acompañante.

—Sabes que insiste que te cases porque eres la cabeza de la familia…

—Mamá quiere que me case porque está cansada de que le pregunten si soy gay o impotente.

Mi hermano aprieta los labios.

—Sé que no eres gay…

—Tampoco impotente.

O al menos eso creo, pues ha pasado tiempo desde que sentí deseo por una mujer. Me costaba mucho estar con mi exnovia y a veces prefería evitarlo. Nunca la culpé por dejarme, aunque ella pensaba que yo tenía una amante o que era gay. Sin embargo, me hice los estudios y todo salió bien, el médico dijo que era algo mental, no físico o que el problema podría ser que la mujer no me atrajera y no necesariamente tendría que ser gay, pues tampoco los hombres me producen nada.

Los últimos tres años he evitado las mujeres usando de excusa la compañía.

—Lo sé. No te culpo que no te atrajera Natalie. Es linda, pero casi de plástico y más ahora que se agrandó los labios y se puso trasero falso. Podrás comprobarlo porque mamá la invitó con la idea que se involucre en la boda.

Arrugo el ceño.

—¿Por qué ella querría regresar conmigo? Fue quien me terminó. ¿Chanel está de acuerdo con que Natalie se involucre? Si mal no recuerdo, no es de su agrado.

—Mi futura esposa está demasiado estresada para importarle, aunque la echará si ella se mete más de la cuenta. Creo que la familia de Natalie está pasando por un mal momento. No están en la quiebra, pero tampoco bien. Tal vez solo busca un marido que la ayude a mantener su estatus o ayude a su familia, aunque me inclino más por la primera opción porque no la veo unida a su familia.

—Entre ellas se entienden—declaro y Richard ríe—. Hay que ser realistas. Es nuestra madre, pero es una narcisista que se le subió el dinero a la cabeza y se cree mejor que muchos. ¿Sabe que la familia de Natalie está pasando por problemas económicos?

—A mamá no le interesa que te cases con alguien de tu estatus social, sino que te cases con una mujer para que vean que no eres gay. Podrías presentarle a una camarera y no le importaría.

Sonrío.

—Buena idea.

Reímos.

—Mejor vamos que las organizadoras de bodas ya deben haber llegado o están por llegar.

—Iré al baño porque presiento que necesito refrescarme antes de enfrentar a las mujeres.

—Te pediré algo fuerte de beber.

Él entra al restaurante y yo busco el baño. Ahí dentro me lavo el rostro, las manos y salgo decidido a dejarle claro a mi madre y a Natalie que no me interesa casarme y no regresaré con mi ex.

Doy la vuelta y choco con alguien, logro agarrar sus brazos y sostenerla antes de que termine en el piso.

—Oye, fíjate por donde caminas. —dice.

Enarco una ceja.

—Tú también deberías ver por donde caminas.

La mujer rubia me mira con el ceño fruncido y no puedo evitar quedar fascinado con sus ojos marrones claro con destellos verdes. Y algo se produce en mi interior al observarla, lo que me deja desconcertado porque no suele pasarme y menos con un simple contacto.

—¿Puedes soltarme? Necesito ir al baño.

—¿Cómo te llamas? —pregunto al soltarla.

Si logro sentir una especie de atracción por una mujer que apenas conozco, no puedo dejarla pasar.

—No te importa. —se lleva la mano a la boca y sale corriendo. No puedo seguirla porque entra en el baño de mujeres.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.