¿contrato o desastre?

Capítulo 3: Lana

Me quedo completamente muda y congelada en mi lugar porque creo que entré a un universo paralelo.

Un completo extraño acaba de decir que soy su acompañante para una boda y, si mis deducciones no están fallando, se refiere a la boda Hummer—Levigton.

Paseo la mirada hasta dejarla fija en el hombre guapo de cabello corto y barba perfectamente recortada.

¿Acaso él es Chase Levigton?

—¿Quiere alguien explicarme lo que sucede aquí? —la pregunta de la novia me saca de mis pensamientos.

Abro la boca para decir que no tengo idea y que solo vine con mi amiga Regina a hacer una presentación para la boda.

—Sucede que Lana será mi acompañante para la boda y da la casualidad que ella y su amiga organizarán tu boda, cuñada. Te aseguro que son buenas en su trabajo.

¿Acaba de darnos el trabajo?

Miro a Regina que está tan sorprendida como yo.

—Así que, este es el hombre misterioso que no me querías presentar. —dice mi mejor amiga con una sonrisa.

¿Acaso ella está aliada con Chase Levigton?

—Yo…

—Disculpen un momento—habla Chase, si es que no estoy equivocada—. No le dije a Lana quien soy realmente y creo que no sabía que la boda que va a organizar es la de mi hermano. La señorita Foster le mostrará lo que planea para la boda.

Él toma mi mano y me dejo llevar como si no tuviera voluntad propia porque estoy tan pérdida que creo que perdí la voluntad.

Vaya, tiene un buen trasero… «¿En serio pensaste eso, Lana?». Me digo a mí misma. Definitivamente perdí la cabeza.

Suelto su mano al salir del restaurante y logro reaccionar.

—¿Qué fue eso?

—Lo siento, no quería tomarte desprevenida y no es algo que planeé hacer, lo que es sorprendente porque no tomo decisiones de forma impulsiva.

—Eres Chase Levigton. ¿Verdad?

Él sonríe. Vaya, una bonita sonrisa. «Enfócate, Lana».

—Sí. ¿No me reconociste?

—No, no hay foto tuyas en internet.

—Alguna debe haber. Tal vez alguna familiar o con mi ex.

—No busqué tanto, dado que mi interés era obtener información sobre tu hermano y su prometida, no tú, sin ofender.

Relame los labios.

—No me ofendo.

—Okay, ¿me puedes explicar qué es eso de que seré tu acompañante? No puedo serlo porque no te conozco y debo organizar la boda.

Asiente y mete las manos en los bolsillos.

—Mi madre me presiona con que salga con alguna mujer y como me he negado por completo, trajo a mi ex para que sea mi acompañante y algo más, aunque dije que no lo haría, todos hablan de mi orientación sexual y no quiero que se enfoquen en mí, sino en mi hermano y su prometida. Si voy con acompañante en la boda, todos se relajarán con respecto a mi sexualidad y mi familia no tendrá tanta presión. Una vez que pase la boda, cada uno puede regresar a su vida.

Proceso lo que me dice.

—¿Me estás pidiendo que finja que salimos juntos para que los demás dejen de decir que no eres gay?

—Algo así. Es más por mi familia que por mí, a mí me da igual.

Cruzo los brazos sobre el pecho.

—¿Por qué simplemente no dices que eres gay y sales del closet? Tal vez al principio se sorprendan un poco, pero lo superarán y aceptarán.

Contrae la mirada.

—¿Crees que soy gay?

Lo observo.

—A simple vista no lo pareces. Sin embargo…

—No soy gay, Lana—dice serio y cortante—. Simplemente me he enfocado en el trabajo, no ha aparecido una mujer que me haga desear abandonar la soltería y no soy de los hombres que tienen una aventura de una noche, en ese caso, puedo ser muy discreto.

—¿Por qué no buscas una novia real o contratas a una profesional?

—No he conocido a ninguna mujer que me interese como novia y no voy a contratar a una profesional, al menos no ahora después de haberte presentado delante de mi familia.

Rasco la cabeza sintiendo que las náuseas me dominan de nuevo.

¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? Me gusta mi vida simple.

—Oye, mira, siento mucho tus problemas, pero no te seguiré el juego. Soy pésima mentirosa y mi vida es un desastre en este momento. Podemos decir que quiero mantener las cosas de forma profesional o que no funcionaron o lo que sea, pero no haré esto.

Me doy la vuelta para regresar al momento que él me toma del brazo y tira de mí acorralándome contra la pared.

—No puedo dejarte ir.

—No es tu decisión.

Relame los labios y yo los observo como una tonta. Debe ser un buen besador.

—Te investigué—alzo la mirada—. Cuando mi cuñada me dio la tarjeta de tu empresa, mandé a investigar tu empresa, por ende, a ustedes también. Sé que están algo complicadas con las finanzas y que si no obtienen buenos eventos pronto, tendrán que cerrar. Necesitan la boda de mi hermano.




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