Regina me entrega una copa de vino, pero la rechazo, agarro la botella y le doy un trago, el cual termino escupiendo. El vino sin alcohol es horrible, sabe a jugo de uva.
—No sabe mal. —dice ella bebiéndolo.
—No entiendo como puede gustarte. Tú sí puedes beber alcohol.
—No bebo porque no me gusta.
Me sirvo un vaso de agua.
—¿Qué vamos a hacer, Regi?
—No puedo creer que te ofreciera eso. Yo le seguí el juego porque no supe más que hacer… ¿Es gay o no? No me quedó claro esa parte.
Ruedo los ojos.
—Da igual si no lo es. Lo que importa aquí es que no tendremos el trabajo sin importar que a Chanel le gustó nuestras ideas y quiere contratarnos. Chase tiene la palabra final.
Hace una mueca.
—No quiero que aceptes si no quieres hacerlo. Yo en tu lugar aceptaría, aunque no estoy embarazada. La decisión es tuya—toma mi mano—. No te preocupes por la empresa, buscaremos otra boda u otro evento importante. Como última opción, puedo pedirles dinero prestado a mis padres.
—No te gusta pedirles dinero a tus padres.
—Es cierto, aun así, puedo pedirles si eso significa que no tengas que sacrificarte por el bien de la empresa.
—¿En serio aceptarías si estuvieras en mi lugar?
Afirma con la cabeza.
—Claro. No está ofreciendo matrimonio, ni sexo, solo que seas su acompañante hasta la boda. Sea gay o no, es guapo y no parece una mala compañía.
Ruedo los ojos.
—Es arrogante y se cree la última coca cola en el desierto. Aunque admito que tiene un buen trasero—mi amiga dibuja una sonrisa—. ¿Qué? Tengo ojos y su trasero estaba ahí. No pude no verlo.
—Tendrías que haber mirado hacia abajo para verlo.
—Él es alto y yo no.
Ella ríe, balanceando la copa con el vino falso.
—Amiga, no tienes que justificarte conmigo. No le diré a él que le miraste el trasero y jamás te juzgaré—se levanta y agarra la botella de vino de falso—. Iré a darme un baño relajante. Tú piensa y decide, yo te apoyaré en lo que decidas.
Me deja sola en la cocina con mi patético vaso de agua y mi cabeza hecha un lío. Me levanto y salgo al balcón para tomar un poco de aire.
Regina tiene un punto al decir que no me está pidiendo sexo ni matrimonio, solo es un acuerdo de ayuda mutua. Si a él no le importa que esté embarazada de otro, a mí me importa todavía menos. No es que se va a hacer cargo del bebé.
Aunque podría aceptar el ofrecimiento de Regina y pedirles dinero a sus padres, no creo que sea apropiado, pues la prestaron para abrir el negocio y sé que para ella es importante mantener su independencia y aunque no vamos a quedar en la calle, no podremos continuar con la oficina abierta.
Yo no tengo padres para pedirles dinero y no sé si les pediría en caso de tenerlos.
Y como si eso no fuera suficiente, espero un bebé y el padre no quiere saber nada. Si bien puedo obligarlo mediante la justicia para mantenerlo, pienso que es demasiado drama y tendría que lidiar con él el resto de mi vida. Tampoco es que pueda aportar mucho porque no es más que el empleado de una constructora que no gana fortuna. Y tiene una nueva novia, la cual no quiero cerca de mi hijo, si es que le dura lo suficiente.
Lo que me preocupa, al menos un poco, es la prensa, pues los Levigton son figuras públicas y hay cosas inevitables. Aunque Chase ha sabido mantenerse al margen de la prensa y quizás sea bueno para el negocio.
Giro la cabeza al escuchar gemidos y frunzo el ceño. Genial, la vecina está teniendo relaciones con algún hombre nuevo que conoció por ahí y refriega su suerte a los miserables que estamos en sequía. Ya sé que no debería pensar en eso porque estoy embarazada y con muchos problemas, aun así, es imposible no pensar en eso cuando gimen alto y claro dejando claro que lo están gozando.
Ojalá pudiera ser como ella que cambia de hombre como yo de ropa interior y lo hace sin involucrarse y sin embarazarse.
Regreso al interior del departamento, cierro la puerta, agradecida que las paredes sean gruesas y no se escuche a través de estas.
Tomo asiento en el sofá y agarro la tarjeta que Chase me dio justo antes de irse. Por suerte, la ex se fue de inmediato tras recibir una llamada y la madre de Chase no pudo interrogarme debido a que estaba muy concentrada en la boda de su hijo y su nuera, además, Richard no se lo permitió y se la llevó ni bien terminamos de exponer y quedamos en que Chanel nos llamaría. Y no lo hará a menos que yo llame a Chase primero.
Agarro mi celular y marco el número sintiéndome insegura.
Decisiones es lo que debo tomar y tengo que pensar en mi empresa, en mi socia y mi bebé. Yo estoy en último lugar en la pirámide de prioridades.
Intento no ponerme nerviosa mientras suena el teléfono.
—Hola, Lana.
Aparto el teléfono de mi oído y lo observo con desconcierto un momento. Vuelvo a ponerme al escuchar su voz.
—¿Acaso tienes poderes telepáticos o ves el futuro que supiste que soy yo? Ni siquiera hablé.