¿contrato o desastre?

Capítulo 6: Lana

—El lugar es espectacular para la boda—comenta Regina mirando alrededor—. Cualquiera amaría casarse con una vista del mar… Bueno, cualquiera que le guste el mar.

—Y cualquiera que desee casarse.

Reímos.

—Regina, Lana.

Volteamos y sonreímos a Chanel que viene caminando con seguridad y rapidez usando tacones de diez centímetros.

Siempre luce impecable, desde el cabello perfectamente peinado y brilloso, pasando por su rostro con un maquillaje impecable, su ropa de diseñador, alguna joya diseñada por ella y zapatos fabulosos.

Verla a ella, me provoca mirar mi ropa para asegurarme que no esté manchada ni arrugada. Me hace sentir como vagabunda con estilo.

—Hola, Chanel. —dice mi amiga.

—Pude escaparme del trabajo para verlas. De nuevo, gracias por aceptar con tan poco tiempo. Richard me propuso matrimonio hace seis meses, justo cuando teníamos que lanzar una nueva colección, así que anduvimos ocupados dándole prioridad al trabajo y no a la boda. Mi suegra sugirió esperar un año, pero no quise esperar tanto o me volvería loca y no quería delegar todo a ella, ya que es mi boda. Pensé que todo sería más fácil con una organizadora y he tenido malas experiencias.

—No te preocupes. Pasa todo el tiempo. —le dice mi amiga.

Su celular nos interrumpe, ella disculpa para atender una llamada y me pide que hable con ella sin problemas.

—Estábamos viendo el lugar para saber como decorarlo. Como tienes las flores elegidas…

—De hecho, tengo una duda con las flores porque me decidí por los claveles, pues me encantan y son clásicos en las bodas, o eso fue lo que dijo la primera organizadora. Sin embargo, amo los tulipanes y una clienta mencionó que se pueden mandar a traer del lugar donde florezca.

—Sí, es posible. De hecho, justo estamos en época de tulipanes. No será difícil conseguir, aunque su transporte puede ser caro.

—El dinero no es problema—asiento—. No quiero que todo sea decorado con tulipanes, pues los claveles ya están pedidos.

Saco mi agenda electrónica y voy tomando nota.

—No te preocupes, se puede arreglar. Hablaré con la florista y lo arreglaré con ella. Te armaré algunos diseños mezclando ambas flores.

—Genial.

—Me dijiste que querías una alfombra roja en el deck hasta llegar al final de este donde va a estar el novio y el juez esperando. —asiente.

—Mi suegra sugirió caminar por la arena con pétalos de rosas en todo el camino, pero me pareció demasiado. Amo la playa, pero no la arena en mis pies.

—Además, los pétalos de rosas no irían con la decoración de tulipanes y claveles. Se me ocurrió un camino blanco—señalo el lugar buscando que ella visualice—, columnas blancas, dos adelante, dos atrás, con claveles blancos y tulipanes de colores, las sillas blancas a los costados y al final un arco cuadrado adornado con las flores y dos columnas más de flores, una en cada costado del arco. Como la boda será al atardecer, habrá luces en las columnas y en el arco, en especial en el arco para que ustedes sean bien captados. Sé que la idea era una hilera de columnas de flores durante el camino, pero me atrevo a sugerirte otra opción para evitar accidentes—ríe—, aunque no lo creas, suele ocurrir que alguno se lleva la columna por delante cuando sale del lugar, ya sea para atender alguna llamada, por la emoción de saludar a los novios o atender algún asunto. Sin olvidar que si hay niños, tienden a distraerse. Viste algunas sugerencias con los arcos.

—Sí, me encantaron.

—Puedes elegir entre los que tenemos o decirnos como lo quieres para que se arme.

—Perfecto.

—En cuanto al banquete y el pastel de boda, dijiste que el que habías elegido ya no estaba disponible.

Rueda los ojos.

—No porque tenía convenio con la primera organizadora de bodas y sin ella, no había trato. Con la segunda no llegamos al punto ese. Debes pensar que soy un monstruo.

Río.

—No pienso eso. Chase me contó algo de lo que pasó con las dos.

—La segunda es una descarada. Ya me quejé y alerté a todas mis amigas y conocidas sobre ella.

Asiento sin agregar nada. No quiero hablar más de la cuenta.

—Resulta que conozco al dueño del banquete que elegiste, les dije que el menú de boda y pastel era para ustedes y aceptaron. La organizadora de bodas con quien tiene un convenio no es dueña del lugar y el dueño es un hombre de negocios. Él sabe que se trata de dos diseñadores de joyas famosos en Australia y no pudo decir que no.

—¿De verdad? Yo llamé y me dijeron que no.

—La persona con quien hablaste era la encargada, quien tiene negocios con la organizadora. Yo hablé directamente con el dueño y él no tenía idea. En este momento, la organizadora debe estar retorciéndose en su elegante oficina y la encargada odiándome. Si es que la segunda conserva el trabajo.

Ella ríe.

—Estaba muy intranquila con todo esto y ya has disminuido mis nervios. Se nota que sabes de lo que hablas y me gusta tu visión.




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