¿contrato o desastre?

Capítulo 8: Lana

Miro mi reflejo en el espejo sin poder dejar de pensar en el beso que le di a Chase. Él correspondió, no estoy loca, y no lo habría hecho si fuera gay.

No puedo sentirme atraída por él. En privado tenemos una relación de negocios, un acuerdo donde cada uno saca un beneficio, y públicamente salimos falsamente.

Llevo la mano a la boca controlando las náuseas. Las mías no parecen ser matutinas, sino que aparecen cuando le dan las ganas. Por suerte, no vomito.

Agarro las gotas para los vómitos, echo treinta en un vaso con agua y lo bebo.

Esto me recuerda que estoy embarazada de otro hombre y pensar en salir con alguien no es una posibilidad, y menos con alguien como Chase Levigton. Un hombre importante con una familia importante. Además, en caso de no ser gay, es arrogante y debo recordar que usó mi problema económico para conseguir lo que quería.

Si me hubiera dejado organizar la boda sin pedir nada más que hiciera un buen trabajo, habría hecho un excelente trabajo y obtenido los contactos sin necesitarlo a él.

Con eso en mente, me recompongo, regreso a la habitación, agarro mi bolso, chequeo que tengo el celular, el labial y dinero antes de salir. Regina está en la sala con el pijama viendo la televisión y comiendo un pote de helado. La observo mientras agrego algunas tarjetas personales de la empresa. Si tengo que asistir esta noche, aprovecharé para recaudar clientes.

Ella me rapasa con la mirada y silva.

—Amiga, te ves fabulosa. El color rojo queda precioso sobre tu piel blanca y me gusta lo que te hiciste en los ojos resaltando el color.

—Tengo que aprovechar antes que me convierta en una bola andante y no pueda usar tacones porque se me hinchan los pies y no pueda ver nada del vientre para abajo.

Se cruza de piernas.

—Casi no has tocado el tema del embarazo y no quería preguntar. Sé que decidiste tenerlo—asiento—, que no vas a pedirle nada al idiota a menos que sea de vida o muerte, pero ¿estás segura que quieres ser madre? Sola no estás porque me tienes a mí y también están Fina y Mila, cuando vuelva de su viaje—sonrío—, aun así, es mucha responsabilidad.

Llevo la mano a mi vientre.

—Lo sé, pero quiero a este bebé. Perdí a mis padres cuando era muy pequeña y anduve como nómade de familia en familia sin ser recibida bien por alguien. Este bebé es mi familia, mi sangre y quiero darle todo el amor y apoyo que mis padres me hubieran dado.

Ella sonríe.

—Bien. Tal vez Chase… —ruedo los ojos—. No es gay. Sé reconocer a los gays cuando los veo.

—Saliste con uno durante meses y no supiste que era gay hasta que lo encontraste besando al cantinero en la fiesta de cumpleaños de Fina.

Hace una mueca.

—Bueno, me distrajo su físico—suspira—era muy guapo, y no era gay por completo, sino bisexual.

—¿Era? ¿Está muerto?

—No, creo que no—agarra su celular y sonríe—. Según sus redes, sigue vivo. Vaya y más guapo que cuando estaba conmigo y su novio actual es guapo. ¿Por qué lo dejé? Podría haber tenido a dos guapos…

Arrugo el ceño.

—Lo mismo pregunté yo.

Reímos y suena el timbre.

Me despido de mi amiga con un abrazo y me apresuro a abrir. Le dije a Chase que podíamos vernos directamente en el lugar de la fiesta y él insistió en pasarme a buscar y llegar juntos para no quedar mal. No insistí, estaba demasiado ocupada para ponerme a pelear en ese momento.

Reviso mi apariencia una vez más antes de abrir. No es que quiera estar guapa para él, sino que debo lucir bien porque no necesariamente necesito la boda para obtener clientes, esta fiesta también, después de todo Regina y yo acordamos que no nos centraríamos solo en bodas como veníamos haciendo.

Al abrir la puerta y encontrarme con Chase, intento no sentirme impresionada por su atractivo y elegancia. Si bien lo he visto en traje… y es en lo único en lo que he visto porque no pude verlo vistiendo ropa casual y mucho menos desnudo… ¿Cómo se vería desnudo?

—¿Estás haciéndome una radiografía?

Salgo de mis pensamientos, esperando que mis mejillas no se pusieran rojas por imaginarlo desnudo.

«Ya, Lana, no puedes imaginarlo desnudo. Con él tienes un asunto de negocios. Él te chantajeó».

—Estaba tratando de descifrar de que diseñador es tu traje—sonrío—. Una manía que tengo. El otro día en la oficina llevabas un traje de diseñador desconocido, al igual que en el almuerzo donde nos conocimos. El día que fui a tu casa tenías un traje de Hugo Boss. Y el de hoy creo, si no me equivoco, es de Valetino, por el corte de la chaqueta.

Agradezco saber sobre trajes. Me felicito a mí misma.

—Buen ojo—¿solo eso va a decir? — ¿Lista?

Con eso me refería a que dijera que yo me veo bien o algo así. Ya veo que no. Tal vez sí sea gay o puede que yo no le guste y ya.

Extiende el brazo hacia mí. ¿Pretende que se lo tome? Normalmente, los hombres solo caminan sin más, los caballeros te dejan pasar primero.

Tomo su brazo y entramos juntos en el ascensor, al mismo tiempo que vecina que sale de su departamento y nos brinda una sonrisa, aunque esa sonrisa va hacia mi acompañante. No me sorprende.




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