Si tenía alguna duda sobre mi sexualidad, Lana las acaba de despejar a todas porque su boca es el cielo y el único pensamiento que tengo en mi mente en buscar un lugar privado para poder desnudarla y hacerla mía.
Mierda. No puedo hacer eso.
Termino el beso sin deseos de hacerlo y ella parpadea. Bueno, si sigue pensando que soy gay, tal vez podría considerar lo de demostrarle en privado que no lo soy.
No entiendo que me sucede con ella, porque pierdo el control estando cerca cuando antes no me pasó con ninguna mujer. Siempre me sentí orgulloso de mi autocontrol.
Siempre me ha dado igual que las personas piensen que soy gay o impotente, sin embargo, me molesta que Lana lo crea.
Y debo recordar que ella está embarazada de otro hombre. Esa es mi mantra.
—¿Vamos? —pregunto, ignorando mis emociones, mi deseo y tratando de fingir que el beso no me afectó para nada.
Ella parpadea.
—Para que conste, no creo que seas gay—toma mi brazo y comenzamos a caminar—. No besas como gay.
Arrugo el ceño.
—¿Cómo sabes como besa un gay?
—Porque besé a uno.
—¿Besaste a un gay?
—Sí, uno que no quería admitir que es gay o no lo sabía… No estoy segura de esa parte.
Cuando creo que nada puede sorprenderme, Lana abre la boca y cuenta algo que me sorprende.
—¿Puedo preguntar como terminaste besando al hombre gay?
—Fue en la Universidad. Jugando a soplar y chupar, también conocido como sopla y bebe. ¿Conoces el juego? Seguro que sí porque es muy popular en la mayoría de las universidades…
No conozco el juego, pero no lo digo. Tampoco menciono que yo no iba a fiestas en la Universidad.
—Jugando a ese juego…
—Cierto. Se cayó la carta con la que estábamos jugando, la carta que soplé, venía con consigna que decía: besa a la persona a tu lado y estaba el gay oculto, nos besamos y fue… Mejor olvidarlo. Fue un beso sin emoción.
—¿Por eso pensaste que es gay? Tal vez no le parecías atractiva.
—Eso pensé, lo de gay lo supe cuando lo vi besando a otro chico que no era gay, pero le gustaba el desafío del juego. Él si chupó con esmero.
—Y yo no beso como gay.
Nos detenemos en la puerta, ella saca el espejo de su bolso, revisa su maquillaje y se retoca el labial. Miro hacia otra parte evitando mirar sus labios.
—No, tú besas como un hombre al que le gustan las mujeres, lo que me da a pensar que perdiste interés por tu ex y ella no supo aceptarlo y tienes relaciones esporádicas bien ocultas, o eres de los románticos que no anda con cualquiera y busca a su chica ideal, o estás enfocado en el trabajo al punto que te olvidas que hay vida sexual, romántica y social. Yo creo que el tercero—guarda el espejo—. ¿Qué tal?
—Te ves bien.
Rueda los ojos.
—Me refería a que tal lo hice con mis deducciones.
—Entremos.
Apenas cruzamos la puerta, mi padre es el primero en acercarse. Él odia estos eventos tanto como yo, pero como dueño de la compañía debe aparecer, además de ser el padre de unos de los diseñadores.
Aprovecho para presentarle a Lana y ambos estrechan las manos observándose mutuamente.
Mi madre no tarda en aparecer acompañada de Natalie. Parece que se le ha pegado como chicle.
Richard me comentó que no pierde la esperanza de regresar conmigo. Ella piensa que, mientras no esté casado, todavía hay posibilidad. Mi madre la apoya, algo que no comprendo. Ella debería desear a mi lado una mujer inteligente, independiente y que me acepte como soy. No alguien como Natalie que esparció rumores sobre mí sin importarle la reputación de la familia.
Mi madre es buena persona y una buena madre, sin embargo, se deja cegar por las apariencias y por lo que las personas dicen.
—Lindo vestido—le dice Natalie a Lana—. Chase, podrías haberle comprado un vestido de diseñador.
—No necesito un vestido de diseñador—exclama Lana—. Me parece gastar dinero innecesario cuando hay muchos vestidos hermosos y no me avergüenza decir que lo compré en rebajas.
Sonrío por la respuesta.
—No creo que entiendas lo que es eso, Natalie—agrego—, pues no sabes lo que es ganar dinero propio y comprarte algo con dinero de tu trabajo.
—Chase, modérate, estamos en público. —reclama mi madre.
—Dile eso a Natalie que intentó menospreciar el vestido de mi pareja. No lo voy a permitir—tomo la mano de Lana—. Iremos por algo de tomar.
Nos alejamos de las dos mujeres, me disculpo por el comentario de Natalie y Lana le resta importancia.
—No me afectan los comentarios mal intencionados de personas, menos de exnovias celosas con la cara deforme—río—. Mi vida fue de todo menos fácil, así que, tu ex y tu madre no son nada. Si te pedí que controlaras a tu madre, fue por la cuestión de la boda. No quiero que ella mezcle las cosas. Me tomo en serio mi trabajo.