¿contrato o desastre?

Capítulo 13: Chase

Observo a Lana y al tipo que está con ella, a quien reconozco de la fiesta de mi empresa. ¿Qué hace aquí? Sé que se conocen y también que no se habían visto desde que él fue adoptado.

¿Por qué me molesta que la haya abrazado y esté cerca de ella? No sé, pero me molesta.

Controlo mis emociones y doy un paso al frente recordando que Lana no es mi pareja real, sin embargo, lo es falsamente en público y nadie puede saber sobre nuestro acuerdo, solo su mejor amiga y mi hermano están al tanto y porque son personas en quienes confiamos, los demás no.

—Chase, ¿qué haces aquí? Pensaba que estabas almorzando con tu hermano y Chanel.

—Así era, pero el almuerzo terminó, ellos se fueron a hacer sus cosas y decidí pasar para traerte un postre—señalo la bolsa en mi mano—porque dijiste que no podías almorzar con nosotros por tener mucho trabajo.

Trato de no decir eso con rudeza.

—Bueno, yo me voy—interrumpe el sobrante mirando a Lana—. Mi madre se pondrá en contacto contigo por el evento y otro día quedamos para tomar algo y ponernos al día como corresponde.

—Claro. Gracias por tenerme en cuenta, Malcolm.

Él toma la mano de Lana y ambos se sonríen. Y yo siento deseos de apartarla de él.

—Será bueno pisar juntos el lugar y recordar buenos momentos.

Paso en medio de ellos cortando el agarre de manos y apoyo la bolsa en el escritorio que imagino que es de Lana.

—Claro. Nos vemos, Malcolm.

—Adiós, señor Levigton.

—Buen día.

No recuerdo su apellido y no pienso tutearlo o le daré el derecho a tutearme y no me interesa que lo haga.

Lana voltea a mirarme al mismo tiempo que me apoyo en el escritorio.

—¿Has tenido un mal día? Pareces enojado.

—No estoy enojado. Me molesta que estés dándole confidencias a tu amigo de la infancia cuando se supone que tenemos una relación.

—No le estaba dando confidencias. Estábamos hablando de un evento que se organizara en el orfanato donde estuvimos… ¿Por qué te estoy dando explicaciones? No somos una pareja real.

—No, pero tenemos un contrato. Cualquier persona podría haber entrado aquí y verte abrazada a él, haciéndoles pensar cualquier cosa. ¿Y si mi madre aparecía?

Ella rueda los ojos y toma asiento detrás de su escritorio.

—Estaba abrazando a un amigo. No lo estaba besando ni teniendo sexo. Chase, creo que estás exagerando.

Me incorporo.

—Creo que tú no lo entiendes.

—No, tú no lo entiendes. El acuerdo, el cual está por escrito, dice que compartiremos algunas apariciones públicas fingiendo ser pareja a cambio de la boda y de contactos. No dice nada que no puedo abrazar a un amigo o a un extraño mientras no ande a los besos o saliendo públicamente como si fuera mi pareja. No he incumplido nuestro acuerdo por escrito y tú estás rebasando los límites al hacerme reclamos—agarra la bolsa—. No necesitabas traerme nada y menos si vas a venir a mi oficina como novio celoso a hacerme reclamos fuera de lugar—agacha la cabeza y masajea sus sienes—. Ahora, si no tienes nada importante que decir, te pido que vayas porque tengo trabajo. No me hables al menos que sea por algo relacionado a la boda o para ir a algún evento programado de los cuales acordamos. Tengo muchas con las que lidiar para agregar tus reclamos.

Me quedo completamente congelado justo donde estoy al comprender lo que ella acaba de decirme. Ni siquiera puedo rebatir algo porque tiene razón.

Los reclamos que hice no tienen fundamentos y el contrato es simple y claro. Lana lo sabe.

Ni yo mismo entiendo mis acciones de este momento, no logro comprender que me sucede con ella. No estoy acostumbrado a perder el control de esta manera.

Miro la bolsa blanca donde está el postre que elegí para ella y me doy cuenta que no es un detalle que haya tenido con ninguna otra persona. No solo busqué un postre, sino que me tomé el trabajo que fuera uno saludable para una mujer embarazada.

—No son reclamos. Solo veo que ese tal Malcolm está interesado en ti.

Ella se levanta.

—Yo no creo que sea así, y aunque lo fuera, tampoco es asunto tuyo. Respetaré nuestro acuerdo hasta el día de la boda y luego puedo hacer lo que desee con mi vida y salir con quien quiera.

Me río.

—Estás embarazada de otro hombre.

—Gracias por recordarlo. Lo había olvidado.

—¿Crees que él aceptaría a una mujer embarazada de otro?

Rodea el escritorio y me enfrenta.

—¿Y eso a ti que te importa?

Trago con fuerza porque tiene razón, no me importa, o al menos eso creo. Ya ni sé.

Bajo la mirada a sus labios y no puedo evitar desear besarla. Llevo mucho tiempo sin desear estar con una mujer, hasta había aceptado el hecho de que perdiera el deseo sexual por completo y me volviera un asexual. Sin embargo, Lana despierta todos mis sentidos, los más carnales y primitivos que poseemos los seres humanos.




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