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Prologo.

Prologo

No es fácil para nadie narrar o contar lo que paso. ''El gran desastre de la Familia Molton'' así lo había nombrado la prensa.

Se decía que los lideres de la familia habían tenido la culpa de todo, se culpaba a los que habían estado mas presente en el problema, de decía que todo había sido provocado. Pero muy pocos conocen la verdadera historia, muy pocos se dieron cuenta de lo que paso; y cuando el mundo se dio cuenta solo se jactaron diciendo.

Sabia que las cosas no habían sucedido de tal manera, yo estaba segura que no eran los culpables.

Desde entonces la familia Molton y relacionados se vieron envueltos en varios dilemas con la sociedad. Todos completamente inútiles.

¿Qué paso en realidad?

Regresemos un poco al pasado, muchos antes del ayer y hoy. Hace aproximadamente tres años y tantos días.

Es un relato que tal vez has escuchado en muchas otras historias, podríamos tomarlo como algo típico, un '' Ya lo esperaba''.

Era la época de lluvia en Nueva York, toda la ciudad se bañaba al compás de la sinfonía de los rayos y truenos que el cielo se disponía a presentarnos, sus nubes grises, llenas de sentimientos negativos, cargadas de odio y repulsión, atacaban sin piedad las calles, tejados, los cuerpos de los indigentes, todo con sus frías y amargas lágrimas. Invierno.

El invierno fue el que los marco, se unieron en uno solo hace ya varias lunas y tal cual cristal, los rompió en varios y pequeños pedazos imposibles de encontrar. Los volvió fríos, odiosos, llenos de rencilla y rencor entre ellos, los arruino sin piedad y arruino la vida de aquellos que no tenían nada que ver con el apocalipsis.

Ellos solo se disponían a viajar hacia el sur, pensando en sus vacaciones, llenos de alegría y tranquilidad. Su pequeña camioneta llena de risas, cruzaban las mojadas calles como una hormiga en su hormiguero, planeaban sin cesar, sonreían emocionados, sus ojos brillaban de esperanza y sus corazones latiendo al mismo tiempo.

A los lejos una luz los ilumino, la ultima luz que sus ojos verían, la luz que los llevaría al descanso eterno.

El auto era manejado ferozmente, así como el capataz fuerza al caballo a avanzar entre las tropas, solo que estas no eran las tropas.

Se decia. 

Las calles están desiertas en el sentido contrario, me persiguen y no podre escapar a tiempo. Pensó sin saber que encontraría el sueño indeseado por muchos, metió mas fuerza en el acelerador, las sirenas sonaban tras de ella. En un lapso de segundos quiso frenar, sus ojos se agrandaron antes de cerrarse, giro el volante tratando de esquivarlo, pero lo único que consigue fue que este volteara mientras el otro auto se impactaba contra él.

Todo el mundo se detuvo, observando con horror aquella escena , sus ojos se abrieron, intento salir del auto al mismo tiempo que un desgarrador grito cursaba el aire, haciéndola levantar la mirada.

Una gotera se escucho a su lado, los paramédicos y personas de buena voluntad trataban de socorrer a alguien que lloraba en el otro auto, nadie la veía excepto ella, el olor a gasolina activo sus instintos, pero su pie estaba atorado, así como la mitad de su cuerpo, vio correr aquella persona hacia ella y con sus ultimas fuerzas grito.

¡NO, ALGUIEN DETENGALA!

Antes de ver por última vez su rostro.

Observaba horrorizada la escena, los autos completamente incendiados, pedazos de metal y ropa prendidos en fuego caían a su alrededor.

Grito, pataleo intentando llegar a ella, queriendo auxiliarla.

¡NO PORFAVOR, NO! Gritaba mientras su garganta se lastimaba más con cada grito, su cuerpo perdía fuerza al ser detenido e irse agotando se aliento. Unos fuertes brazos que conocían muy bien la sostuvieron, sus cuerpos se estremecían ante los sollozos de ambos. Ella no volvería a sentir esos cálidos brazos.

Se fue, se fue, se fue ¡SE FUE! Exclamaba mientras todos a su alrededor trataban calmarla, no fue hasta sentir aquel pinchazo en el brazo, y las cálidas manos de aquella persona en su cabeza que sus gritos cesaron y fue cayendo en el sueño, solo observando aquel rostro que tanto había llegado amar, y el rostro que quizás  cuando despertara no volvería a ver. 




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