El camino de regreso a mi casa lo hago a paso lento. Es las cuatro de la tarde y la mayoría de las personas están durmiendo. El silencio humano le da paso al canto de los pájaros, al ruido de las hojas bailando al compás de la brisa primaveral. La suela de mis sandalias choca contra la calle de asfalto y mi mente no deja de darle vueltas al asunto.
Cierro los ojos por unos segundos intentando calmarme, pero es imposible. Él ha regresado y ha traído de vuelta todos los recuerdos que tanto tiempo me llevó suavizar.
Hemos compartido una vida juntos desde niños. En cada etapa de mi vida, él ha estado presente. Mis padres habían sido como los suyos, y los suyos también habían actuado como padres míos. Había tanta historia entre nosotros… Hasta que decidimos comenzar una relación amorosa y fracasamos en el intento, matando también la amistad.
Mucho tiempo me pregunté si había sido una decisión errónea, después de todo, había sido la causa de que hoy en día apenas nos hablemos. Pero supongo que tenía que pasar de ese modo.
Dicen que las cosas siempre pasan del modo correcto.
Pero aún me duele haber perdido a mi mejor amigo.