Armar el bolso para ese destino es algo que me llena de… bronca. Quisiera estar pensando en una playa enorme, con muchos turistas. También quisiera ser como esos seres espirituales que dicen que todo pasa por algo y se dejan llevar por los juegos del presente. Pero no. Soy esto y detesto tener que ir a ese pueblo.
—Ponle un poco de buenas vibras a la situación, verás que pasa rápido —me dice mi madre mientras me observa guardar toda la ropa.
—Y el lado positivo sería que… Iré a trabajar y no trabajaré, ¿no?
Ríe.
—Iremos con tu padre y algunos amigos así nos salvas de ahogarnos.
—No es gracioso.
—Verás que la pasas bien.
—Luego te cuento.
Se retira hacia la cocina sin dejar de reír.
Termino de armar el bolso, me visto y salgo hacia la estación de autobuses para emprender mi viaje hacia el pueblo perdido, sin gente; a pasar unas lindas vacaciones.