Una vez que llego a mi espacio, me permito respirar con calma.
La charla me ha movido muchas emociones. De pronto, las ganas de estar para él incrementan de sobre manera. Y allí, en silencio, me doy cuenta que nacen del vínculo de amistad que habíamos tenido antes de que los sentimientos se interpusieran.
A pesar de todo lo vivido, aun lo quiero. Y quiero lo mejor para él.
Capaz esta jugada del destino de volver a acercarnos tiene algún sentido. Quizás en vez de enojarme, tengo que dejarme fluir. Tampoco es culpa de él haberse visto obligado a regresar y a abandonar su estudio, para comenzar a trabajar.
Me siento un poco triste. Yo más que nadie sabe lo mucho que él ansiaba estudiar esa carrera, tener su título y comenzar a ejercer en el área de la ingeniería. Y no solo era deseo, si no también capacidades.
De pronto, me doy cuenta que la vida muchas veces se interpone en los sueños, haciendo que tengamos que enfrentar varias batallas antes de poder encaminarnos hacia la meta.
Y yo hace mucho tiempo que me desvié de mi objetivo. Aun no logro encontrar los letreros correspondientes que me guíen nuevamente hacia donde quiero llegar. Y a pesar de que acciono acercándome, éste parece alejarse aún más. Y a veces temo que el tiempo se me vaya en mis débiles intentos de cercanía y ya nunca pueda alcanzarlo.
A veces me desespera lo injusta que es la vida.