Nos metemos al río cuando hay varias personas más. El guardavida está en su puesto y siento que no me saca los ojos de encima. Empieza a molestarme.
—Cami, ¿me está mirando? —le digo poniéndome de espaldas.
—¿El guardavida?
Asiento y ella intenta mirar disimuladamente.
—No. Ahora sí. Ahora no. Ahora sí.
Suspiro con una risa en medio.
—Ok. Entendí.
—Ahora mira hacia allí —me dice señalando con los ojos hacia el costado derecho—. Y ahí quedó. Ah, no. Ahí volvió a mirar. Y ahora hacia allí.
No hago más que reír.
Definitivamente, estoy paranoica. Está haciendo su trabajo ¿Qué más puedo esperar? Tiene que controlar a los que estamos en el agua. Para eso le pagan.
De todas formas tengo ganas de disculparme por la mala onda con la que le respondí. También era su trabajo darle indicaciones a las personas… Y no había forma de que supiera que vivíamos aquí.
Aunque tampoco me animo a hacerlo.
Qué estrés ser yo.