Nunca imaginé que un pasado podía doler tanto. Que no transitar los duelos podía generar tanto daño en el presente.
Después de la charla con mis amigas, me permito un tiempo para mí misma. Dejo de huir hacia la playa y empiezo a cocinar. Amo la cocina, me conecta con mi interior de un modo inexplicable.
Mientras agrego ingredientes al boul, llegan imágenes del pasado a mi mente. Y en vez de huir, las observo con detalle.
Valedai se instala como protagonista. Esa gran ciudad que se convirtió en un fantasma, la ciudad que me demostró que no puedo con todo y que a veces hay que tirar la toalla, rendirse, dejar de insistir. Creo que nunca me he perdonado por eso.
Estaba haciendo el camino que me llevaría hacia mi sueño y de repente, me desvié de él.
La harina se desparrama por la mesada.
Suspiro.
Si. Creo que no me he perdonado por eso.