Término de llevarle el desayuno a las dos mesas ocupadas y regreso a la barra. Igor sigue limpiando vasos que fueron utilizados la noche anterior. Están limpios, pero parece tener una obsesión con pasarles el trapo de nuevo.
Después de la semana en que me he sumergido en los recuerdos y en las emociones, me siento más tranquila con su presencia. Creo que al fin entendí que por más que extrañe nuestra amistad, ya no somos los mismos que en esos años. Mucha vida ha pasado entre nosotros y a pesar de que podemos tener conversaciones amenas, nada se siente igual.
Es como visitar un lugar que recuerdas que te ha encantado, pero no logras hallar la magia que habías sentido en ese momento. Porque para algunas cosas, solo hay una oportunidad. Y después de eso, todos son intentos en vanos de repetir emociones y experiencias que ya no existen. Que no existirán mas, salvo en el recuerdo.
Y supongo que es cuestión de aceptar. De seguir. De permitirse dejarse encontrar por nuevas situaciones.
No termino de pensar en eso, que la puerta se abre. Y mis ojos se encuentran con una situación que prefiero evitar.