Llego a la playa con intenciones de avanzar hacia mi objetivo, cuando la presencia de Julián hablando por teléfono me detiene. Parece un poco alterado.
Dudo si permanecer y preguntar, o seguir avanzando. Pero cuando corta, es él quien se dirige hacia mi.
—Es una locura esto.
—¿Qué ha pasado?
—El tercer guardavida. Aún no lo tienen.
—¿Habrá tercero?
—Siempre hay. Necesitamos días libres también.
—Pensé que por ser un lugar tranquilo no había días libres —le digo con total inocencia.
—Es inhumano. Y mientras avancen los días quizás lleguen mas personas.
—¿En serio crees eso? —le digo divertido mientras observo el lugar—. Esa esperanza ha muerto apenas he puesto un pie aquí.
A pesar del enojo, se ríe. Y me siento satisfecho. Me gusta hacer reír a las personas. Supongo que es un don… Supongo que en su momento necesité de personas que me hicieran reír y como no he logrado encontrarlas, cuando sané me he convertido en una de ellas.