Terminamos riendo un montón.
Termina siendo una tarde muy divertida de nado. Y menos incómoda que la anterior en su presencia.
Definitivamente, mi técnica ha sido buena. Aunque no termino de entender por qué me dejé llevar por ese impulso.
Pero ha sido un buen impulso.
Cuando vemos que llega una familia, él me dice que debe trabajar de manera seria. Y yo aprovecho para salir también y regresar a mi casa.
—Espera —me dice antes de que llegue a mi toalla.
—¿Que?
No puedo evitar observar las gotas de agua resbalando por su pecho. A mi lado, es alto. Bastante. Y mucho más grande de cuerpo. De pronto, me siento chiquita.
—¿Cómo te llamas?